Sin embargo, en este país la izquierda, cada vez más confusa y fantasmagórica, se echa de nuevo a dormir a vueltas con unos nuevos comicios donde lo menos que importa son los programas. Solo se habla de pactos y escaños. Yo me pregunto ¿escaños y pactos para qué? Como en los viejos y ficticios enfrentamientos electorales PP-PSOE (café con leche-leche con café) desde la pretendida izquierda se nos torna a inducir el llamado voto útil. ¿El voto útil para qué? Repito. ¿Es que alguien va realmente a cambiar algo en este país? ¿Quizás otra sesión de maquillaje para seguir tirando unos años más de Transición?
Ni las anteriores elecciones ni estas del 26j son unas elecciones cualquiera. Se producen en una España que en el 2008 sufrió una agresión neoliberal sin precedentes de la que aún no se ha recuperado. Un ataque que la mantiene en la UVI con casi cuatro millones de desempleados y cerca de un treinta por ciento de la población sumida en la pobreza. Ya nadie de la izquierda institucional habla de las auténticas causas. Ya se han olvidado o hacen la vista gorda ante el temible y todopoderoso artículo 135, centinela custodio del dinero que nos roban. Un artículo que secuestra nuestra Constitución a favor de los banqueros y que hace imposible cualquier proyecto alternativo de economía para un cambio real --no la patochada de Sánchez y compañía--, una vía de salida que alivie el estrangulamiento de nuestra moribunda economía. Porque si no va a ser así, ¿voto útil para qué?
Ningún programa electoral de esta nueva sopa de izquierda hace frente a ese oligopodio, reducto de mangantes franquistas, que son las eléctricas. Ningún programa apunta un recurso serio que ponga bridas a sus desmanes. Leyes económicas heredadas de la dictadura que continúan vigentes y que hace cumplir a rajatabla el Constitucional como ha ocurrido con el infame veto a la función social de la energía y la llamada pobreza energética que sufre un tercio del país. ¿Voto útil para qué?
El llamado voto útil contra Rajoy.
Rajoy es un político que en cualquier país democrático hace tiempo que hubiera tenido que dimitir por lo que sería impensable que hoy encabezara la lista del Partido Popular. Sin embargo, continúa ahí con una estimación de voto de casi un 30%. y que puede ir al alza. La primera lección que esta realidad nos enseña es sobre la calidad de pueblo que tenemos. O lo que es lo mismo: la cantidad de maleantes, chorizos y sinvergüenzas que aglutina la derecha española. Quizás la mía sea una apreciación un tanto superficial pero así cantan, a priori, las encuestas de intención de voto. Tengo claro que ser de derechas no supone de ninguna de las maneras ser un delincuente. Hay gente de derechas muy honradas y honorables que ni roban ni estafan. Sin embargo el que apoya y vota una organización mafiosa como es el caso es que está de acuerdo con sus prácticas delictivas.
Pero volviendo al voto útil, este es un recurso más del engaño que estamos padeciendo a lo largo de la Transición y que se ha utilizado en muchas ocasiones de forma aviesa por parte de los dos grandes partidos liberales y monárquicos. Un voto útil que en muchas ocasiones ha supuesto el voto más inútil de todos. "Hay que echar a Rajoy" es la consigna ante los actuales comicios, pero Rajoy no es el problema de España. Siempre habrá otro Rajoy en la derecha. El problema de este país se circunscribe a su endémica falta de democracia y su estructura económica revenida de una dictadura que hasta la fecha nadie se ha atrevido a desmontar. Ese es el corazón del problema.
Por otro lado, a la gente no se la puede seguir engañando. La sociedad del bienestar ya tiene fecha de caducidad porque así lo ha decidido un nuevo orden capitalista. Decir que hay que refundar la social democracia para recuperar las bases de la sociedad del bienestar es mentir descaradamente al personal. Nos encontramos inmersos en una nueva revolución en esta ocasión financiera, que a igual que en la industrial de principio del siglo pasado, habrá que volver a combatir muy duro por los derechos y libertades que ya creímos consolidados. El capital pretende empezar de nuevo haciendo borrón y cuenta nueva sobre esos derechos y libertades adquiridos. La democracia ha dejado de ser una garantía de convivencia en este nuevo marco político-económico. Si a los amos no les gusta los resultados de unas elecciones democráticas, pues montan un golpe de Estado o una guerra y en paz.
Ante esta situación no cabe más voto útil que la movilización permanente en las calles y barrios, en pueblos y ciudades. Lo único que frena a estos criminales es la resistencia activa, la lucha de los trabajadores, que como en Francia plantan cara valientemente a una reforma laboral que los empobrecerá como nos ha empobrecido a nosotros. Una reforma laboral que la implanta un gobierno socialista sin pasar por el parlamento. Es como para confiar en las promesas de Pedro Sánchez.
Ya no es tiempo para esperar que los partidos políticos institucionalistas nos solucionen los problemas porque ellos forman parte del problema. Somos los propios trabajadores y ciudadanos de a pie los que debemos sacarnos las castañas del fuego combatiendo al monstruo que sigue amenazando nuestras vidas y familias. Ese fue el espíritu inicial del 15-M hoy destrozado por Podemos con sus vanas promesas social demócratas y sus estúpidos programas IKEA. Debemos entender una vez por todas que los enemigos de la humanidad nos emplazan a una lucha a muerte donde ya no caben las medias tintas, los engaños ni voto útil que valga. Solo luchar por existir o desaparecer.
bucaneroerrante.blogspot.com.
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