"Amo a Ucrania. No deseaba que el país se escindiera. Hablo el ucranio, pero en Kiev han llegado al poder fascistas que se sienten impunes y EE UU y la Unión Europea cierran los ojos ante personajes que han matado a nuestros soldados desarmados y que ahora se vengarán de nosotros”. Así lo afirmaba Alisa, una mujer de 27 años, que dijo ser médico de profesión y que había acudido a honrar la memoria de los rusos muertos en los enfrentamientos del jueves. “Esta situación es muy dura, porque nuestros padres vencieron a los fascistas y ahora los fascistas vuelven desde Kiev. Por suerte, Rusia no ha defraudado nuestras esperanzas. Rusia nos defiende”, señalaba Alisa.
Quizás las manifestaciones de esta joven ucraniana resuma la complicada realidad que hoy se produce en Ucraína donde un puñado de aventureros facinerosos y filonazis se han impuesto por la violencia de las armas (solo 20.000 de los cuarenta y cinco millones de habitantes que compone la población), provocando un sangriento golpe de Estado, que al parecer a toda la dirigencia de Occidente y sus más media les ha parecido de lo más legal y normal del mundo. Kiev en las últimas semanas ha librado una salvaje batalla sin cuartel entre bandidos de extrema derecha ("la oposición" para nuestros condescendientes y democráticos gobiernos y medios occidentales) y un gobierno legítimamente constituido nos gustara este o no. Sin embargo este golpe a todas luces condenable ha sido inmediatamente refrendado por aquellos países que lo han estado financiando y alentando. Todavía perdura en mi retina las escandalosas imágines del ultra conservador norteamericano, McCain, arengando a los "pacíficos" revoltosos en la misma plaza de Kiev, o la presencia de la alta representante de
Kiev tras la pacífica actuación de los golpistas |
Seguridad y Política Exterior de Bruselas, Catherine Ashton, que también viajó a Kiev para dar su apoyo a los sublevados, impresionada por las "protestas pacíficas" con que se estaba llevando el golpe de estado. Y todo esto en las mismísimas narices de Rusia, que no da crédito a lo que está sucediendo. Pero esta Rusia no es la de Yeltsin, ni tampoco es Egipto, ni Venezuela. La inadmisible y torticera injerencia de EEUU y la mamporrera Europa les puede costar en esta ocasión muy caro. Al parecer no aprendieron con Georgia.
En cierta ocasión manifesté que ser pacifista no implica la asunción de no poderte defender ante cualquier agresión. Y lo ocurrido en Ucrania es toda una agresión que no solo dinamita el propio concepto de democracia sino que supone, además, un descaro imposible de asumir por una potencia como Rusia. ¿Acaso no lo comprobaron en su momento con la payasada del presidente de Georgia ––el amigo del alma de la OTAN y EEUU–– y la contundente respuesta rusa que recibió entonces por parte del presidente ruso Mendievev? ¿Es que le están buscándo las cosquillas a una devastadora guerra?
El presidente Obama, el llamado asesino del dron, ha amenazado a Rusia con echarla del G-8 y con mil males más si mueve sus tropas en favor de la cercenada legalidad en Ucrania o para defender a la mayoritaria población rusa que vive en Crimea. Por otro lado, la OTAN la acusa de INJERENCIA (increíble cinismo el de esta agresora organización armada) si mueve un dedo ante tamaño sabotaje producido.
Hasta este momento Rusia está manejando con maestría y enorme prudencia esta grave agresión, aunque estoy seguro que se debate en la necesidad de dar un fuerte escarmiento a los que han pensado que les puede salir gratis jugar a la ruleta rusa con esta superpotencia.
A las horas que estoy escribiendo me entero que ya hay grietas en el facineroso gobierno de Kiev. Ha desertado el jefe de la Marina de Ucrania, que se ha pasado al bando ruso. También que está dando resultado la excelente estrategia del Kremlin en ocupar sigilosamente Crimea hasta el punto de que en estos momentos tienen sitiadas la mayoría de las guarniciones del ejército ucraniano con las que negocian su rendición. Y todo sin pegar un solo tiro.
Está por ver que después de esta nueva y grave intentona contra Moscú la respuesta rusa vaya más allá de controlar Crimea y envíe sus blindados a Kiev. De todas las maneras, Rusia intentará, sin duda, vengarse de lo ocurrido. Lo que no sabemos es cuando y dónde.
j.m.boix
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