Sunday 19 March 2023

UKRANIA ¿UNA DEMOCRACIA?


Ucrania es una «democracia»

Los dirigentes occidentales también afirman que Ucrania es una «democracia». Además de que ‎esa palabra deja de tener sentido en una época en que la clase media está en peligro de extinción ‎mientras que la diferencia entre los distintos sectores de la población en materia de ingresos se ha ‎hecho más importante que en cualquier otro momento de la Historia de la humanidad –lo cual ‎nos aleja de la tan cacareada “igualdad de derechos”–, el hecho es que Ucrania es cualquier cosa ‎menos una «democracia».‎

Ucrania tiene hoy la Constitución más racista del mundo. Su artículo 16 estipula que «Preservar el ‎patrimonio genético del pueblo ucraniano es responsabilidad del Estado». Ese punto específico de ‎la Constitución ucraniana fue redactado por Slava Stetsko, la viuda del primer ministro que ‎los nazis impusieron a los ucranianos durante la Segunda Guerra Mundial. ‎

Aquí tenemos un tema tan delicado que Occidente prefiere evitarlo. Al menos desde 1994, los ‎nacionalistas integristas ucranianos (no confundirlos con aquellos a quienes se suele llamar ‎simplemente «nacionalistas»), o sea los individuos que se identifican con la ideología de Dimitro ‎Dontsov y con los crímenes de Stepan Bandera, ejercen altas funciones en el seno del Estado ‎ucraniano [7]. ‎

De hecho, esa ideología se radicalizó con el paso del tiempo. En la Primera Guerra Mundial ‎no tenía el sentido que tuvo después, durante la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que ‎a partir de 1942, Dimitro Dontsov estuvo entre los individuos que concibieron la «solución final ‎de las cuestiones judía y gitana». Dimitro Dontsov fue administrador del Instituto Reinhard ‎Heydrich de Praga, órgano del III Reich que se encargó de asesinar millones de personas debido a ‎su origen étnico. ‎

Por su parte, Stepan Bandera fue el jefe militar de los nazis ucranianos y dirigió numerosos ‎pogromos y masacres masivas. Sus sucesores de hoy afirman que Bandera estuvo internado en ‎un campo de concentración, lo cual es falso –sólo estuvo bajo prisión domiciliaria en un suburbio ‎de Berlín, en la sede de la administración de los campos de concentración. En definitiva, al final ‎de la Segunda Guerra Mundial Stepan Bandera dirigía las tropas ucranianas, bajo las órdenes ‎directas de Hitler. ‎

Un año después del inicio de la intervención militar rusa, los símbolos de los nacionalistas ‎integristas pueden verse por toda Ucrania. El periodista de Forward, Lev Golinkin, que comenzó ‎a hacer un inventario de los monumentos que existen en todo el mundo en memoria de ‎personajes implicados en los crímenes de los nazis, presentó una lista sorprendentemente larga ‎de los monumentos de ese tipo que encontró en Ucrania [8]. Golinkin subraya que casi todos esos monumentos erigidos en Ucrania ‎son posteriores al golpe de Estado de 2014.

Quienes aún creen que el origen judío del presidente Zelenski le impide celebrar a ‎los nazis deberían saber que hace sólo dos semanas, Zelenski entregó a la 10ª Brigada de Asalto de Montaña ucraniana el «título honorífico ‎‎“Edelweiss”», en evidente referencia a la ‎‎1ª División de Montaña nazi –denominada Edelweiss– que «liberó» Kiev, Stalino, los pasos del ‎Dnieper y Jarkov [9].‎

Son muy pocas las personalidades occidentales que han tenido en cuenta las denuncias emitidas ‎en ese sentido por el presidente Vladimir Putin y su ministro de Exteriores Serguei Lavrov, a pesar ‎de que el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, y su ministro de Defensa, el general Benny ‎Gantz, subrayaron varias veces que Kiev debería aceptar las exigencias de Moscú, al menos ‎en cuanto a la destrucción de todos los símbolos nazis que florecen en Ucrania. Kiev sigue ‎rechazando ese reclamo. Y por eso Israel no ha enviado ningún tipo de armamento a los ‎sucesores contemporáneos de los asesinos de judíos. Eso pudiera cambiar ahora, bajo la coalición ‎gubernamental creada alrededor de Benyamin Netanyahu, quien es por cierto heredero de los ‎sionistas revisionistas de Lev Jabotinsky, que se aliaron con los nacionalistas integristas ‎ucranianos en contra de los soviéticos. ‎

La política actual del gobierno de Volodimir Zelenski resulta incomprensible. Por un lado ‎funcionan las instituciones democráticas, pero al mismo tiempo en Ucrania no sólo se celebra a ‎los nacionalistas integristas sino que además se prohíben los partidos políticos de oposición y la ‎iglesia ortodoxa vinculada al Patriarcado de Moscú, se destruyen millones de libros escritos o ‎impresos en Rusia, se catologa a 6 millones de ucranianos como «colaboradores del invasor ‎ruso» y se asesina a las personalidades que los apoyan.

RED VOLTAIRE. ‎

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