El político que se enriquece y permite que sus amigos lo hagan con el dinero ajeno es un corrupto, y el que consiente y justifica el asesinato de personas inocentes e indefensas es un criminal con todas las de la ley.
En el terrible suceso de Lampedusa se abandonaron a su suerte a cientos de inmigrantes que murieron ahogados. Fue una de las mayores tragedias sucedidas en las aguas de esta hipócrita Europa, que para curarse en conciencia habilitó unos funerables donde las víctimas, al menos, tuvieron un entierro digno.
Aquí, en nuestro país, a las quince víctimas de Ceuta, no es que se les dejara ahogarse negándoles el socorrro debido, sino que encima tueron tiroteadas con pelotas y balas de goma mientras permanecían en el agua, sin posibilidad alguna de defenderse. Ante la barbarie inhumana de este horrible acto, que ha levantado la indignación de la gente bien nacida, el presidente de Melilla, Juan J. Imbroda, ha comentado con total impunidad que si la guardia civil no puede usar las armas antidisturbios "solo nos falta poner azafatas en la frontera". Solo un nazi podía utilizar un chascarrillo tan cruel y deplorable ante los cadáveres de quince seres humanos cuyo único delito que se les conoce fue buscar la esperanza de un mundo mejor.
La inaudita violencia que estamos viviendo con este gobierno represor, que no respeta ni constituciones, ni derechos humanos que valgan, va más allá de lo que las personas decentes y pacíficas podemos aguantar. Este tiranuelo que nos gobierna ha visto que todo el campo es orégano en este país y no tiene freno alguno para proseguir con sus desmanes.
j.m.boix
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