Ucrania es una «democracia»
Los dirigentes occidentales también afirman que Ucrania es una «democracia». Además de que esa palabra deja de tener sentido en una época en que la clase media está en peligro de extinción mientras que la diferencia entre los distintos sectores de la población en materia de ingresos se ha hecho más importante que en cualquier otro momento de la Historia de la humanidad –lo cual nos aleja de la tan cacareada “igualdad de derechos”–, el hecho es que Ucrania es cualquier cosa menos una «democracia».
Ucrania tiene hoy la Constitución más racista del mundo. Su artículo 16 estipula que «Preservar el patrimonio genético del pueblo ucraniano es responsabilidad del Estado». Ese punto específico de la Constitución ucraniana fue redactado por Slava Stetsko, la viuda del primer ministro que los nazis impusieron a los ucranianos durante la Segunda Guerra Mundial.
Aquí tenemos un tema tan delicado que Occidente prefiere evitarlo. Al menos desde 1994, los nacionalistas integristas ucranianos (no confundirlos con aquellos a quienes se suele llamar simplemente «nacionalistas»), o sea los individuos que se identifican con la ideología de Dimitro Dontsov y con los crímenes de Stepan Bandera, ejercen altas funciones en el seno del Estado ucraniano [7].
De hecho, esa ideología se radicalizó con el paso del tiempo. En la Primera Guerra Mundial no tenía el sentido que tuvo después, durante la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que a partir de 1942, Dimitro Dontsov estuvo entre los individuos que concibieron la «solución final de las cuestiones judía y gitana». Dimitro Dontsov fue administrador del Instituto Reinhard Heydrich de Praga, órgano del III Reich que se encargó de asesinar millones de personas debido a su origen étnico.
Por su parte, Stepan Bandera fue el jefe militar de los nazis ucranianos y dirigió numerosos pogromos y masacres masivas. Sus sucesores de hoy afirman que Bandera estuvo internado en un campo de concentración, lo cual es falso –sólo estuvo bajo prisión domiciliaria en un suburbio de Berlín, en la sede de la administración de los campos de concentración. En definitiva, al final de la Segunda Guerra Mundial Stepan Bandera dirigía las tropas ucranianas, bajo las órdenes directas de Hitler.
Un año después del inicio de la intervención militar rusa, los símbolos de los nacionalistas integristas pueden verse por toda Ucrania. El periodista de Forward, Lev Golinkin, que comenzó a hacer un inventario de los monumentos que existen en todo el mundo en memoria de personajes implicados en los crímenes de los nazis, presentó una lista sorprendentemente larga de los monumentos de ese tipo que encontró en Ucrania [8]. Golinkin subraya que casi todos esos monumentos erigidos en Ucrania son posteriores al golpe de Estado de 2014.
Quienes aún creen que el origen judío del presidente Zelenski le impide celebrar a los nazis deberían saber que hace sólo dos semanas, Zelenski entregó a la 10ª Brigada de Asalto de Montaña ucraniana el «título honorífico “Edelweiss”», en evidente referencia a la 1ª División de Montaña nazi –denominada Edelweiss– que «liberó» Kiev, Stalino, los pasos del Dnieper y Jarkov [9].
Son muy pocas las personalidades occidentales que han tenido en cuenta las denuncias emitidas en ese sentido por el presidente Vladimir Putin y su ministro de Exteriores Serguei Lavrov, a pesar de que el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, y su ministro de Defensa, el general Benny Gantz, subrayaron varias veces que Kiev debería aceptar las exigencias de Moscú, al menos en cuanto a la destrucción de todos los símbolos nazis que florecen en Ucrania. Kiev sigue rechazando ese reclamo. Y por eso Israel no ha enviado ningún tipo de armamento a los sucesores contemporáneos de los asesinos de judíos. Eso pudiera cambiar ahora, bajo la coalición gubernamental creada alrededor de Benyamin Netanyahu, quien es por cierto heredero de los sionistas revisionistas de Lev Jabotinsky, que se aliaron con los nacionalistas integristas ucranianos en contra de los soviéticos.
La política actual del gobierno de Volodimir Zelenski resulta incomprensible. Por un lado funcionan las instituciones democráticas, pero al mismo tiempo en Ucrania no sólo se celebra a los nacionalistas integristas sino que además se prohíben los partidos políticos de oposición y la iglesia ortodoxa vinculada al Patriarcado de Moscú, se destruyen millones de libros escritos o impresos en Rusia, se catologa a 6 millones de ucranianos como «colaboradores del invasor ruso» y se asesina a las personalidades que los apoyan.
RED VOLTAIRE.
No comments:
Post a Comment