El 23 de junio pasado, el Boletín Oficial del Estado publicaba las
reformas del Código Penal, aprobadas poco antes por el Parlamento. Entre
las más destacadas modificaciones que entraron en vigor está la de declarar imprescriptibles "los delitos de
terrorismo si hubieren causado la muerte de una persona", es decir, los
asesinatos terroristas.
Recordemos que, en su momento, Felipe González fue acusado de manera pública por su propio compañero de "armas", Ricardo Damborenea––a la sazón secretario general del PSOE en Vizcaya–– de ser la famosa X del grupo terrorista GAL, o lo que es lo mismo, su máximo responsable.
Es necesario sanear esta página negra de la Transición y que la justicia, si es que los delitos de terrorismo no prescriben, cumpla con su cometido e impute y juzgue a este cobarde pajarraco que en su día consintió que sus subordinados fueran a la cácel para salvarse él. Ya es hora que el máximo responsable de los GAL pague por los cerca de treinta crímenes de Estado que la banda armada perpetró.
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