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El flamante papa Jorge Bergoglio tiene su hinchada:
ayer los 44 represores acusados por delitos de lesa humanidad cometidos en el
campo de concentración de La Perla entraron a la sala exhibiendo en su pecho
una escarapela con lazos amarillos y blancos: los colores del Vaticano.
Imputados por el secuestro, tortura y desaparición de cientos de personas, el
ex jefe de Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, Ernesto “Nabo”
Barreiro, Pedro Vergés y el resto de sus cómplices inflaron sus pechos debajo
de sus trajes no bien los fotógrafos les apuntaron con sus cámaras: un hábito
–el de la foto diaria– del cual se han quejado siempre en éste y en otros
juicios, pero que ayer les sirvió para festejar su alegría por el nombramiento
de Francisco.
ESTELA DE LA CUADRA ALERTÓ SOBRE LA DESIGNACIÓN DE JORGE BERGOGLIO.
"ES LA IMPUNIDAD TOTAL" dijo.
Al ahora papa recurrió su padre en 1977, cuando su
hermana Elena fue secuestrada durante la dictadura y dio a luz una niña que aún
ignora su identidad. Bergoglio, entonces sacerdote, lo mandó a hablar con el
obispo auxiliar de La Plata y se desentendió del caso.
Por Diego
Martínez
En octubre de 1977, mientras Alicia Zubasnabar de De
la Cuadra marchaba con las primeras Madres en Plaza de Mayo y organizaba la
incipiente agrupación Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, su esposo
fue recibido por el sacerdote Jorge Bergoglio. Elena de la Cuadra había sido
secuestrada en febrero, embarazada de cinco meses, y al momento del contacto
con el provincial de los jesuitas sus padres sabían, por un anónimo y por un
sobreviviente de la Comisaría 5ª de La Plata, que el 16 de junio había tenido
una niña en cautiverio y que ya se la habían quitado. Bergoglio escuchó el
relato del hombre a pedido del superior general de la Compañía de Jesús, padre
Pedro Arrupé. En cuatro líneas derivó el tema al obispo auxiliar de La Plata,
Mario Picchi, y se desentendió para siempre, según admitió al declarar en la
causa por el Plan Sistemático de Robo de Bebés. Licha de la Cuadra se convirtió
poco después en la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, pero el cura
tampoco se enteró: supo de Abuelas en 1985, durante el juicio a los ex comandantes,
aseguró bajo juramento de decir verdad.
“Es un desastre, es la impunidad total”, reflexiona
Estela de la Cuadra ante la consulta por la designación de aquel sacerdote como
papa de la Iglesia Católica. Estela es hermana de Elena y tía de Ana Libertad,
que aún ignora su identidad, y no sale de su asombro de tener que responder
decenas de llamados de periodistas de todo el mundo sobre el pasado del
flamante papa Francisco. “Pero hay que seguir luchando –propone–. Bergoglio
tiene muchas explicaciones que dar. Hay que seguir reclamando para que se abran
los archivos del Episcopado durante la dictadura y también los del Movimiento
Familiar Cristiano, que tuvo íntima vinculación con la apropiación de niños.
¿Quién puede asegurar que ahí no figure el destino de Ana?”, se esperanza.
Bergoglio recibió a Roberto Luis de la Cuadra en San
Miguel el 28 de octubre de 1977, según consta en la nota que escribió para que
lo recibieran en el obispado platense. “Tuve una conversación por especial
pedido del P. Arrupé”, le aclaró a Picchi. “El le explicará a usted de qué se
trata y le agradeceré todo lo que pueda hacer”, apuntó. Los padres de Elena
supieron desde el comienzo que estaba secuestrada “en los alrededores de La
Plata” porque se los había dicho Emilio Graselli, secretario del vicariato
castrense. Por el sobreviviente Luis Velasco y por anónimos que les dejaron
bajo la puerta tuvieron la certeza de que la nieta había nacido. “16/6 la
señora tuvo una nena, que no saben dónde está la nenita, los padres están bien,
De la Cuadra”, decía un escrito que alguien les hizo llegar al día siguiente
del parto.
El padre Picchi no tuvo mayores inconvenientes para
conocer la verdad que miles de padres desesperados buscaban sin suerte. El dato
preciso se lo aportó el subjefe de la Policía Bonaerense, coronel Reynaldo
Tabernero, quien murió impune antes de llegar a juicio. El segundo de Ramón
Camps le confirmó que la nena había nacido, que había sido entregada a un
matrimonio que no podía tener hijos y que sobre el destino de Elena y su
compañero Héctor Baratti “no hay vuelta atrás”.
Licha de la Cuadra, que también perdió en manos del
terrorismo de Estado a su hijo Roberto José, siguió adelante y se convirtió en
la primera presidenta de Abuelas. En 1999, en el Juicio por la Verdad ante la
Cámara Federal de La Plata, su hija Estela relató por primera vez la breve
gestión de Bergoglio. Volvió a recordarla en septiembre de 2007, en el juicio
oral al capellán Cristian von Wernich. “Ese silencio de Bergoglio me indigna.
¿Acaso no tiene nada que decir?”, preguntó ante los jueces. Antes de ser
condenado, Von Wernich invocó a Bergoglio para intentar ensuciar a los testigos
del juicio. “El cardenal fue muy clarito”, advirtió. “Dice que el demonio es un
testigo falso porque está en la mentira, no está en la verdad. Están preñados
de malicia”, agregó. Bergoglio no acusó recibo de la invocación ni de la
condena.
En 2010, citado por los secuestros de Orlando Yorio y
Francisco Jalics en el primer juicio a represores de la ESMA, el cardenal
declaró que supo de la existencia de Abuelas durante el Juicio a las Juntas.
“¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana?”, preguntó Estela
al año siguiente, en el juicio por el Plan Sistemático. Los abogados de Abuelas
y el fiscal federal Martín Niklison hicieron el pedido y la jueza María del
Carmen Roqueta, presidenta del tribunal, debió enviar las preguntas por
escrito, privilegio de los altos dignatarios eclesiástico al que decidió
acogerse el campechano Bergoglio.
El cardenal juró decir la verdad “por Dios y los
Santos Evangelios”, recordó que Arrupé les recomendaba escuchar a quienes
pedían ayuda “sobre la búsqueda de sus seres queridos”, pero la memoria le jugó
una mala pasada. “No recuerdo los pormenores de la entrevista” con De la Cuadra,
afirmó. “No recuerdo que me haya referido que su hija se encontraba
embarazada”, escribió bajo juramento. “No recuerdo haber tenido conocimiento de
las reuniones que podría haber realizado monseñor Picchi”, apuntó. Aseguró que
no informó de la denuncia a otra autoridad que no fuera Picchi y admitió que no
hizo ninguna gestión para ayudar a la familia De la Cuadra. Reiteró que supo de
la existencia de Abuelas durante el juicio a los comandantes y no se privó de
elogiarlas: “Han realizado y continúan haciendo una tarea ciclópea”.
Página 12.
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