El ministro Josep Borrell considera (Onda Cero, hoy jueves) que no hay “ninguna irregularidad” en el asunto “entregar” los 400 misiles de precisión a Arabia Saudita. O sea vendérselos. O sea lucrarnos con la venta de muerte.
Porque quizás se le escapa, Borrell, que las bombas no sirven para hacerse tirabuzones sino para matar, ¡oh!. Quizás se le escapa que se venden a uno de los países más violentos del planeta, que en este momento y desde hace cuatro años comete la mayor masacre continuada del mundo. Un dato: según UNICEF, un niño asesinado cada diez minutos.
Usted, Borrell, ha afirmado que las bombas se entregan “para honrar los compromisos adquiridos” (ah, qué uso basura de la palabra honrar) con el país criminal.
Y ahí está el problema, Borrell; el problema es con quien nos comprometemos. Nos compromete. Porque usted esa entrega no la hace ni en su nombre ni en el de Pedro Sánchez, sino en nombre de todos los ciudadanos y ciudadanas españolas. Sepa usted que en lo que a mí respecta no consiento que venda muerte, mutilación y dolor en mi nombre; muerte, mutilación y dolor a cambio de “relaciones comerciales”.
Me dirijo a usted, y con usted a todo el Gobierno del PSOE: me avergüenzo de todos y todas ustedes, me avergüenzo de que no exista ninguna voz discordante. Me escandaliza que se atrevan después de esto a hablar de derechos humanos en cuestiones de Justicia, Sanidad y Educación.
Y cuando hoy, mi hijo me pregunte por este tema, que en su momento comentamos en casa ligado a la educación en el respeto por los derechos humanos, le diré que vive en un país que prefiere la muerte y el dinero. Y que su Gobierno no nos representa. ÚNETE A NOSOTROS
Cristina Fallarás en diario Público.
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