El genocidio que pasó… y el que
llega
Los acuerdos de Oslo sobre una
solución al problema palestino, que planteaba la coexistencia de dos
estados y una negociación política, se han convertido en una
sentencia de muerte a la causa palestina. Hoy hay seis millones de
palestinos refugiados, la mayoría en condiciones infrahumanas
Ricardo Arenales
En la década comprendida entre enero
de 2009 y finales de octubre de 2019, las fuerzas israelíes han
matado a más de 3.400 palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza,
sin incluir a las víctimas de la última matanza, ocurrida a finales
de noviembre pasado.
El líder de la Jihad Islámica
Palestina, Baha Abu al Atta, fue asesinado en la noche del 12
noviembre pasado, mientras dormía, en su residencia de Gaza. Un
proyectil teledirigido contra la edifición, mató también a su
esposa e hirió a sus cuatro hijos. Abu es el segundo comandante de
la milicia palestina que muere en un asesinato extrajudicial este
año. En mayo, el ejército israelí asesinó a Hamed Ahmed Khudary,
un jefe de campo de Hamás.
Tras la muerte de Baha Abu, el primer
ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, justificó la muerte y
calificó el crimen como una medida preventiva necesaria para la
seguridad nacional. Los militantes de la Jihad respondieron al crimen
disparando al menos 190 cohetes al sur y al centro de Israel,
paralizando casi la mitad del país. Las tropas sionistas
respondieron con fuego pesado, causando numerosas bajas en las
tierras de Gaza.
La tierra prometida
Después del ataque y el contra
ataque, Israel volvió a la ‘normalidad’. En Palestina, las
familias enterraron a sus muertos, removieron los escombros de las
casas destruidas e incrementaron su pobreza. Ahora esperan la próxima
masacre. Que seguro vendrá. La matanza de palestinos en Gaza se ha
vuelto normal, cotidiana. ¿Cómo pueden resistir los palestinos esta
opresión de décadas? ¿Se puede hacer algo para detener la matanza?
Israel está practicando una
política, no solo de asesinatos selectivos sino de ‘limpieza
étnica’ con el fin de completar el desalojo de la población y
apoderarse de las tierras palestinas. Tienen para ello una razón que
consideran ‘poderosa’: se creen el pueblo elegido por Dios para
colonizar esa parte del planeta, en detrimento de las vidas de miles
de pobladores anteriormente establecidos allí.
Están matando a dos millones de
palestinos en la Franja de Gaza. Los pobladores de esta región no
tienen agua potable, porque se la niega el gobierno israelí.
Disponen de cuatro horas de energía eléctrica al día. Hay cien mil
familias a las que los bombardeos, los asesinatos selectivos
destrozaron sus hogares, y están siendo constantemente acosadas por
las tropas sionistas.
Cárceles atestadas
En Gaza, especialmente, los
medicamentos son muy caros. En Palestina hay siete fábricas de
medicamentos, que producen fármacos muy elementales. Israel no les
vende insumos químicos ni permite que los importen, para generar
productos de mayor complejidad, pues alega que con ellos pueden
producir armas químicas. O es pura y física paranoia, o
sencillamente otro pretexto para matar por hambre y enfermedades a
los palestinos.
Las organizaciones defensoras de
derechos humanos son perseguidas. Es el caso de Addameer, defensora
de presos políticos; del Comité de Mujeres de Hebrón o de los
Comités de Trabajo para la Salud, que atienden heridos en zonas de
confrontación. ¡Casi todas! Las sedes de estas organizaciones han
sido allanadas, les incautan computadores.
Es frecuente que a los ciudadanos los
detengan sin que se les formulen cargos de ninguna especie, solo por
‘seguridad’. Es lo que llaman detenciones por vía
administrativa. Hay gente que lleva 20 años detenida, en forma
preventiva, sin que se le hayan formulado cargos criminales de
ninguna especie.
Una cárcel
La libertad de movimiento, de
locomoción, ha desaparecido. Los palestinos no pueden entrar o salir
por aire, mar o tierra, sin la autorización expresa de los soldados
que controlan las fronteras, los barrios, las edificaciones, las
casas. En Cisjordania, la gente también padece dificultades, porque
cada movimiento es controlado por los sionistas, y si quieren
encerrarlos, los encierran. La vida depende total y absolutamente de
los israelíes. Palestina es una cárcel.
Lo que Tel Aviv quiere es desocupar
esos territorios, que los cinco millones de palestinos salgan de ahí,
porque consideran que esa tierra fue señalada por Dios para los
judíos. La violencia ha sido tal, que hay judíos que creen que
Israel se ha convertido en un país nazi. No instalan cámaras de
gas, como en los campos de concentración alemanes, porque eso sería
un escándalo en nuestro tiempo. Pero la manera como están matando
al pueblo de Gaza, es un genocidio.
Los acuerdos de Oslo sobre una
solución al problema palestino, que planteaba la coexistencia de dos
estados y una negociación política, se han convertido en una
sentencia de muerte a la causa palestina. Hoy hay seis millones de
palestinos refugiados, la mayoría en condiciones infrahumanas. En
contraste, Israel ha incrementado el número de construcciones en
territorio palestino, con casi 7000.000 colonos, que usurpan tierras
que no les pertenecen.
Indiferencia
La Casa Blanca ha ofrecido mediar en
la solución del conflicto palestino-israelí. Pero su líder, el
señor Donald Trump, apoya todas las medidas genocidas de su aliado
israelí contra Palestina: los asentamientos judíos ilegales, la
anexión de Jerusalén, de Cisjordania, las matanzas de palestinos.
La comunidad internacional, en la
mayoría de los casos observa indiferente la muerte lenta del pueblo
palestino. Algunos gobiernos, particularmente Estados Unidos y los
del bloque europeo, cooperan con los agresores, armando y financiando
a Israel, que fomenta una política hegemónica en la región. Israel
hace lo que quiere con la tierra palestina, la propiedad palestina,
los cuerpos palestinos, hace todo lo posible para frustrar la
resistencia no violenta de ese pueblo y precipitar una escalada de
confrontación.
Este panorama se da en momentos en
que el gobierno de Benjamín Netanyahu enfrenta una profunda crisis
institucional. Cuando en lo corrido del año ha fracaso dos veces en
su empeño por formar un nuevo gobierno, tras sendos procesos
electorales, y que enfrenta la posibilidad de tener que convocar a
elecciones por tercera vez para el próximo mes de marzo.
El problema es que cada vez que el
gobierno israelí enfrenta crisis, o acusaciones por corrupción,
como sucede en la actualidad, el ejecutivo dispone de operativos
militares, bombardeos y masacres en tierras palestinas, para desviar
la atención de las acusaciones y buscar cohesionar fuerzas para
mantener su proyecto sionista.
Publica SEMANARIO LA VOZ