En los últimos 10 años la Coordinadora para la Prevención de la Tortura
ha recopilado en España 6.621 denuncias probadas por malos tratos o
torturas policiales, de las que solo 752 fueron condenadas como falta o
como delito.
Es
muy difícil imaginar un país más cutre que el nuestro, consumido por la
corrupción, el desempleo, la mediocridad empresarial y hasta el hambre
infantil. Es complicado pensar en un Estado de la civilizada Europa que,
víctima de la necedad política y rehén de la Banca, tenga menos
capacidad para entusiasmar que España. Pero no se desanime, que todo es posible en esta democracia avanzada, capaz de aceptar que su sistema de dependencia pierda 17.065 usuarios en 2014. O que su Tribunal Constitucional avale el despido gratis durante el primer año de contrato. No olvide que en esta vida siempre se puede ser peor, más miserable y cruel, más egoísta e inhumano…
En España se
tortura. Y no solo herbívoros en las plazas de toros. Ahí tiene un nuevo
agujero negro. Era una de las pocas cosas que le faltaban a esta España
bochornosa. Se tortura dentro y fuera de nuestras fronteras. En
comisarías y cárceles, en las fronteras de Ceuta y Melilla y también en el ejército: cinco legionarios españoles han sido detenidos por presuntas torturas en Irak. “La
tortura se produce en todo el territorio español, y se lleva a cabo por
todos los cuerpos de funcionarios encargados de la reclusión y
seguridad”, asegura la Coordinadora para la Prevención y la Denuncia de la Tortura (CPDT) en su informe anual.
El jurista Carlos Jiménez Villarejo denunció hace solo unos días, en el Parlamento Europeo, que la práctica de tortura por parte de las Fuerzas de Seguridad se
ha intensificado en nuestro país. Habló de la apertura de 79 procesos
penales, en el conjunto de España, la mayoría de los cuales corresponden
al País Vasco. Y sentenció: “Es muy
preocupante que esto ocurra en el seno de la Unión Europea que dice
fundamentarse, según el Art. 2 del Tratado de Lisboa, en el respeto a la
“dignidad humana” [ver vídeo].
El pasado año 527 personas denunciaron torturas y malos tratos en España.
¿Qué tiene que decir el Gobierno? ¿Y la oposición? Poca cosa. Impunidad
y negación por parte de las autoridades. La tortura sigue siendo tabú
en España, seguramente porque se trata de uno de los lazos negros que
aún nos unen con el franquismo, ese fantasma que no podemos, o no
queremos, eliminar definitivamente de nuestras vidas.
Se tortura mejor
que antes, eso sí. ¿Recuerda las espantosas marcas que dejaban los
torturadores franquistas? Aficionados. Las técnicas se han depurado, y
los torturadores son auténticos profesionales: más dolor en menos tiempo
y con menos señales.
El asunto no
tiene ninguna gracia. La indiferencia ante la tortura nos convierte en
ciudadanos despreciables de una sociedad enferma. Aún más enferma.
Javier Pérez de Albéniz (Blog Iniciativa-Debate)
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