En el momento preciso en el que escribo estas líneas, y según las cifras oficiales de que disponemos, más de 8.300 palestinos y palestinas -3.457 menores de edad entre ellos- han sido asesinados por Israel desde que empezó su campaña de bombardeos contra Gaza. Son unos datos terribles que, sin embargo, mañana mismo serán más horrendos, porque Israel no ha cesado ni proyecta cesar su salvaje campaña militar.
Y todo ello sucede no solo con el silencio cómplice de los gobernantes europeos, sino incluso con la condescendencia y la aprobación de quienes como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, reivindican el “legítimo derecho de Israel a su defensa”, lo que viene a ser un eufemismo para no decir directamente que se aprueba e incluso se celebra el asesinato de cuantos palestinos y palestinas que Israel estime conveniente. Hoy mismo hemos conocido también que, a iniciativa de Vox y con el voto favorable del PP, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid ha concedido la Medalla de Honor de la Villa a Israel.
Hace poco más de 20 meses se nos pedía solidaridad para con un pueblo, el ucraniano, víctima de una invasión ilegítima. Gobernantes, partidos políticos, medios de comunicación y toda suerte de poderes fácticos coincidían en la necesidad de visibilizar ese apoyo. Durante las últimas semanas, no obstante, hemos podido ver como Emmanuelle Macron pretendía prohibir en Francia cualquier movilización de apoyo a Palestina y cómo los gobiernos de Reino Unido y Alemania sugerían que el simple hecho de portar una bandera palestina podía ser constitutivo de delito. Aquí mismo, en el Estado Español, somos ya testigos de ese cercenamiento de la libertad de expresión: en varios eventos deportivos agentes de seguridad privada y fuerzas policiales han retirado banderas palestinas e identificado a quienes las llevaban consigo.
Durante décadas hemos sido conscientes de las continuas masacres y de las políticas de limpieza étnica realizadas por Israel contra la población palestina. Hemos sido conscientes de la hipocresía y de la doble moral de una Europa que afirma defender los Derechos Humanos y el Derecho Internacional y que, sin embargo, nunca ha alzado su voz para denunciar la ocupación israelí y sus políticas de apartheid. No obstante, nunca como hasta ahora ha sido tan palpable la pérdida de libertades y de derechos que para los propios ciudadanos y ciudadanas de Europa supone la posición política adoptada por nuestros gobernantes.
La realidad, la terrible realidad, es que el pueblo palestino está solo en estos aciagos momentos por más que a lo largo y ancho del mundo se sucedan masivas manifestaciones de apoyo a la causa palestina
Hace semanas que Israel somete a un férreo bloqueo a la población gazatí y no permite la presencia de periodistas independientes que informen de cuanto ocurre en un territorio equivalente en tamaño a la isla de la Gomera y en el que malviven más de 2 millones de personas. Asimismo, desde hace varios días Israel impide cualquier tipo de comunicación de los habitantes de Gaza con el exterior. El objetivo evidente es silenciar el genocidio que se está perpetrando en la Franja de Gaza.
Si, has leído bien: genocidio. Porque la realidad es que a las políticas de limpieza étnica puestas en marcha por Israel desde hace décadas, se suma ahora una campaña militar que por su crudeza e inhumanidad, no puede tener más objetivo que el exterminio de todo palestino que resida en Gaza. Pero también en Cisjordania, donde Hamas nunca ha tenido un peso político significativo y donde los asesinatos perpetrados por las fuerzas israelíes y por los llamados colonos (a quienes podríamos considerar como fuerzas de ocupación) superan ya el centenar de víctimas.
La realidad, la terrible realidad, es que el pueblo palestino está solo en estos aciagos momentos. Por más que a lo largo y ancho del mundo se sucedan masivas manifestaciones de apoyo a la causa palestina, lo cierto es que ningún país va a mover ni un solo dedo por detener los crímenes de lesa humanidad que está perpetrando el estado de Israel. Parafraseando a alguien que dio con sus huesos en la cárcel por sus prácticas corruptas, podríamos resumirlo con la siguiente frase: “Es la geopolítica, amigos”.
A quienes aún creemos en los Derechos Humanos y en la dignidad de las personas, a quienes elegimos no ser neutrales y ponernos de parte de los oprimidos, a quienes nos duele en el alma ver la masacre cotidiana y el genocidio que se perpetra contra el pueblo palestino, no nos queda más opción que salir a las calles de nuestros pueblos y ciudades para gritar por aquellos y aquellas cuya voz ha sido silenciada, para clamar por la paz, por la justicia y por un futuro digno para el pueblo palestino. Porque solo un auténtico movimiento tectónico que remueva nuestras sociedades desde su base puede alterar el macabro equilibrio geopolítico que hoy permite, tolera y celebra el genocidio que está sufriendo la población de Gaza. No en nuestro nombre. Paz, dignidad y justicia para el pueblo palestino.
Área Solidaridad Internacional de la APDHA — 31 de octubre de 2023 19:58h
Actualizado el 01/11/2023 05:30h
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