González tiene
en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó en el
fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un gobierno
cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de
la democracia española. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado
es otro. Hoy se presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos venezolanos,
imputados por participar y urdir la trama de golpe de Estado para derrocar al
gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro. Felipe González tiene
una cara oculta. Tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España,
para crear un gobierno cívico-militar. También gestar la guerra sucia contra la
izquierda abertzale y ETA. Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio
luz verde a la actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales. La
historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la evolución del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70 del siglo XX. La
modernización política había desplazado a los viejos camisas azules y una
generación de nuevos políticos tecnócratas asaltaban el poder. En este
contexto, Franco nombraría en 1969 a su sucesor. El régimen tendría continuidad
bajo la restauración monárquica. El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII,
don Juan, sino su nieto, Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de
noviembre de 1975, Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su
régimen sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey.
En noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo para
la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores de la
modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno y una
oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al PSOE y en
abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores se reconocían,
pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en vida. El objetivo,
encontrar una salida negociada, redactar una ley de amnistía y punto final para
salvaguardar a los dirigentes del régimen. Estados Unidos, Alemania y Gran
Bretaña, valedores de Franco, agradecidos por su papel en la lucha
anticomunista, requerían una organización opositora fiable, capaz de negociar
una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca
actividad durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta
estrategia, el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un
hombre oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la transición.
La operación contó con fondos y aval de los países señalados y la
socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su equipo debía
tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia desde 1944. El momento
idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la localidad francesa de Suresnes, en
1974. En dicho evento, Felipe González será nombrado secretario general,
desplazando a Rodolfo Llopis. Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE
celebrará, en la clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado
nadie será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el partido,
se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el interlocutor de la
socialdemocracia europea para América Latina. En 1982 su partido obtendrá
mayoría absoluta, siendo elegido presidente de gobierno. Allí se quita su
careta. En medio de la guerra contrainsurgente en Centroamérica, declara:
Habría que ayudar a Estados Unidos a encontrar la dimensión positiva de su
liderazgo en América Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración
Reagan en las decisiones que tomara el Ejecutivo. Su periplo por América Latina
no tiene desperdicio. En su currículum debemos destacar la relación con el
entonces miembro de la Junta Militar Argentina, almirante Eduardo Massera, para
crear el partidoDemocracia Social, integrado a la Internacional Socialista.
Maniobra que fracasó estrepitosamente, no sin antes González presentar a
Massera como socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa
instruida por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura de
Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al almirante
Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel por participar en el
secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos, con la Gran Cruz de la orden
del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo escrúpulos en convertirse en fiador
para la venta de armas a las dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de
Pinochet, entre morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de
entrenamiento, helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80
millones de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años 80
recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la transición. La
visita de ministros de Pinochet a España para asesorar las privatizaciones, la
reforma laboral y abrir las puertas a Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol,
Santander, BBVA, en Chile fue una constante. Financió la contra nicaragüense,
apoyó el informe Kissinger y negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su
salida de la política se transformó en asesor de lobbys y empresas
trasnacionales españolas, estadunidenses y europeas, entre otras de venta de
armamento, obteniendo pingües beneficios. Además de asesorar empresarios
latinoamericanos para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos
Slim. Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No puede
ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se lo agradece.
Su impudicia no tiene límite.
Opinion > España
Felipe González: la impudicia de un político indecente
Por: Marcos Roitman Rosenmann
* Felipe González: la impudicia de un político indecente
| Foto: Especial
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Publicado 28 marzo 2015
9
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Felipe González tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en
España, para crear un gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/Felipe-Gonzalez-la-impudicia-de-un-politico-indecente-20150328-0051.html#comsup. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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Felipe González tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en
España, para crear un gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
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Felipe González tiene
en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó
en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un
gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
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Felipe González tiene
en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó
en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un
gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/Felipe-Gonzalez-la-impudicia-de-un-politico-indecente-20150328-0051.html#comsup. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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Felipe González tiene
en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó
en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un
gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
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http://www.telesurtv.net/opinion/Felipe-Gonzalez-la-impudicia-de-un-politico-indecente-20150328-0051.html#comsup. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.netVersion:1.0 StartHTML:0000000105 EndHTML:0000009481 StartFragment:0000002399 EndFragment:0000009445
Articulo de Marcos
Roitman Rosenmann publicado por
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González tiene
en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó en el
fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un gobierno
cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de
la democracia española. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado
es otro. Hoy se presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos venezolanos,
imputados por participar y urdir la trama de golpe de Estado para derrocar al
gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro. Felipe González tiene
una cara oculta. Tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España,
para crear un gobierno cívico-militar. También gestar la guerra sucia contra la
izquierda abertzale y ETA. Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio
luz verde a la actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales. La
historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la evolución del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70 del siglo XX. La
modernización política había desplazado a los viejos camisas azules y una
generación de nuevos políticos tecnócratas asaltaban el poder. En este
contexto, Franco nombraría en 1969 a su sucesor. El régimen tendría continuidad
bajo la restauración monárquica. El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII,
don Juan, sino su nieto, Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de
noviembre de 1975, Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su
régimen sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey.
En noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo para
la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores de la
modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno y una
oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al PSOE y en
abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores se reconocían,
pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en vida. El objetivo,
encontrar una salida negociada, redactar una ley de amnistía y punto final para
salvaguardar a los dirigentes del régimen. Estados Unidos, Alemania y Gran
Bretaña, valedores de Franco, agradecidos por su papel en la lucha
anticomunista, requerían una organización opositora fiable, capaz de negociar
una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca
actividad durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta
estrategia, el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un
hombre oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la transición.
La operación contó con fondos y aval de los países señalados y la
socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su equipo debía
tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia desde 1944. El momento
idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la localidad francesa de Suresnes, en
1974. En dicho evento, Felipe González será nombrado secretario general,
desplazando a Rodolfo Llopis. Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE
celebrará, en la clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado
nadie será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el partido,
se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el interlocutor de la
socialdemocracia europea para América Latina. En 1982 su partido obtendrá
mayoría absoluta, siendo elegido presidente de gobierno. Allí se quita su
careta. En medio de la guerra contrainsurgente en Centroamérica, declara:
Habría que ayudar a Estados Unidos a encontrar la dimensión positiva de su
liderazgo en América Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración
Reagan en las decisiones que tomara el Ejecutivo. Su periplo por América Latina
no tiene desperdicio. En su currículum debemos destacar la relación con el
entonces miembro de la Junta Militar Argentina, almirante Eduardo Massera, para
crear el partidoDemocracia Social, integrado a la Internacional Socialista.
Maniobra que fracasó estrepitosamente, no sin antes González presentar a
Massera como socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa
instruida por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura de
Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al almirante
Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel por participar en el
secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos, con la Gran Cruz de la orden
del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo escrúpulos en convertirse en fiador
para la venta de armas a las dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de
Pinochet, entre morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de
entrenamiento, helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80
millones de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años 80
recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la transición. La
visita de ministros de Pinochet a España para asesorar las privatizaciones, la
reforma laboral y abrir las puertas a Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol,
Santander, BBVA, en Chile fue una constante. Financió la contra nicaragüense,
apoyó el informe Kissinger y negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su
salida de la política se transformó en asesor de lobbys y empresas
trasnacionales españolas, estadunidenses y europeas, entre otras de venta de
armamento, obteniendo pingües beneficios. Además de asesorar empresarios
latinoamericanos para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos
Slim. Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No puede
ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se lo agradece.
Su impudicia no tiene límite.
Opinion > España
Felipe González: la impudicia de un político indecente
Por: Marcos Roitman Rosenmann
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Publicado 28 marzo 2015
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Felipe González tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en
España, para crear un gobierno cívico-militar.
Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se
presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente
del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma,
elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de
Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás
Maduro.
Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir
parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de
Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.
También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA.
Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la
actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la
evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70
del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos
camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas
asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su
sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica.
El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto,
Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975,
Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo
para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores
de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno
y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al
PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores
se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en
vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de
amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco,
agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una
organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el
dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad
durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la
transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados
y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su
equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia
desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la
localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe
González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la
clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie
será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el
partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el
interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En 1982
su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra
contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados
Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América
Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las
decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por América Latina no tiene desperdicio. En su currículum
debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar
Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia
Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó
estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como
socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida
por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el
equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura
de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al
almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos,
con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo
escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre
morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento,
helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones
de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con
tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años
80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la
transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar
las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a
Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una
constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas,
estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo
pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en
América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby,
comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No
puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se
lo agradece. Su impudicia no tiene límite.
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