Monday, 30 June 2014

MIS ADORABLES INQUILINOS.

(Delichon urbicum) Pájaro avión.


Una mañana, a principios de esta primavera , escuché un barullo de pájaros en mi pequeño patio. Me asomé por la ventana del cuarto de servicio y vi a más de media docena de esos pájaros que llaman aviones. Tenían tan enorme escandalera que ni tan siquiera se percataron de mi presencia.
Al parecer y después de observar los acontecimientos que vinieron después, probablemente estaban discutiendo en esos momentos la posibilidad de construir un nido en el patio. Ya saben, como las personas. La pareja que iba a construir su nido de amor se trajo al resto de la familia y amigos para que vieran el sitio, como hacemos nosotros cuando pensamos adquirir un vivienda o parcela.


A partir de ese día la pareja tomó posesión del lugar y comezaron a construir su casa. El emplazamiento elegido fue bajo el alero de la azotea que da a ese mismo patio, y a poco centímetros del techo superior. Durante unos quince días estuvo la pareja acarreando, sin más herramientas que su pico, pequeñas pociones de barro ensalibados y mezclados con paja y restos vegetales hasta terminar el habitáculo semi esférico que podeis observar en la fotografía de la izquierda. Quedé gratamente sorprendido de la habilidad constructora de estos pequeños pájaros para construir tal estructura y que no se le viniera abajo.
Me dio mucha alegría pensar que ya tenían terminada su casa y sin bancos ni hipotecas por medio y los envidié. Por un momento reflexioné que ellos eran mucho más libres que nosotros con tanta pompa que nos damos con eso de ser un animal racional y superior al resto. Esto último lo empiezo a dudar seriamente.

El patio es pequeño, apenas de cinco metros cuadrados. En una de sus paredes mi hijo había instalado un artilugio de esos para hacer gimnasia. La pareja de aviones lo empleó desde el principio como atalaya observatorio desde donde controlar el nido y cualquier peligro que lo amenace.
Pronto la primera puesta da sus frutos en unas preciosas crías que los padres alimentan de manera incansable, trayéndoles toda clase insectos, que éstas devoran de forma incansable.

No puedo acceder al interior del nido para observarlo porque esta construido con una entrada superior habilmente estudiada solo para el tamaño de estos pájaros. Pero pronto los habitantes del nido crecen, se asoman y son los que me observan a mi. Confieso que los bigotazos de estos peques me hicieron reir por el aire de cómica seriedad que da a su semblante. Pero, ¿no son maravillosos?
                                                                





La convivencia con mis adorables inquilinos es hasta hoy inmejorable. Ya me he acostumbrado a ellos y supongo que ellos a mi y a mi familia. Algunos días sacó mi caballete para pintar y uno de ellos, creo que la hembra porque es más pequeña de volumen, se queda a un par de metros de mi en su atalaya para observarme mientras el macho va y viene. Ya han enseñando a volar a su prole. Los primeros ensayos fueron en el patio, al ralentí y volando en círculos. Todos han aprendido y ahora tengo a los padres y a los hijos en casa. A veces vienen los amigos de la pareja a visitarlos por la mañana y a ultimas horas de la tarde donde se dan parabienes entre un festival de chillidos muy característicos. A fuerza de observarlos he aprendido a distinguir su grito de atención o peligro que suele ser agudo, desgarrado y seco. Lo emplean bastante cuando están inmersos en el aprendizaje de sus vástagos.
Cuando acabe el verano se irán y yo los echaré de menos. Se irán a África, huyendo del invierno europeo. No sé por qué pienso que recordarán sus días del cálido verano en el patio de lo que fue su casa, y quizás vuelvan la próxima primavera.
j.m.boix
Fotografía boix/fer/012
Ruego que si utilizan alguna de las fotos de este reportaje, indiquen la procedencia. Gracias.

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