Saturday 18 March 2017

NO PODEMOS SEGUIR ASÍ.

   

"De nada sirvió recordar que la División Española de Voluntarios, popularmente División Azul, fue una unidad promovida por la Falange que se unió en 1941 a las tropas del ejército nazi. Partieron a mediados de julio a apoyar el fascismo con las armas. Así que el pasado día 10, cerca de 76 años después, el trabajador del Ayuntamiento de Alicante se subió a una escalera y atornilló en la fachada la placa que rinde honores al grupo que juró obediencia a Hitler.
“Acatar esa orden no es plato de buen gusto para ningún demócrata. Y en el momento de hacerlo, yo me rompí de rabia. Ni pena ni nada, pura rabia, porque no entiendo cómo se puede llegar a este extremo. Que me pidas la paralización lo puedo hasta entender, pero que me pidas reponerla…”. Efectivamente, no es lo mismo no retirar una placa en honor del fascismo –algo que está sucediendo en la mayoría de las localidades españolas— que colgarla. El acto de colocar,  hoy día, el nombre de una división nazi en una plaza pone en evidencia la anomalía democrática que aqueja a España.
De hecho, cuando llegó la orden de la jueza, el alcalde alicantino, Gabriel Echávarri (PSOE), no daba crédito: “No me lo creía. No podía entender como un partido que se llama democrático toma esa decisión. Especialmente, en una ciudad como Alicante que sufrió con crudeza lo que supuso la Guerra Civil con el bombardeo del Mercado Central”.
Igual que su concejala, Echávarri recurre a la palabra impotencia para explicarse: “La impotencia que sufro como alcalde al volver a ver la placa de la División Azul es tremenda. Sin embargo, es aún más duro pensar que eso sucede por la intervención de un partido político. Nos costó mucho quitarla y ahora la hemos vuelto a poner. Sinceramente creo que los ciudadanos esperan otra cosa de la oposición. Hay momentos en los que no todo vale”.
Se refiere el alcalde al Partido Popular. Porque a ellos hay que acudir para comprender cómo puede suceder un acto de homenaje al ejército nazi por parte del poder público en la España de 2017. Si es que cabe la posibilidad de comprenderlo." (Cristina Fallarás. Articulo editado en Público)

Entiendo el rechinar de dientes de Cristina Fallarás porque su artículo no hace más que incidir en el grave y vergonzoso problema de democracia que arrastramos en España. 
No se puede ser franquista y demócrata al mismo tiempo y es lo que en este país se intenta conjugar. No se puede decir que respetamos los derechos humanos cuando al tiempo se continúa honrando y enalteciendo públicamente las fatídicas "gestas" de unos asesinos genocidas hermanados con los nazis.
Hace demasiado tiempo que en la Transición los españoles "perdedores" nos creímos eso de la "reconciliación" y lo estamos pagando porque aquí no ha habido reconciliación si no vencedores y vencidos. Nos lo están recordando todos los días con actos como el que nos ocupa.
El setenta y ocho fue un año crucial en nuestra historia. España dirimió su futuro entre la ruptura con aquel régimen sanguinario y la reconciliación con nuestros asesinos. Nos equivocamos entonces y al día de hoy persistimos en el error. La ruptura con el franquismo debió suceder entonces y hoy es más urgente que nunca.  

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