Vicky Peláez |
Estados
Unidos no puede resolver todos los problemas del mundo, pero los problemas del
mundo no pueden resolverse sin liderazgo de los Estados Unidos (Hillary
Clinton)
A
medida que pasa el tiempo aparecen nuevas revelaciones sobre la existencia de
un plan norteamericano para hostigar sistemáticamente al actual gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela, y en especial a su presidente Nicolás
Maduro desde su elección el pasado 14 de abril.
Para
empezar Washington nunca reconoció la elección de Maduro como legítima, y a
pesar del rotundo fracaso del candidato opositor Henrique Capriles Radonski
quien denunciaba un fraude electoral, el gobierno norteamericano no cambió su
postura respecto al actual presidente venezolano y ha impulsado una verdadera
guerra mediática contra el país.
En
los cálculos del departamento de Estado, Venezuela es vital para los intereses
y la seguridad nacional estadounidense por ser uno de los más grandes
proveedores de petróleo para Norteamérica.
Durante
estos cinco meses del gobierno de Maduro, Venezuela ha denunciado más de 10
veces los intentos de la derecha venezolana de mantener “una actitud extraña y
sospechosa” orientada a desestabilizar al país y atentar contra su presidente.
Toda esta campaña, según la prensa oficial venezolana, está orquestada por el
departamento de Estado norteamericano y varios líderes de oposición radicados
en Miami.
La
reciente prohibición temporal del sobrevuelo del avión en que viajaba el
presidente Maduro con su comitiva
sobre Puerto Rico rumbo a China, bajo el pretexto de que no era el avión
presidencial oficial, sino de Cubana de Aviación es parte de la campaña.
Lo
curioso que simultáneamente, la oposición venezolana consideró como como una
actitud anti patriótica no usar el avión presidencial prefiriendo él de la
línea cubana.
Ahora
resulta que el avión presidencial Airbus A-319 CJ presenta una muy grave falla
en una de sus alas, luego de estar inoperativo por varios meses después de
retornar a Venezuela de su mantenimiento en Francia. Tan grave es el problema
del aparato que la dirección de Airbus declaró estar dispuesta a investigar las
fallas del avión.
Todo
esto supone que si Maduro hubiera
abordado el avión oficial, Venezuela estaría de duelo y posiblemente
preparándose para nuevas elecciones presidenciales. Pero allí no termina la
historia. Según los planes oficiales, el presidente de Venezuela debía viajar
de China a New York para asistir a la 68 Asamblea General de la organización de
las naciones Unidas (ONU).
Sorpresivamente
canceló su participación en este fórum alegando de que fue informado de que “se
gestaban provocaciones” para atentar en Nueva York contra su “integridad física” con el supuesto conocimiento
del gobierno norteamericano.
Según
Maduro, una de las “provocaciones” apuntaba a generar una situación de
violencia en Nueva York y el otro plan estaba orientado para afectar su
“integridad física” en el cual estaban envueltos dos ex diplomáticos
americanos, Roger Noriega y Otto Reich quienes habían participado en los
últimos 30 años prácticamente en todos los golpes de Estado en Latinoamérica y
en particular en el de 2002 en Venezuela.
Por
supuesto que el departamento de Estado acusó a Maduro de exagerar las cosas y
pidió pruebas concretas. La respuesta del presidente venezolano fue que tenía
información de fuentes fidedignas pero sin poder especificar ni dar nombre para
no repetir lo que pasó con los cinco agentes secretos cubanos cuando Fidel
Castro, usando su buena voluntad e inocencia advirtió al ex presidente Clinton
de la preparación de actos terroristas contra Cuba en Miami. El resultado fue
que en vez de arrestar a los involucrados en el terrorismo, el FBI, analizando
la información recibida, detuvo a los agentes del gobierno cubano.
Mientras
sucede la polémica verbal entre Estados Unidos y Venezuela, promovida día a día
por la prensa globalizada internacional y nacional, anunciando un próximo golpe
de Estado en proceso, la conspiración externa contra el socialismo del siglo
XXI proclamado por Hugo Chávez y seguido por su sucesor, Nicolás Maduro con
mayor fuerza, ha logrado cohesión y coordinación con las fuerzas internas
conspirativas.
Están
siguiendo el mismo patrón establecido por ex presidente de los EE.UU. Richard
Nixon cuando ordenó el 15 de setiembre de 1970 a su asesor de seguridad
nacional, Henry Kissinger “hacer chillar la economía” chilena.
Algo parecido está sucediendo en
Venezuela. Se está produciendo el desabastecimiento de productos básicos de
consumo, su acaparamiento y especulación para utilizarlos como generador de
malestar popular y el descontento.
Por
supuesto que el gobierno siempre
es señalado por la mayoría de los medios de comunicación, que están en manos
privadas, como el “principal responsable debido a la corrupción y burocratismo
que generan largas filas en los supermercados”.
La
realidad es diferente. Lo que les está molestando aparentemente a los hombres
de negocios locales, acostumbrados a la explotación de trabajadores de acuerdo
a los postulados neoliberales, es la nueva Ley de Trabajo que obliga a los dueños de negocios a
garantizar dos días de descanso a
sus trabajadores y un máximo de 40 horas de laborales a la semana. Se esperaba
que así se lograría aumentar el índice de empleo pero resultó ser al revés. Lo
que no calculó el gobierno es que
el 75 por ciento del Producto Nacional Bruto es generado por el sector
privado que sigue envuelto en el modelo neoliberal y es contrario a las ideas
colectivas enarboladas por el chavismo que hasta ahora no ha formulado las
leyes para controlar la producción y distribución de los productos de consumo
en Venezuela.
Aprovechando
esta situación los sectores privados restringieron la salida de los productos a
los anaqueles y aprovechando la nueva Ley De Trabajo redujeron la cantidad de
cajas habilitadas para cobrar, que lógicamente hicieron crecer las colas y el
malestar popular.
Como
respuesta el gobierno decidió mandar milicias a los supermercados para que aprendan los códigos de
productos y la metodología de trabajo. Recién bajado del avión en Caracas
después de su viaje a China, el presidente Maduro reiteró al pueblo venezolano
a incorporarse a la batalla por la estabilidad económica y eléctrica en el
país.
Dijo
que “hay venezolanos que dudan de la guerra económica” pero el
desabastecimiento y la especulación es el resultado de la política de la
derecha que pretende “destruir la economía nacional y el sistema eléctrico”. Ya
se ha probado que el incendio y la explosión ocurrido el 25 de agosto de 2012
en una las más grandes refinerías en el mundo, la planta de Amuay con la
capacidad para procesar más de 600,000 barriles de petróleo al día fue
resultado de “un acto de sabotaje” que costó al país más de mil millones de
dólares, según la conclusión de la Comisión Investigadora presidida por el
ministro de Petróleo, Rafael Ramírez.
A
la vez, el ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón aseguró que el apagón
que dejó sin luz a 19 de los 23 estados del país recientemente fue “producto de
sabotaje” y “está completamente comprobado que fue un acto intencional sobre la
malla que cubre la torre número seis".
Para
enfrentar esta “guerra económica” no le queda otra alternativa al presidente
Maduro que convocar el poder popular
que cuenta con 2.250 000 personas miembros de Comunas, Consejos
Comunales, Salas de Batalla social y Movimientos Sociales cuyo número es de
71.521 organizaciones a nivel nacional.
La
derecha venezolana que se lucra de la especulación, apoyada e inspirada por los
Estados Unidos no va dejar un respiro al gobierno venezolano para revertir los
logros sociales que logró el país en los últimos 14 años en la educación,
salud, la alimentación y la cultura. En este período de tiempo el índice de
malnutrición se bajó al cinco por ciento, de acuerdo a la estadística de la
ONU.
También
a pesar de una continua guerra mediática internacional y nacional que
permanentemente denuncia la precariedad de vida, hambre, el empobrecimiento, la
galopante inflación y la inseguridad física, el reciente Reportaje sobre la
Felicidad en el Mundo (World Happiness Report) elaborado por el Earth Institute of Columbia University, auspiciado por las
ONU, otorgó a Venezuela el número 20 entre Luxemburgo y Bélgica y no estando
lejos de los Estados Unidos que quedó en el décimo sexto lugar.
Para
llegar a estas conclusiones los especialistas en estadística de la universidad
analizaron las encuestas en 159 países tomando en cuenta tales variables como
“satisfacción con el trabajo”, “percepción de la seguridad”, “condiciones
económicas existentes”. “confianza en el gobierno”, “eficiencia del gobierno”,
“libertades individuales”, “desigualdad presente” etc.
¿Entonces,
en qué quedamos? El Imperio y sus seguidores locales siempre han querido
convertir Venezuela en apéndice energético pero apareció Hugo Chávez e hizo
retornar dignidad e independencia a su pueblo aunque de acuerdo a uno de los
más célebres pensadores y luchadores dominicanos, Juan Bosh, “ningún hombre es
superior a su pueblo”. También dijo que “que hay personas que creen que los
hechos históricos son producidos por los grandes hombres y que resulta que es
al revés, son los hechos históricos que producen a los grandes hombres”.
Ahora
le toca al pueblo venezolano hacer elevar a Nicolás Maduro a nivel histórico o
simplemente rendirse a su pasado espacio en el “patio trasero” del Imperio que
se halla en decadencia.
VICKY
PELÁEZ
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