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Caricatura del Diario República Constitucional. |
Discurso del
Príncipe Don Juan Carlos de Borbón y Borbón ante las Cortes franquistas el
23jul69 con motivo de su juramento de lealtad al caudillo y los Principios del
Movimiento Nacional
«Mi General, señores Ministros, señores Procuradores:
Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como
Sucesor a título de Rey, lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad
a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino.
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PRIMERAS VÍCTIMAS DEL 18 DE JULIO. |
Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su
Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política
surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos
sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de
nuevo su destino.
España, en estos últimos años, ha recorrido un
importantísimo camino bajo la dirección de Vuestra Excelencia. La paz que hemos
vivido, los grandes progresos que en todos los órdenes se han realizado, el
establecimiento de los fundamentos de una política social son cimientos para
nuestro futuro. El haber encontrado el camino auténtico y el marcar la clara
dirección de nuestro porvenir son la obra del hombre excepcional que España ha
tenido la inmensa fortuna de que haya sido, y siga siendo por muchos años, el
rector de nuestra política.
Pertenezco por línea directa a la Casa Real española y, en
mi familia, por designios de la Providencia, se han unido las dos ramas. Confío
en ser digno continuador de quienes me precedieron.
Deseo servir a mi país en cauce normal de la función
pública, y quiero para nuestro pueblo: progreso, desarrollo, unidad, justicia,
libertad y grandeza, y esto sólo será posible, si se mantiene la paz interior.
He de ser el primer servidor de la Patria en la tarea de que nuestra España sea
un Reino de justicia y de paz. El concepto de justicia es imprescindible para
una convivencia humana, cuyas tensiones sean solubles en la Ley y se logren
dentro de una coexistencia cívica en libertad y orden.
Ha sido preocupación fundamental de la política española
en estos años la promoción del bienestar en el trabajo, pues no puede haber un
pueblo grande y unido sin solidaridad nacida de la Justicia Social. En este
campo nunca nos sentiremos satisfechos.
Las más puras esencias de nuestra gloriosa tradición
deberán ser siempre mantenidas, pero sin que el culto al pasado nos frene en la
evolución de una sociedad que se transforma con ritmo vertiginoso en esta era
apasionante en que vivimos. La tradición no puede ni debe ser estática: hay que
mejorar cada día.
Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la
persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines
de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando.
Estoy muy cerca de la juventud. Admiro en ella, y
comparto, su deseo de buscar un mundo más auténtico y mejor. Sé que en la
rebeldía que a tantos preocupa está viva la mejor generosidad de los que
quieren un futuro abierto, muchas veces con sueños irrealizables, pero siempre
con la noble aspiración de lo mejor para el pueblo.
Tengo gran fe en los destinos de nuestra Patria. España
será lo que todos y cada uno de los españoles queramos que sea, y estoy seguro
de que alcanzará cuantas metas se proponga, por altas que éstas sean.
La Monarquía puede y debe ser un instrumento eficaz como
sistema político si se sabe mantener un justo y verdadero equilibrio de poderes
y se arraiga en la vida auténtica del pueblo español.
A las Cortes Españolas, representación de nuestro pueblo y
herederas del mejor espíritu de participación popular en el Gobierno, les
expreso mi gratitud. El juramento solemne ante vosotros de cumplir fielmente
con mis deberes constitucionales es cuanto puedo hacer en esta hora de la
historia de España.
Mi General: Desde que comencé mi aprendizaje de servicio a
la Patria me he comprometido a hacer del cumplimiento del deber una exigencia
imperativa de conciencia. A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea
pueda proporcionarme, estoy seguro que "mi pulso no temblará" para
hacer cuanto fuere preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de
jurar.
En
esta hora pido a Dios su ayuda y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy
seguro, con nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de
ella.»
Discurso del
Príncipe Juan Carlos de Borbón al ser proclamado rey por las Cortes
franquistas.
"En esta hora cargada de emoción y esperanza, llena de
dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la corona del Reino
con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pueblo español y de la honrosa
obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una
tradición centenaria que ahora coinciden en el trono. Como rey de España,
título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del
Reino y el mandato legítimo de los españoles, me honro en dirigiros el primer
mensaje de la Corona que brota de lo más profundo de mi corazón.
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LAS VÍCTIMAS DE FRANCO. |
Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de
Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será
imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política
contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien
durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación
del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y
de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de
pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al
servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y
estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio.
El cumplimiento del deber está por encima de cualquier
otra circunstancia. Esta norma me la enseñó mi padre desde niño, y ha sido una
constante en mi familia, que ha querido servir a España con todas sus fuerzas.
La Monarquía será fiel guardián de esa herencia y procurará en todo momento
mantener la más estrecha relación con el pueblo. La institución que personifico
integra a todos los españoles y hoy, en esta hora tan trascendental, os convoco
porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos
entiendan que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia
nacional.
El Rey es el primer español obligado a cumplir con su deber
y con estos propósitos afirmo solemnemente que todo mi tiempo y todas las
acciones de mi voluntad estarán dirigidos a cumplir con mi deber. Pido a Dios
su ayuda para acertar siempre en las difíciles decisiones que el destino alzará
ante nosotros. Con su gracia y con el ejemplo de tantos predecesores que
unificaron, pacificaron y engrandecieron a todos los pueblos de España, deseo
ser capaz de actuar como moderador, como guardián del sistema constitucional y
como promotor de la justicia. Que nadie tema que su causa sea olvidada, que
nadie espere una ventaja o un privilegio. Juntos podremos hacerlo todo si a
todos damos su justa oportunidad. Guardaré y haré guardar las leyes, sabiendo
que el servicio del pueblo es el fin que justifica toda mi función. Soy
plenamente consciente de que un gran pueblo como el nuestro pide
perfeccionamientos profundos. Escuchar, canalizar y estimular estas demandas es
para mí un deber que acepto con decisión. La patria es una empresa colectiva
que a todos compete, su fortaleza y su grandeza deben apoyarse por ello en la
voluntad manifiesta de cuantos la integramos. Pero las naciones más grandes y
prósperas, donde el orden, la libertad y la justicia han resplandecido mejor,
son aquellas que más profundamente han sabido respetar su propia historia. La
justicia es el supuesto para la libertad con dignidad, con prosperidad y con
grandeza. Insistamos en la construcción de un orden justo, un orden donde tanto
la actividad pública como la privada se hallen bajo la salvaguardia jurisdiccional.
Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del
Reino y del Estado las peculiaridades regionales, como expresión de la
diversidad de pueblos que constituyen la sagrada realidad de España. El Rey
quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y
en su tradición.
Esta hora dinámica y cambiante exige una capacidad
creadora para integrar en objetivos comunes las distintas y deseables
opiniones, que dan riqueza y variedad a este pueblo español, que lleno de
cualidades, se entrega generoso cuando se le convoca a una tarea realista y
ambiciosa. La Corona entiende como un deber el reconocimiento y la tutela de
los valores del espíritu. Como primer soldado de la nación, me dedicaré con
ahínco a que las fuerzas armadas de España, ejemplo de patriotismo y
disciplina, tengan la eficacia y la potencia que requiere nuestro pueblo.
La Corona entiende, también, como deber fundamental, el
reconocimiento de los derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a
todos los españoles las condiciones de carácter material que les permitan el
efectivo ejercicio de todas sus libertades. Por lo tanto, hoy, queremos
proclamar, que no queremos ni un español sin trabajo, ni un trabajo que no
permita a quien lo ejerce mantener con dignidad su vida personal y familiar,
con acceso a los bienes de la cultura y de la economía para él y para sus
hijos. Una sociedad libre y moderna requiere la participación de todos en los
foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles
educativos y en el control de la riqueza nacional.
El Rey, que es y se siente profundamente católico, expresa
su más respetuosa consideración para la Iglesia. La doctrina católica,
singularmente enraizada en nuestro pueblo, conforta a los católicos con la luz
de su magisterio. El respeto a la dignidad de la persona que supone el
principio de libertad religiosa es un elemento esencial para la armoniosa
convivencia.
España es el núcleo originario de una gran familia de
pueblos hermanos. Cuanto suponga potenciar la comunidad de intereses, el
intercambio de ideales y la cooperación mutua es un interés común que debe ser
estimulado.
La idea de Europa sería incompleta sin una referencia a la
presencia del hombre español y sin una consideración del hacer de muchos de mis
predecesores. Europa deberá contar con España y los españoles somos europeos.
Que ambas partes así lo entiendan y que todos extraigamos las consecuencias que
se derivan. Es una necesidad del momento,
No sería fiel a la tradición de mi sangre si ahora no
recordase que durante generaciones, los españoles hemos luchado por restaurar
la integridad territorial de nuestro solar patrio. El Rey asume este objetivo
con la más plena de las convicciones. Os prometo firmeza y prudencia. Confío en
que todos sabremos cumplir la misión en la que estamos comprometidos.
Si todos permanecemos unidos, habremos ganado el futuro.
¡Viva España!"
Fuente de documentación de la Vanguardia.
COMO EL REY NUNCA JURÓ LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DEL 78 TENEMOS UNA MONARQUÍA FRANQUISTA PUES EL BORBÓN SÍ JURÓ LOS PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO.