Apenas habíamos salido del empacho de sahumerios de una Semana Santa retransmitida hasta lo insufrible por el Canal Sur de televisión ––canal autonómico de la devota televisión socialista de Andalucia––, cuando nos metimos en el jolgorio y la fiesta de la Feria de Abril. Venga sevillanas, zapateos, bullas, borracheras y alegría. La Feria de Abril, cada vez más clasista, más insoportable... "¡Ojalá la lluvia no desluzca y deje trabajar a los que se ganan la vida en la fiesta!" dicen los hipócritas de siempre, justificándo el evento para ganancia de los pobres del canasto que en esos días pululan entre los polvorientos alberos de la Real.
Apenas sin descanso ya tenemos encima El Rocio, con sus interminables carretas y carricoches precedidas por el duro sonar del tambor y la bucólica flauta. Caravanas interminables bien abastecidas con jugosas viandas y alcoholes de todo tipo. Cortes de tráfico, más trajes de gitana, más caballistas con facilonas monturas, bestias despanzurradas en el camino, danzantes enloquecidos y manzanilla y finos a reventar, todo al rebujito de una iconografía paganoreligiosa que justifica una fiesta a la que muchos entroncan con nuestra cultura milenaria. Una cultura que sin duda lastra el desarrollo de un pueblo que sigue anclado en su ombligo. ¡Qué importa que todo se hunda! ¡Qué importa que seamos la región con más paro y fracaso escolar de Europa! ¡Andalucía es lo más grande del mundo!
Triste exaltación de un chovinismo que malogra los horizontes de estas tierras del paraiso.
j.m.boix
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