El director general de los Mossos
d'Esquadra, Manel Prat, ha anunciado esta mañana en una entrevista en Catalunya
Ràdio
la apertura de una investigación interna para aclarar los disparos con
lanzadora (armas que lanzan unos proyectiles de unos 40 milímetros de diámetro)
en la zona donde una mujer, Ester
Quintana, perdió un ojo en la pasada huelga general. Prat ha dicho
que "hay que estudiar qué ocurrió" y "qué agente disparó".
Las palabras del director general
de los Mossos desmienten al consejero de Interior, Felip Puig, quien en sede
parlamentaria aseguró que la policía
catalana no había lanzado ningún proyectil en la zona donde la mujer
resultó herida, y llegan después de que un vídeo desmintiera este jueves la
versión oficial de los hechos. Puig llegó a
señalar a los propios manifestantes como los responsables de las
heridas de Quintana al sostener que estos habían lanzado objetos contundentes
contra la policía. PSC e ICV ya
pidieron este jueves el cese de Puig por este motivo, mientras ERC
exigió que Interior aclare lo ocurrido. (El País).
Interior
da ahora, sin embargo, credibilidad al vídeo y Prat asegura que el cuerpo
policial valorará lo ocurrido y tomará "las decisiones oportunas a nivel
interno". Pese a todo, ha tratado de disculpar a Puig por haber faltado a
la verdad en sede parlamentaria y ha dicho que el consejero dio la versión que
tenía basada en informes internos y que "en ningún caso fue voluntad del
consejero" informar incorrectamente de lo ocurrido.
¿Cómo es posible que los catalanes continúen soportanto a un impresentable fascista como Puig con las torturas y muertos que lleva a su espalda como responsable de los "mossos"? ¿Acaso con siniestros como éste quieren gestionar su independencia? Arregladitos van, pues.
Este sinuestro personaje de mirada torva y predadora es un magnífico ejemplar producto del sistema que hoy lleva a este país a la ruina más absoluta. Su historia parece sacada de un pésimo culebrón sobre el "sueño americano". Fontanero él, vio la luz en la película Pretty Woman donde el personaje principal (Richard Gere) es un tiburón que se dedica a comprar y gestionar empresas en quiebra. Ni corto ni perezoso, el tipo cierra su fontanaría y se mete en ese negocio sin estudios ni coocimientos en la materia y en poco tiempo monta un tinglado donde maneja miles de millones. Su manera de operar es siempre la misma, compra empresas que dice va a remontar, sin embargo la realidad es muy otra, actúando sólo para lucrarse fraudulentamente el bolsillo y protejer en paraísos fiscales los enormes patrimonios de empresarios choriceros como Ruiz Mateos y Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE. El mafioso negocio de Angel de Cabo subió como la espuma en la debacle de la burbuja inmobiliaria y, estoy seguro, continuaría robando sin problemas si no le hubiera afectado de rebote el escandaloso caso Marsans. A ningún fiscal anti corrupción, ni juez, ni funcionario de Hacienda se le ocurrió investigar el sospechoso y repentino éxito de este individuo. Y es comprensible en una España que está a la altura de Bostwana en el ranking de los países más corruptos. Sí, el mismo Bostwana donde el "no lo haré más"se sentía como en casa cazando elefantes a costa del erario público. Creo, sinceramente, que si se investigara a fondo toda esa élite que conforma la actual plutocracia española, la gente como Díaz Ferrand y deCabo saldrían a espuertas. El neoliberalismo, ya de por si un sistema económico selvático, inhumano e insolidario, se convierte en mafioso cuando ni tan siquiera sus laxas reglas se aplican. De esta manera, y lo digo como lo siento, es para flagelar a Rajoy y a su pléyade de sinvergüenzas en la plaza pública cuando afirman que la culpa de la crisis la tenemos los ciudadadanos por comprarnos televisiones de plasma y hacer viajes al Caribe. Y es que, además de los criminales recortes, tenemos que soportar el insulto y el escupitajo de este impresentable gobierno. Un gobierno que no siente ningún respeto hacia sus gobernados. Aún está por ver que el presidente de alguna clase de explicación sobre la denuncia de esos millonarios emolumentos que como registrador de la propiedad, supuestamente, sigue cobrando sin ejercer. "El abogado José Luis Mazón, en representación del partido Soberanía de
la Democracia (Soberanía), ha denunciado ante la Oficina de Conflicto de
Intereses al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por mantener su
plaza como titular del Registro de la Propiedad de Santa Pola, en la
provincia de Alicante, tal y como había informado Atlántica XXII en su
número 17, el pasado mes de noviembre. http://jboix.wordpress.com/2012/08/04/aun-tiene-la-desverguenza-este-registrador-de-la-propiedad-de-pedirnos-sacrificios/ Esta es la España de la crisis, la España de los mangantes, de los estafadores, de las instituciones corrompidas, de los políticos chorizos y no la del honrado ciudadano que se compra una televisión de plasma y la paga religiosamente.
Hace poco meses fue la hija de un corrupto del PP la que puso de moda el que "se jodan", refiriéndose a los parados que se quedan sin ayuda.
Ahora viene esta otra vívora del movimiento a insultar a los mismos. Esta es la auténtica y provocadora violencia, la del fascismo que detenta el poder hoy en España. Destruye tu vida y luego escupe sobre tus despojos. Gente así se amparan en una legislación cada vez más autoritaria para actuar como lo están haciendo. En un país democrático a estos individuos los harían dimitir de facto. Aquí no porque NO SOMOS UN PAÍS DEMOCRÁTICO. Esta mujer puede vejar libre e impunemente a esos SEIS MILLONES DE PARADOS que maniatados y apaleados no pueden responder.
Esto no puede seguir así.
Esta mañana tomaba café con los habituales de mi nuevo pueblo de
acogida, y la conversación, como ya va siendo costumbre en estos
peligrosos tiempos, derivó sobre el gobierno y sus salvajes e
insolidarios recortes. La mayoría está furiosa con Rajoy, y más de uno
teme a esas edades por su pensión, y no les falta razón al preocuparse.
Alguno, el más expeditivo, comenta que en España se ha dejado crecer en
demasía el rastrojo y que habría que quemarla entera para sembrar y
recoger mejor cosecha que la que tenemos. Pepe, un setentón bien fajado,
se adhiere a esta propuesta e, incluso, habla de una guillotina
automática que no pare de cortar cabezas, "hay demasiado hijo de puta y
ladrón suelto en este país", resuella con voz aguardentosa y mofletes
encendidos. Yo, entonces, suspiro y pienso: ¡Ay, de la justicia de los
pueblos!, bárbara pero siempre eficaz.
Sin embargo, pronto a
todos se nos afila la oreja al escuchar el lúgubre replique de las
campanas de la Iglesia. Ya de temprano tocan a muerto, y en su lenguaje
nos informa que ha sido un hombre. Todos se miran con la misma
pregunta en sus añosos y tostados frontispicios: "A quién le habrá
tocado esta vez". La mayoría de los presentes especula entonces. "Quizás
Manolito" salta uno poniéndo cara de circunstacias. "La última vez que
lo vi andaba muy malito", remacha con improvisado pareado. Enseguida me
intereso por la edad del posible desafortunado con la estúpida esperanza
de que me exceda en años. Siempre hago lo mismo. Luego respiro,
aliviado, al enterarme que el presunto me lleva algunos por delante. Sin
embargo otro comenta sobre un tal Paco, que fue ingresado de urgencia
la semana pasada por un derrame cerebral o ictus de esos. "Quizás ha
muerto, el pobre" comenta otro que parece conocerlo.
Mi problema o
ventaja ––según se mire–– es que aún no conozco a casi nadie del
pueblo, aparte de estos tres o cuatro amigos, bueno, más bien conocidos o
tertulianos ocasionales. De ellos tampoco sé gran cosa. No suelo
preguntar por la vida de nadie, y también estos compañeros de café
parecen bastante reservados a pesar de ser andaluces de rancia cepa,
cosa que agradezco. Escribiendo esto me viene a la memoria la magistral
pieza de don Miguel, "el Ajedrecista". A veces es mejor especular sobre
el que tienes enfrente que conocer su íntima realidad. ¿Idealizar mejor
que conocer? Pues en algunos casos pienso que es mejor así. De pronto
uno de los compis, que parece haber adivinado el motivo de mi
obsesión por las edades, me dice con sonrisa maliciosa: "Pues Paco es
más joven que tú, José Manuel". Asiento con la cabeza y me amorro al
medio cortado de café con leche que me resta.
Las campanas
continúan tañendo, incansables. Ahora ya no importan los recortes, ni la
huelga, ni tampoco el hijo que tienes parado en casa de por vida. La
obstinada campana no nos da tregua ni nos deja cambiar de conversación.
Todos los enfermos y moribundos del pueblo van pasando uno a uno por la
mesa. Es la morbosidad de la muerte la que no nos deja abandonarla.
Luego, cuando acaba el desfile de futuribles florecen las enfermedades
de mis amigos tertulianos, que ellos mismos van desgranando. Uno de
ellos, que tose como un condenado, apaga el cigarro sin consumirlo y
jura que va a dejarlo. Yo también debo tener los pulmones hechos mierda,
pero no apago el mío ni juro que voy a dejarlo. Me revuelvo contra el
desertor, explicándole que todos tenemos en nuestros genes una fecha de
caducidad que nos marca el día y la hora de nuestra muerte, y que este
dispositivo biológico lo traemos todos de fábrica y no va a cambiar
hagamos lo que hagamos. Vamos, que si no mueres por tabaquismo, mueres
por otra cosa. A la muerte le sobran siempre motivos. Alguno no entiende muy bien este asunto,
aunque tampoco me esfuerzo por explicarlo. En el fondo me da igual. En
realidad es una excusa que yo mismo me pongo para no dejar el tabaco y
otras cosas. Al final, no renunciar a mis pequeños vicios se ha vuelto
para mi un último y peculiar bastión de resistencia, un acto temerario,
casi heróico del que presumo. Salvando las lógicas distancias, me siento
como ese aguerrido antisistema que se juega su integridad física ante
los mossos en las manifestaciones a pique de ser castrado, torturado,
quedar tuerto o algo peor. Quizás lo mío se resuma en una patología
psicológica producto de la intensa rabia que me produce todos esos
cínicos que me prohiben "por mi bien".
Antes de abandonar la mesa
reflexiono en voz alta y con visible cabreo: ¿Y para qué coño cuidarnos
tanto si al final nos van a quitar la pensión y moriremos de miseria y
hambre?
De pronto, la mayoría palidece ante la nueva y letal enfermedad.
Rajoy y sus banqueros no quieren testigos en los criminales desahucios.
La policía detiene y le quita la cámara a una periodista de la Sexta por hacer su labor en una manifestación en Sevilla contra los desahucios. Ana García, ha sido puesta hoy en libertad con cargos
después
de pasar la noche en comisaría incomunicada y con otros cuatro detenidos. Todos
han quedado en libertad con cargos. Se les imputa ocupación ilegal de un
inmueble, atentado a la autoridad, desobediencia, daños y lesiones. Además, a
Ana le han requisado la cámara y las grabaciones.“Consideran que alboroté a la
gente, cuando yo allí no conocía a nadie y solo estaba haciendo mi trabajo”,
lamenta Ana García. “Hasta hoy había ido a coberturas y nunca había tenido
problemas: nunca me habían dicho que no pudiera grabar”.
Parece increíble las barbaridades que ha hecho esta joven con una cámara en la mano (¡atentado a la autoridad, desobediencia y daños y lesiones!). De momento ha estado presa e incomunicada toda una noche por ejercer su profesión.
Ana Garcia a la salida de los juzgados de Sevilla.
LA POLICÍA DE CIU Y DEL PP.
INADMISIBLE ACTITUD DE UN GOBIERNO
QUE DICE SER DEMOCRÁTICO.
RAJOY VUELVE A INDULTAR POR SEGUNDA VEZ Y EN FRAUDE DE LEY A LOS MOSSOS CONDENADOS POR TORTURAS Y MALOS TRATOS POR LA AUDIENCIA DE BARCELONA.
"El Consejo de Ministros ha
indultado este viernes por segunda vez a cuatro mossos d’esquadra condenados por
torturar a un hombre al que confundieron con un atracador. Los policías debían
cumplir penas de hasta cuatro años y seis meses de prisión decretadas por el
Tribunal Supremo, que consideró probado que apalearon, amenazaron e incluso
introdujeron una pistola en la boca al detenido. En febrero, el Gobierno del PP
ya concedió la medida de gracia, rebajando la pena a dos años de
prisión, con el convencimiento de que los agentes no entrarían en la cárcel
—normalmente si el reo no tiene antecedentes, como es el caso, se suspende la
ejecución—. También cambió la inhabilitación por la suspensión de cargo público
durante dos años.
Pero la Sección Novena de la
Audiencia de Barcelona, en una resolución atípica, ordenó el ingreso
en prisión de los policías, alegando “razones de prevención general
y especial, de peligrosidad criminal, de repulsa y de alarma social”. Los mossosd’esquadra, respaldados por el
Departamento de Interior, presentaron diversos recursos para retrasar la
ejecución de la condena y confiando en que se les concedería un segundo
indulto, que también pidieron.
El próximo 10 de
diciembre era la fecha límite: o el Gobierno atendía su petición o
entraban en la cárcel. El Ejecutivo del PP conmutó este viernes la pena de
prisión por una multa con una cuota diaria de 10 euros, durante dos años, lo
que supone pagar 7.200 euros en lugar de la prisión. En una nota de prensa, el
Ministerio de Justicia alegó que la medida se concede tras “analizar la amplia
documentación e información que contienen los expedientes aportados”. Una
portavoz aclaró después que se han basado en los mismos informes que estudiaron
para conceder el primer indulto: investigaciones policiales posteriores sobre
los hechos y el currículo de los agentes.
Para justificarse, el terrorismo de
Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que
esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los
terroristas, logrará multiplicarlos.
Desde 1948, los palestinos viven
condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han
perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera
tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar,
son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin
salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo
parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las
elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala
conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La
democracia es un lujo que no todos merecen.
Son hijos de la impotencia los cohetes
caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona
puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación
israelí usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la
madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos
sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando,
desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina
queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.
Los colonos invaden, y tras ellos los
soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en
legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva.
Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió
Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras
defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos
siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia
otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por
el pánico que generan los palestinos al acecho.
Israel es el país que jamás cumple las
recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata
las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes
internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de
prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde
viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El
gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para
acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para
liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna
impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en
Israel al más incondicional de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y
sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror.
Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras
guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y
suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento
humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación
de limpieza étnica.
Y como siempre, siempre lo mismo: en
Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
Gente peligrosa, advierte el otro
bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a
creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios
también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas
de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima
y Nagasaki.
La llamada comunidad internacional,
¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes,
banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados
Unidos se ponen cuando hacen teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía
mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos
vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas
ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los países
árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se
frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de belleza y
de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra
esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre
europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a
los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son,
antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta
ajena.
(Este artículo está dedicado a mis amigos
judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró.)