Thursday, 11 July 2013

PUROS CON SOBRESUELDOS DEL INNOMBRABLE.



Bueno, parece que al fin Bárcenas se encuentra donde debe de estar y empieza a vomitar en serio. Al menos ya sabemos que detrás de las famosas y denostadas fotocopias existen los correspondientes originales más que le pese al insufrible Maruhenda. Sin embargo Rajoy y los suyos continúan enrocados en su cantinela de siempre, que todo es falso y que las cuentas del partido están limpias y sin mácula. Las cada vez mayores evidencias de la implicación de altos jerarcas del PP en una trama propia de una película de gansters poco parece importarle al Presidente, que sigue con su hoja de ruta que no es otra que hacer de victimario de un nuevo holocausto anunciado, en esta ocasión contra los jubilados.

Sin duda, no seré el único que piense que este hombre no está capacitado para dar ni un paso más en política ni para mangonear en la "res pública", pues todo lo que haga apestará, como apesta en estos momentos él, sus puros y su partido. Afortunadamente, España no es aún la Italia de Berlusconi donde un presidente se permite fiestas impúdicas, comprar jueces y manipular las leyes con un gracejo populista que cala en los más sórdidos instintos de una gran parte de la población acostumbrada a las corruptelas de la mafia. Sin embargo tampoco debemos confiarnos demasiado. En nuestro país están ocurriendo cosas demasiado gordas, que ya hubieran tenido la adecuada respuesta en muchos de los países democráticos de nuestro contorno. Rajoy no hubiera podido sobrevivir en Alemania, Francia o Inglaterra, por poner tres paises significativos, con ese fardo gangrenado que lleva a cuestas. Hubiera tenido que dimir sí o sí, incluso con todo su gobierno.

Pero aquí, el caso Bárcenas ha pasado de ser un escándalo de aqui te espero a un folletín de la peor ralea con el que las cadenas de televisión hacen su agosto de audiencia frivolizando con tan gravísimo asunto. El pueblo, ávido siempre de  bajunas hazañas humanas, comienza a tratar este asunto como un Gran Hermano o un "Sálvame", donde personajes abyectos y nada edificantes aumentan su exponencial foro a medida que sus granujadas burlan la ley o suben de calibre. Porque a la larga, si estas situaciones se mantienen en el tiempo y además como espectáculo, la gente toma "cariño" a sus personajes. Sin duda más de uno hoy quisiera ser Bárcenas –– desgraciadamente, el hombre más popular de España–– y ser rebido con vítores y adhesiones en Soto del Real. Un hombre que roba una inmensa fortuna y la mantiene a buen recaudo mientras capea a jueces y banderillea al gobierno. ¡Todo un héroe! exclaman algunos. Con Jose María el Tempranillo era hasta comprensible que un populacho ignorante, pero hasta cierto punto con mayor nobleza que el actual le guardara buena memoria por eso de robar a los ricos y repartir parte del botín con los pobres. ¿Pero, Barcenas? ¿Un ganster patillero y facineroso que se ha hecho multimillonario con el dinero de todos? Sólo puede ser el idolo de una sociedad corrompida.

Pero claro, el espectáculo degradante tiene continuidad en el vergonzante corifeo de un gobierno que mantiene el morbo de los acontecimientos con la impudicia de seguir ahí, negando lo innegable en vez de enfrentarse a la realidad por el bien del país al que dicen servir. “Tenemos que hablar de las cosas importantes y buenas”, es lo que ha dicho Rajoy a título de reproche ante la tormenta que sobre su cabeza arrecia. ¿Pero es de recibo que un presidente de gobierno diga tales mamarrachadas? ¿Que quiso decir? ¿Acaso que nos olvidemos de la corrupción porque no es importante?  Alguien que dice algo así debía de ser fulminado de su puesto inmediatamente porque supone un peligro para la vida y la hacienda de todos. El chalaneo de Rajoy y los suyos en todo este asunto ya hace tiempo que se pasó de rosca. ¿Qué cosas buenas tenemos que hablar? ¿En que se va a recurrir ante el Constitucional para que sigan los bancos echando de sus casas a la gente? ¿O qué le va a meter mano a las pensiones para empobrecer aún más a los viejos de este país? ¿Esas son las cosas buenas que tenemos que hablar, señor Presidente?
Todo el mundo ha pedido que el presidente Rajoy comparezca en la cámara baja, al menos para dar la cara ante las acusaciones que le hace el innombrable. Pues ni eso. Se ha arropado con cobardía tras su mayoría absoluta para burlar una vez más a los españoles.

j.m.boix

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