Por: Tito Andino U.
“No soy una marioneta, no fui creado por Occidente y no iré
a Occidente ni a ningún otro país. Soy sirio, debo vivir y morir en
Siria”. Bashar Al-Assad.
Desde el punto de vista geográfico, en muchos territorios
árabes, en especial en las remotas zonas desérticas del Medio Oriente y África
del Norte, a pesar de las fronteras existentes, hay espacios estatales sin
control gubernamental, ahí, en esos sitios, es donde predomina una excepcional
administración de tipo tribial y familiar, para quienes las demarcaciones
fronterizas son inexistentes y donde la tutela del Estado no llega nunca.
Esa idiosincrasia y la formación cultural de la población
árabe musulmana siempre conservan la tendencia de buscar un líder natural que
ejerza el papel de guía de su nación, eso desde tiempos remotos, incluso antes
de la aparición del Islam y la posterior interacción con las políticas de
estado. Un líder significa para el musulmán el guía secular que garantiza la
armonía entre la ley y la religión.
Para nadie es extraño que líderes políticos del Medio
Oriente se perpetúen en el poder y que inclusive haya una fase de sucesión, al
estilo monárquico, nada raro, es el reflejo del principio natural del liderazgo
que prevalece en esa cultura que sigue manteniendo, en amplias zonas, rasgos
tribales, consejos de sabios o de ancianos, clanes y tribus, un sistema legal
basado en la tradición y costumbre (derecho consuetudinario), todo un
conglomerado de aspectos difíciles de digerir para una sociedad “moderna” y
“democrática” como la occidental.
En general, el mundo árabe no es muy afecto y, en ciertos
casos desconoce, lo que nosotros llamamos democracia basada en derechos
individuales fundamentales garantizados por una Constitución Política estatal.
Así, por citar un ejemplo, El Reino de Arabia Saudí, carece de una Carta Magna,
esa monarquía proclama que la Ley debe dictarse en armonía con el Corán y la
tradición.
Otrora, con la llegada de los Imperios foráneos y la
supremacía de la fuerza militar, la civilización árabe fue paulatinamente
infiltrada y sus líderes contemporáneos no han tenido otro camino que forjar
alianzas políticas con sus dominantes, es así como se ha dado desde el siglo XX
–preferentemente - una extraña simbiosis entre los imperios occidentales
(británico, francés, etc, y luego con los Estados Unidos al surgir como
potencia mundial) y las monarquías arábigas. Una convivencia de intereses
mutuos, de poder y dominio regional, manipulación de la fe, negocios de
petróleo, armas, drogas y más hechos que forjaron una coalición de
conveniencias, pero nunca exenta de traiciones.
Dicho esto, en la Siria actual, muchísima gente, confiada en
la buena “fe” de la prensa comercial occidental, se creía a pie juntillas que
los valerosos “rebeldes” sirios luchaban contra un “tirano” oftalmólogo que
recibió, como legado, el cargo que su difunto padre ostentaba. Bashar Al-Assad
siempre fue objeto de burla por las monarquías absolutistas e intolerantes del
Golfo, no porque representaba al “malo”, sino por su formación profesional, un
médico que, al contrario de otros líderes árabes, se formó académicamente en su
propio país (su especialización en oftalmología la realizó en Londres) y nunca
tuvo aspiraciones ni formación política, hasta que fue llamado en 1994 tras la
muerte de su hermano Basel.
Para el mundo árabe, en especial para los reinos wahabíes
que intentan manejar la política exterior del mundo islámico, Bashar Al Assad
no representaba nada, ni siquiera en su familia. Su padre, Hafez, veía en sus
otros hijos, sobre todo en Basel al futuro presidente. Para Bashar, sin
embargo, el destino le deparaba otras tareas, quizás la más dura para la que él
no se había preparado, enfrentar el caos y la destrucción de su país por parte
de invasores extranjeros, en su mayoría provenientes de tierras árabes, pero
financiados, armados y equipados por las potencias occidentales y las
susodichas monarquías.
Es casi seguro que las retrogradas monarquías wahabíes del
Golfo (Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos) veían en la formación de
Bashar Al Assad una debilidad, un hombre que no tendría el temple de enfrentar
la cruel acometida que desataron esos reinos contra su pueblo; pero, se equivocaron,
Bashar, el oftalmólogo, resultó estar a la altura del duro reto, dotado de un
carisma y liderazgo innato, ha logrado mantener unificada a la machacada
sociedad siria como un ente monolítico férreo y afrontando la amenaza externa.
El Presidente sirio defendió desde el inicio de la invasión
el derecho de las minorías religiosas y la prerrogativa innegociable de un
estado laico y multicultural, apostó por las reformas constitucionales (ajenas
a la cultura árabe) para satisfacer las demandas de cambios (reclamados desde
occidente por “los amigos de Siria” y sus portavoces de la “oposición” siria).
Estos cambios en la política interna del gobierno sirio contraponen el deseo
oculto de una pseudo oposición radical y fundamentalista que proclama el
surgimiento de caducos regímenes de gobierno como los emiratos y califatos
regidos por la Sharia.
En la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas sobre la República Árabe Siria, el 27 de abril del 2011 (tener en cuenta
la fecha), el representante de Siria, señor Jafari, señaló:
“Han transcurrido más de seis semanas desde el inicio de los
actos de violencia perpetrados por grupos extremistas cuyo objetivo fundamental
es claramente la caída del Gobierno de Siria… Como bien sabe el Consejo de
Seguridad, el Gobierno ha adoptado muchas medidas en respuesta a las legítimas
demandas populares, incluido el levantamiento del estado de emergencia, la
abolición del Tribunal de Alta Seguridad y la promulgación, por primera vez en
la historia de Siria, de un decreto legislativo sobre el derecho de
manifestación pacífica. También se han tomado medidas para combatir la
corrupción y responder a las demandas populares sobre cuestiones relacionadas
con la vida diaria de los ciudadanos sirios. Asimismo, deseo señalar a la
atención del Consejo el hecho de que el Gobierno tomará ulteriores medidas para
impulsar las reformas en el país, tras las solicitudes de varios miembros del
Consejo.
En lugar de
replegarse, a la luz de las medidas reformistas adoptadas por los dirigentes
sirios, lamentablemente, los partidos que fomentaron las manifestaciones han
respondido con más ataques contra posiciones del ejército y destruyendo
instalaciones de seguridad, matando a un gran número de miembros del personal
de seguridad, mutilando cadáveres, incrementando las consignas de incitación y
quemando establecimientos privados y públicos… En respuesta a las demandas
populares, el Presidente de la República Árabe Siria se ha reunido con
delegaciones de todas las provincias del país, a fin de responder directamente
a las quejas y solicitudes de los ciudadanos. El Presidente ha emitido
instrucciones para responder a todas las demandas legítimas, incluida la
investigación de todos los asesinatos, y ha declarado que todas las víctimas
civiles y militares deben considerarse mártires.
Ante estas iniciativas de apertura del Estado y sus
instituciones, aquellos que están intentando debilitar a Siria han intentado
aprovechar el entorno favorable para erosionar la seguridad y la estabilidad
del Estado bloqueando carreteras, amenazando a los ciudadanos, forzando a
escuelas e instituciones gubernamentales a cerrar sus puertas y llevando a cabo
más actos que van en contra de los intereses de los ciudadanos, de su seguridad
y de su capacidad para seguir normalmente con sus vidas en todo el país.
La campaña dentro de Siria ha ido acompañada de una campaña
mediática sin precedentes en la región contra Siria y sus políticas nacionales
y árabes. Se ha incitado al terrorismo y al sabotaje. Se ha dudado de las intenciones
del Gobierno. En muchos casos, se han distorsionado los hechos en sus mentes.
Se ha incitado a los manifestantes a quemar bienes públicos y se han avivado
las dudas sobre su posición en los hechos. Se han alentado los actos de
violencia y la justificación para los mismos, en un intento de anular y
contrarrestar los esfuerzos reformistas del Gobierno. También se han promulgado
“fatuas” fuera de nuestras fronteras exhortando a la oposición a las
instituciones del Estado y la autoridad.
Esa campaña ha ido acompañada de información que confirmaba
que partidos oficiales fuera del país han estado financiando actos de sabotaje
contra Siria, su pueblo y sus dirigentes y son responsables de la incitación de
los mismos. Me referiré, por ejemplo, a un artículo publicado en el Washington
Post fechado el lunes 18 de abril, en el que se afirma que desde el año 2006 el
Departamento de Estado ha proporcionado hasta 6 millones de dólares a diversas
figuras de la oposición siria a fin de mantener una emisora de televisión por
satélite llamada ‘Barada’, con sede en Londres. Además, desde 2005, el Gobierno
de los Estados Unidos proporciona apoyo financiero a figuras de la oposición
siria. Todo ello es parte de una campaña a largo plazo que, según el Washington
Post, “va dirigido contra el régimen del Presidente Bashar Al-Assad”….
Las autoridades, conforme a la responsabilidad que les
incumbe de proteger el territorio de Siria y sus fronteras con los países
vecinos, han requisado numerosos cargamentos de armas destinados a grupos que
pretenden socavar la estabilidad y la seguridad en el país. Ha quedado
demostrado que esas armas fueron enviadas desde el extranjero por grupos de
extremistas religiosos a sus agentes en el interior del país con el objetivo de
matar a personas inocentes, incendiar edificios públicos y privados y, en
definitiva, provocar el caos en el país. Resulta natural que, ante semejantes
circunstancias, el Estado asumiera como haría cualquier otro Estado ante
amenazas y peligros similares— su responsabilidad fundamental de atender las
peticiones de sus ciudadanos, que venían disfrutando de una situación de paz y
seguridad.
Las autoridades sirias están convencidas de que estos
círculos extremistas no desean reformas; pretenden derrocar al Gobierno
recurriendo al asesinato y al caos. Por lo tanto, es natural que las
autoridades sirias hayan atendido las peticiones de protección de sus
ciudadanos frente a las acciones de esos grupos terroristas extremistas y de
restauración del orden en el país. Siria no ve ninguna justificación para que
se debata esta cuestión en el Consejo de Seguridad… Nos parecen muy sospechosos
los intentos de algunos de transmitir la impresión de que el Estado sirio no
protege a su pueblo. Mientras los grupos armados sí han cometido actos de
asesinato y destrucción, como he dicho permítaseme subrayar que nadie tiene el
derecho de proteger, ni incluso de insinuar que pretende proteger, a esos
grupos. El Estado sirio está defendiendo a su pueblo; lo está salvaguardando de
las tramas sediciosas que vienen urdiendo los enemigos de Siria con el
propósito de socavar su seguridad e independencia. Está contrarrestando la
inmensa presión política ejercida por algunos desde el extranjero con la
intención de cambiar las políticas nacionales que están al servicio de los
intereses del pueblo y de la nación…
Creemos que algunas de las declaraciones que hemos escuchado
hoy contra Siria sólo pueden considerarse una manifestación de apoyo al
extremismo y al terrorismo. El precio lo pagarán personas inocentes tanto en
Siria como en el resto del mundo. La estabilidad y la paz en la región también
saldrán perdiendo. No nos parece que la convocación de estas reuniones pueda
redundar en interés del pueblo sirio, más aún si los grupos extremistas
consideran estas reuniones como una muestra internacional de apoyo tanto a
ellos mismos como a sus prácticas ilegales.
Reafirmamos que la era del colonialismo terminó. Todos los
pueblos del mundo son ahora conscientes de los nuevos métodos a los que
recurren algunos Estados para injerirse en los asuntos de otros Estados, ya sea
aduciendo la llamada responsabilidad de proteger o la intervención humanitaria,
nociones que han sido rechazadas por todos los países en desarrollo, aún cuando
se pretenden imponer a través de los foros internacionales, incluidas las
Naciones Unidas. Siempre hemos temido que el uso de conceptos tan elevados
socave la unidad, la soberanía y la independencia de los pueblos de los países
en desarrollo.
Siria insiste en que lo que está ocurriendo sobre el terreno
no puede de ninguna manera calificarse como manifestaciones pacíficas. De ser
así, ¿cómo podrían haber caído tantos mártires entre nuestras fuerzas de
seguridad, nuestro ejército y nuestros civiles inocentes? Siria también recalca
que seguirá avanzando en el camino de las reformas, tal y como lo anunció el
Presidente de la República Árabe Siria. Seguiremos atendiendo las legítimas
demandas de nuestros ciudadanos; seguiremos protegiendo su vida y sus
propiedades. No permitiremos que el terrorismo o el extremismo maten a nuestro
pueblo.
Esperamos que los líderes de los miembros del Consejo de
Seguridad alienten las reformas nacionales en lugar de pretender hacer caso
omiso del camino de reformas ya emprendido y sembrar dudas acerca de los
continuados proyectos de reforma acometidos por mi Gobierno, reforma que está
en marcha y que proseguirá…”.
En pocas partes del mundo, donde la religión es parte de la
política, como en las sociedades islámicas, un pueblo como el sirio, lucha por
defender la libertad de cultos, a costa, incluso del sacrificio de miles de
soldados sirios. Debemos tener muy presente que el Ejército Árabe Sirio es uno
de los pocos (al igual que el libanés) donde combaten codo a codo, en una
verdadera hermandad, musulmanes shiíes y
suníes, católicos, cristianos, alulíes, drusos, judíos y otras pequeñas
confesiones religiosas en defensa de su Patria.
Siempre insistiremos que Siria es un Estado laico, sin
privilegios por razones de creencias religiosas. La Constitución de Siria de
1920 (non nata) declaró la división de poderes y la libertad de cultos,
estableció que todos los sirios tenían los mismos derechos y obligaciones por
ser iguales ante la ley en contraparte a las tradiciones jurídicas islámicas.
A muchísima gente en el mundo le consta como soldados
cristianos del Ejército Árabe Sirio han ofrendado su vida defendiendo mezquitas
de los criminales takfires, reverenciando la fe musulmana los soldados
cristianos suelen sacarse sus botas de combate -como señal de respeto al templo
que defienden- y suelen caer heridos por las cortaduras que les producen en sus
pies los vidrios destrozados fruto del cañoneo de los yihadistas contra las
mezquitas. Si, un grupo de vándalos que se declaran combatientes por la fe
islámica destruyendo mezquitas. Muchos de esos valientes soldados cristianos
han sido capturados por las sanguinarias bandas y sometidos a tortuosa muerte,
nadie puede olvidar a esos verdaderos mártires. (Recomiendo ver el
documental "El Diario Sirio",
anexo en este blog en la barra lateral derecha).
Todo esto, debe hacernos reflexionar que, en Siria, a pesar
del aparente levantamiento –manipulación de sectores sociales y militares– al
inicio del conflicto, las cosas han ido tomando su cause: la gente, que en un
principio, bajo engaño, se puso en contra del estado sirio, ha advertido el
timo que ha sufrido, ha identificado quienes manipulan la conciencia del pueblo
con falaces e interesadas desinformaciones.
Los sirios y, la comunidad internacional, se han asombrado
al comprobar que, salvo escasos grupos, no eran los sirios quienes proclamaban
el alzamiento y la revolución contra el “tirano”. De la noche a la mañana
aparecieron decenas de miles de “rebeldes” y “revolucionarios” que en nada se
parecían a los habitantes sirios y que ni siquiera hablaban árabe, ni tenían
sus costumbres. Eran las bandas de yihadistas mercenarios provenientes del
extranjero, grupos radicales que venían de sembrar la “democracia” en Libia.
Aquellos incautos sirios engañados también pudieron apreciar como los líderes
de los “revolucionarios sirios” no eran connacionales, sino expertos
combatientes chechenos, saudíes, qataríes, argelinos, turcos, libios y muchos
agentes encubiertos franceses, israelíes, británicos, etc.
Ante esa disyuntiva, aquellos renegados sirios hicieron lo
correcto, encaminar sus pasos por el sendero de la razón, aunque no apoyen al
jefe del gobierno, lo primordial es defender a su Patria de la agresión.
Hoy, miles de sirios (se estima que alrededor de quince mil
hasta la fecha), engañados por el grupo de países autodenominados “amigos de
Siria” y que torpemente creyeron a los militantes extranjeros, han bajado las
armas. La ley siria les garantiza su seguridad y derecho a vivir con decoro
dentro de su país, en sus casas (o lo que queda de ellas tras la salvaje
destrucción), cientos de desertores del ejército y civiles sublevados, al
reincorporarse al estado de derecho, prestan sus servicios nuevamente en las
unidades de la defensa nacional, de las fuerzas armadas o de la policía. Otro
ejemplo de que en Siria no existe el “tirano” que los medios de desinformación
masiva internacional nos venden todos los días en sus tiradas noticiosas.
La prensa comercial occidental, sobre todo los medios de
habla inglesa, está comprometida al servicio de los intereses de los Estados
Unidos-OTAN, son la fuente de desinformación a nivel global. Sus articulistas,
con un guión prefabricado, al estilo “Hollywood”, no guardan el más mínimo
grado de justicia para una nación que resiste una invasión extranjera maquillada
de “oposición” interna. Por ejemplo, el mero hecho de dar protagonismo y citar
constantemente los incendiarios comentarios del senador John McCain, confirma
lo evidente, tergiversado, malicioso y afrentoso de la “noticia” que correrá
como pólvora por el mundo, citar como fuente creíble al señor gángster McCain
es una afrenta, no al lector, sino a las victimas de esa política, el senador
McCain es una víbora que fomenta en sus viajes internacionales la guerra y la
destrucción de todos los que se oponen a la política globalizadora de los
Estados Unidos y sus socios.
La prensa comprometida con los poderes fácticos elogia al
verdadero terrorismo internacional, se niega, por obvias razones, dar crédito
de la verdadera resistencia del pueblo sirio. Los sirios no quieren terroristas
asesinos de Al Nusra, del Estado
Islámico (antes ISIS) o del ficticio Ejército Sirio Libre como sus defensores
contra el “tirano”. Miles de veces prefieren al “tirano’ que a un montón de
dementes criminales que cortan cabezas y comen hígados humanos, que matan
impunemente a sencillos ciudadanos musulmanes por no saber recitar de memoria
el Corán, que masacran a los cristianos y les cobran impuestos por el simple
hecho de ser cristianos y les expulsan de sus tierras, que destruyen a tiro de
artillería y explosivos las mezquitas que no son de la corriente que ellos
practican.
La población siria, desde el más humilde habitante de los
desérticos parajes, miles de veces preferirá al ‘tirano’ contra esas hordas
genocidas. Miles de veces lo elegirá porque representa la lucha y protesta
contra los genocidas israelíes que impunemente asesinan a musulmanes, mientras
los ‘rebeldes’ de Al Nusra y Estado Islámico no se pronuncian en absoluto.
-Qué extraño- se preguntará mucha gente, por qué esos
“rebeldes” son socios de Israel? Cuál es la razón para que Israel les
proporcione armamento y hospitales para sanar sus heridos?. Esos “rebeldes” que
hacen el trabajo sucio, que el estado hebreo no quiere realizar para evitar la
crítica internacional pero que coadyuva en la destrucción de los únicos países
árabes que pueden oponérsele, no son otros que las milicias terroristas del
Frente Al Nusra, organización calificada de terrorista por las Naciones Unidas.
Los “rebeldes” se han entregado en cuerpo y alma, incluso, como fruto de esa
traición, han ofrecido entregar definitivamente la soberanía del territorio
sirio del Golán a cambio que Israel ayude a destruir al “tirano”.
Por eso y muchas otras razones, el pobre y sufrido ciudadano
sirio preferirá mil veces al ‘tirano’ Al-Assad que a una aborrecible masa de
psicópatas que, en vez de hacer su yihad contra el verdadero enemigo de los
estados islámicos se alía con éste (Israel). Mil veces preferirán los sirios al
‘tirano’ que a la humillación pública de los “rebeldes”, quienes vendieron
desde el principio su alma y conciencia por un ridículo puñado de dólares a las
verdaderas tiranías, representadas por los reinos takfiríes – wahabíes (Arabia
Saudí, Quatar y otros estados del Golfo), quienes llevan una guerra de
intolerancia contra otros estados musulmanes, por profesar una corriente
distinta a su radicalismo, les resulta intrascendente gastar miles de millones
de dólares financiando a esos asesinos dispuestos a aniquilar una nación.
En este contexto, Bashar Al-Assad representa no solo a su
pueblo, ante el salvajismo y la intolerancia y los execrables crímenes que se
perpetran contra su nación, él constituye un símbolo que personifica la
civilización y la verdadera convivencia entre Occidente y Oriente en antítesis
de la doctrina del “choque de civilizaciones” que pregonan los agoreros
globalizadores del nuevo orden mundial.
Bashar Al-Assad ha logrado con la auténtica resistencia siria paralizar
por siempre el plan estadounidense de “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”.
No es exagerar decir que el caudillo sirio, con la firmeza
heroica de su nación, ha demostrado que no hay poder en el mundo que pueda
revertir el auténtico sentir popular, el amor a la Patria.