La movilización de la derecha española, incluyendo a los tres expresidentes españoles y al presidente actual (todos ellos neoliberales tardofranquistas) contra el Gobierno legítimo de Venezuela salido de las urnas es toda una praxis de desvergüenza en lo que implica la inadmisible ingerencia de un país en los asuntos internos de otro. Pero la situación, al margen de sesudos análisis que no sirven para nada, está clara. Si hace falta echar mano del golpe de Estado, del terrorismo y enaltecer al que lo procura para conseguir los fines previstos pues todo estará bien y en orden.
En estos momentos, el zafio Zapatero está visitando en el domicilio particular a su pupilo, Leopoldo López, un mercenario de la extrema derecha neoliberal condenado por la justicia venezolana, que lleva sobre su espalda la responsabilidad de 47 muertes.
Puestos a burlar las leyes democráticas, en España también necesitariamos un golpe de Estado para echar a Rajoy y a sus cuarenta ladrones, que en realidad son más. Solo habría que salir a la calle, matar a un monton de gente y decir que la culpa la tiene Mariano Rajoy y su gobierno. Pero el problema es que en la izquierda no tenemos ni queremos asesinos.
Parte del panegírico de ABC al golpista Leopoldo López:
..."Político, economista, de cuna de mucho dinero, pinta de sifrino (pijo venezolano) y una obsesión, Venezuela. Tanto que hace años
se tatuó su mapa en la pierna derecha,
como para no olvidar que para gobernar un país donde la mayoría de sus
presidentes han pasado por prisión, lo tiene que llevar escrito todos
los días sobre la piel. Una obsesión que no es el guión diseñado por un
asesor de campañas políticas: el dirigente opositor aburre a sus amigos
explicando los afluentes y recovecos del río Orinoco y las alturas de
los tepúis que también hicieran soñar a Joseph Conrad con la Gran Sabana
venezolana. Conoce bien su geografía, que ha recorrido en varias
oportunidades, la última a lo largo de 2009 para conformar la plataforma
de su partido, Voluntad Popular.
Su viaje a las entrañas del
país subido en el "Autobús de la Mejor Venezuela" (idea que trasladó a
la campaña de Henrique Capriles en 2012 con el Autobús del Progreso, una
campaña dirigida por
López, quien pactó con el candidato durante
las elecciones primarias), así lo confirma. López se lanzó a la
aventura de crear un partido nuevo y moderno, donde todos sus cargos se
eligieran en elecciones internas, su gran obsesión. Buscó y buscó
durante tres años hasta encontrar, incluso en comunidades rurales
olvidadas por el chavismo.
¿No decian los fachas neoliberales que a Leopoldo lo tenían en una mazmorra?
En la cárcel militar de Ramo Verde, aseguran sus amigos,
disfrutaba jugando al basket y entrenando con vehemencia,
como evidencian las pocas imágenes que de él se han filtrado: ha
definido mucho más su musculatura. Cuentan en las oficinas del municipio
caraqueño de Chacao, que López gobernó de 2000 a 2008, que se ganó a
pulso el respeto de sus policías y bomberos, con quienes entrenaba.
Enérgico y veloz, jamás perdía el paso.
Se levantaba a correr de madrugada, nadaba y hacía bicicleta, incluso participó en medio Iron Man.
Durante su encierro, Lilian Tintori, la caraqueña catira (rubia), prototipo de belleza venezolana, se convirtió en el
cordón umbilical de Leopoldo López con el mundo e incluso con su propio partido, abrumado muchas veces por la ausencia de su líder."