Esta noche una banda ululante de descerebrados ha tomado mi pueblo y, seguramente, los pueblos de todo el país para joder al personal y no dejarlo dormir. Son las legiones de fantasmetas del Halloween, que si no fuera por lo fastidiosos que son, darían incluso lástima.
A las siete y pico de la mañana he salido a tomarme un café y me he encontrado el pueblo lleno de mierda. Trapos, botellas, vasos de plástico, envoltorios de fritos y algunos jóvenes sentados en las aceras junto a espesos vómitos, después de una mala noche de resacas indecentes.
Es Halloween. Es curioso como toda esta mierda que nos viene de afuera prende como yesca en nuestra juventud.
Tampoco me explico qué clase de enseñantes públicos cultivan y potencian en colegios institutos este tipo de fiestas estúpidas, extravagantes y extrañas a nuestra cultura. ¿Serán maestros zombis?
Bromas aparte, creo que sería necesario en estas fechas una relectura de Becker y su Monte de las Ánimas en los centros educativos. Sería bueno para contrarestar esta basura que nos viene de afuera y que como los McDonald, crece y lo invade todo de mierda.
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