En medio de la más severa y creciente espiral de violencia desde el fin de la Intifada de Al Aqsa, la invasión a la Franja de Gaza mediante la sangrienta operación militar “Plomo Fundido” entre fines del año 2008 y principios del año 2009, Palestina vive nuevamente el horror de ver sus suelo invadido, sus pueblos bombardeados y el dolor de perder día a día a cientos de sus habitantes, principalmente niños y mujeres, bajo las balas de un ejército que ataca a diestra y siniestra.
Hoy más que nunca los análisis efectuados un lustro atrás por este articulista recobran plena vigencia. La operación militar contra la población de la Franja de Gaza no dejan lugar a dudas: son crímenes con contra la humanidad y esta humanidad no puede ni debe permanecer callada mientras estos hechos sangrientos continúan y las sanciones contra el Estado de Israel deben tomarse inmediatamente. Siguiendo en ello la valiente carta de una veintena de médicos y científicos europeos concuerdo que con sus acciones y su política genocida “Israel insulta la inteligencia humana, la dignidad y la humanidad”.
Shalom (paz en hebreo) Asalaam Aleikum (la paz sea contigo en Árabe) son conceptos que carecen de significado en el escenario de guerra y desolación en que se encuentra la minúscula Franja de Gaza. Territorio donde se apiñan miserablemente un millón 700 mil palestinos; condenados a vivir del contrabando con Egipto (hoy cerrado en el paso de Rafah por el gobierno egipcio) y de las dádivas internacionales. Una tierra donde no parece haber cabida para el diálogo o la búsqueda de la paz.
¿Los responsables?: Hamas, la Yihad islámica para el gobierno de Israel el Mossad, Shin Bet, los colonos judíos, el ejército, la política sionista para el pueblo palestino y para aquellos que observamos con horror esta nueva andanada de odio contra un pueblo carente de ejército, de armada, de Fuerza Aérea capaz de oponerse al quinto mejor ejército del mundo, a un país dotado de armas nucleares y que cuenta con el apoyo irrestricto de Estados Unido en materia política, militar y económica.
A la hora del recuento del dolor, de la sangre, de los edificios destruidos, de los hospitales arrasados, del éxodo forzoso de decena de miles de gazaties, cada día el horror nos da una nueva sorpresa. En esta ocasión fue el turno de una escuela perteneciente a la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados Palestinos (UNRWA) en la localidad de Beit Hanun al norte de la Franja de gaza donde el bombardeo israelí destruyó las instalaciones de este recinto causando la muerte de 17 personas, principalmente niños. En la escuela de la UNRWA se habían refugiado un millar de palestinos, que huían de los bombardeos del ejército israelí contra sus hogares.
Una roca con pies de barro
Palestina vive en estos días el horror de ir desangrándose en la lucha desigual de dos pueblos condenados a vivir juntos, compartir y venerar los mismos lugares santos, caminar por las calles de Jerusalén o Al Qods según se trate de judíos o palestinos. Beber de las mismas fuentes quiéralo Alláh o Jehová. Sometidos a la muerte venida desde la torreta de un tanque, de una patrullera costera o de un avión israelí. Y para no ser acusado de parcial, en ocasiones también venida del lanzamiento de un cohete lo que baja el promedio de muertos palestinos civiles a 450 por cada muerto civil israelí
Pero, en ello pecaría de irresponsable, de ser un observador ciego sino ponemos en su justa dimensión que el fuego entre ambos bandos es absolutamente desproporcionado. Incomparable entre milicianos mal armados contra un ejército poderoso, abastecido con la mejor tecnología militar que pueda proporcionar el mercado de las armas. Con una logística que permite realizar sus incursiones con el menor costo en vidas humanas, contra una población civil que es considerada enemigo y por tanto sujeta al fuego inmisericorde, sin diferenciación alguna entre hombre, mujer, niño o anciano.
El día 20 de julio pasado, bajo el marco de la operación “Roca firme” segunda etapa de la operación mayor denominada “Filo protector” las Fuerzas israelitas han entrado en Gaza bajo la protección de intensos bombardeos, con tanques e infantería israelíes en una ofensiva terrestre total. Los militares saben que esta operación militar “No será fácil y no será breve” y pueden fortalecer aún más la imagen de la única fuerza palestina que se les ha opuesto en el campo de batalla: Hamas, que ya le ocasionó ingentes bajas en la operación “Plomo Fundido” hace un lustro atrás.
Israel afirma que esta operación militar es justificada pues “Israel usa la fuerza en legítima defensa frente a los ataques de cohetes de Hamas” que a esta fecha han causado la muerte de dos civiles israelitas en oposición a los centenares de muertos del campo palestino, que son la prueba clara que el “esfuerzo de ocasionar la menor cantidad de bajas en la población civil” y permitir a los israelitas vivir en paz”. La primera intención no se está logrando como lo han preconizado los altos mandos del ejército de Tel Aviv y la segunda, si bien las alrmas aéreas son constante terreno de Israel, no es menos cierto que las bajas de ese país son ínfimas. Alguien, un anónimo podrá criticar este argumento y sostener que toda vida humana es valiosa, así sean 870 muertos o 2 y ante ello pues, ¡sí! Es verdad toda vida humana es valiosa sobre todo cuando las muertes suman y suman en uno de los bandos.
La intención de la política de los halcones israelíes no se está logrando, pues las víctimas, principalmente civiles – 300 niños entre ellos – se acercan al millar con más de cuatro mil heridos. El balance israelita arroja en su bando una veintena de soldados muertos (dos de ellos por “fuego amigo”), dos civiles muertos por el lanzamiento de Cohetes de Hamas y unos cuantos heridos civiles
El Consejo de Seguridad de la ONU a pesar de transcurrir ya dos semanas de sangriento operativo israelí contra la población de gaza, no ha emitido declaración alguna que permita avizorar un alto al fuego. El único plan de cese al fuego que se conoce es el propuesto por Egipto y su gobierno surgido tras derrocar a los hermanos Musulmanes y presentado a Israel pero sin haber consultado con el gobierno de la Franja de Gaza ¿qué plan de paz puede ser aceptado si una de las partes no ha participado en su discusión?
Cualquier plan de paz que contemple el alto al fuego y que cesen las operaciones israelíes está condenado al fracaso: primero porque el fiel aliado de Israel: Estados Unidos, considerará dicha propuesta como “desequilibrada” ya que se buscaría obligar a Israel a detener sus ataques militares contra Gaza pero sin desarmar a Hamas. Pero ¿quién obliga a Israel a desarmarse? Resulta ilógico pretender que quien es abusado, exterminado, destruido en sus bienes y vidas no tenga la posibilidad de una mínima defensa. Segundo, Israel sabe que cuenta con el apoyo total e irrestricto de estados Unidos para ejecutar sus acciones y en caso de una resolución en contra, el veto de Washington será una realidad.
El proyecto de resolución que emane de un organismo desprestigiado como el Consejo de Seguridad debe exigir la protección para la población civil en la Franja y la apertura de puntos de cruce, para la entrada de la ayuda humanitaria. Un cese al fuego que permita a la población alimentarse, recuperar sus menguadas fuerzas, enterrar a sus muertos, respirar todo ello en un todo ello en un escenario donde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) calificó la situación en el área de conflicto como una crisis humanitaria de grandes proporciones, señalando que la vida en ese enclave se ha hecho “insostenible".
La actual situación en Palestina es probablemente una de las más graves desde la operación “Plomo Fundido” que se saldó con 1.500 muertos palestinos y más de 7 mil heridos ¿querrán alcanzar ese hito numérico los halcones de Tel Aviv: Pero, a pesar de su gravedad es improbable una desestabilización general en la región a menos que el desunido mundo árabe decida implementar acciones que permitan, en primera instancia generar un boicot internacional contra la economía israelí. Usando para ello el poder del petróleo, Difícil deseo pues las Monarquías del Golfo – aliadas de Estados Unidos – o Egipto, con un gobierno sumiso a los dictados de Washington e incluso aliado de Israel en su política de ataque a Hamas, no se sentarán a discutir de qué manera se obliga al sionismo a cesar sus operaciones de muerte. A menos que su población, cansada de la genuflexión de sus gobiernos y monarquías hereditarias los obligue de una buena vez.
La actual operación militar contra Gaza me trae al recuerdo la operación Plomo Fundido e incluso declaraciones – totalmente actuales - de esa época donde analistas como Michel Chossudovsky de The Global Research sostenía “Los bombardeos aéreos y la actual invasión de Gaza es una empresa que forma parte de una agenda militar y de inteligencia más amplia, formulada por primera vez en 2001, bajo el nombre de “Operación Venganza Justificada”, conocida también como “Plan Dagan”, en referencia al general en retiro Meir Dagan, que dirige actualmente el Mossad y que tenía el objetivo de destruir la Autoridad Palestina y crear “cuatro cantones” palestinos, con gobiernos en cada uno de ellos” . La estrategia militar israelí a lo largo de esta última década, ha sido el implementar ese plan y que requería, según lo expresa el analista Ellis Shulman “una invasión del territorio palestino, con la misión claramente definida de destruir la estructura de la dirigencia política y militar palestina”
Washington e Israel no han aceptado nunca la victoria de Hamas en las elecciones del 2006 en la Franja de Gaza y alentaron, los organismos de inteligencia, tanto de Washington como de Israel, un golpe de estado para derribar el gobierno de unidad nacional que Fatah y Hamas habían creado durante sus negociaciones en Yeddah. El golpe fracasó y desde entonces las administraciones, tanto de George W. Bush como los dos períodos de Barack Obama, han intensificado el asedio israelí de la Franja de Gaza, incluso generando fricciones entre Al Fatah y el Movimiento islámico que luego de 7 años de luchas internas lograron formar un gobierno de Unidad Nacional, cuya destrucción es el objetivo mayor de Israel.
Desde aquel momento la Franja de Gaza vive bloqueada, lo que ha impedido que sus habitantes puedan transitar libremente, reciban comida, atención médica, medicina, combustible y otros productos de primera necesidad. El objetivo de este bloqueo era generar tal casos que la población Gazatí derrocara al gobierno que habían elegido, sin embargo la estrecha unidad de propósitos ha sido más fuerte que los esfuerzos desestabilizadores.
El asalto a Gaza, ha sido planificado detalladamente y su ejecución tuvo su punto de partida desde las razones esgrimidas a partir del secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes de lo cual se acusó a Hamas de dicha acción. Ha sido ejecutado con sincronía, nada ha sido dejado al azar y diseñado, principalmente para exterminar a la población palestina, bajo argumentos de lucha contra el terrorismo. Y también para apuntalar a los partidos más extremos del arco político israelí.
Los palestinos asesinados son poco más que un triunfo electoral en la lucha desvergonzada entre la derecha y la extrema derecha en Israel. Washington, como es habitual, culpó a los palestinos pro-Hamas de la actual situación, con Obama sonando la misma partitura del grupo de presión pro-israelita de EEUU. El derramamiento de sangre en Gaza obliga al análisis, respecto a la responsabilidad israelita, como también la de los propios palestinos. Uno de los hechos que precisa ser reconocido es que la ANP ya no existe y que los Acuerdos de Oslo, por la propia impericia de la dirigencia palestina ha sido un desastre para sus intereses.
En general afirman los críticos de la dirigencia clásica palestina es que la OLP, alguna vez depositaria de la esperanza por lograr la definitiva autodeterminación se convirtió según un interesante artículo de Tarik Ali, analista de The Guardian publicado a propósito de aquella operación “Plomo Fundido” en poco más que un suplicante del dinero de la UE. La victoria electoral de Hamas fue tratada como un signo ominoso del fundamentalismo creciente, y un aterrador golpe a las perspectivas de paz con Israel. Las presiones diplomáticas y financieras se pusieron en marcha para forzar a Hamas a que adoptase las mismas políticas de aquéllos a quienes habían derrotado en las urnas”
En ese escenario, Hamas, tras años de corrupción de la ANP y sin los grandes recursos de Al Fatah, comenzó a establecer clínicas, escuelas, hospitales, formación profesional y programas de bienestar para una población palestina carenciada. Sus jefes y cuadros en forma sencilla daban respuesta a las necesidades cotidianas, generando una base política que los nutre y mantiene, le guste a o no al análisis político occidental y “al cacareo diario de los versos coránicos” como afirman en Gaza. La agresión a la Franja de Gaza ha reafirmado el papel dirigente de Hamas y debilitado a la clase política heredera de Arafat y a los regímenes corruptos árabes como Egipto y Jordania.
Poco antes de su muerte el año 2003 el intelectual palestino y profesor de la Universidad de Columbia, Edward Said señaló una idea más vigente que nunca “Si bien es cierto que la propia política errática y denigrante de la Autoridad Nacional Palestina trajo consecuencias funestas para la lucha palestina, no es menor el papel jugado por los grupos sionistas y sus actividades en Estados Unidos, cuyos puntos de vista sobre el Medio Oriente, son incluso más extremos que aquellos del Likud israelí”.
Las palabras de Said hacen referencia al lobby más temido y poderoso de Washington: el American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) que coordina su trabajo a través del Instituto para la Política del Medio Oriente con diplomáticos, empresarios, militares, políticos y líderes de opinión estadounidenses, que entregan recursos financieros a raudales, con buenas relaciones y unidad de propósitos. Su manejo experto del cabildeo ha logrado mantener a lo largo de los años la millonaria ayuda exterior a los gobiernos israelíes – con cerca de 3.000 millones de dólares anuales – y sobre todo, el silencio cómplice de las potencias occidentales y de la ONU a las políticas de agresión israelitas.
Una Babel sangrienta
La Babel israelí y esta idea que perdura de crear un Estado mediante el vínculo de la fe, es una de las respuestas que permite comprender el conflicto con los palestinos, provocando graves problemas de identidad, entre los intereses de los colonos en los asentamientos y el resto de la sociedad israelí llámense askenasis laicos, falashas, palestinos israelíes, sefardíes, ultraortodoxos, judíos rusos, drusos o cristianos. Esa Babel se enfrenta al legítimo propósito del pueblo palestino por ejercer su derecho al retorno de su propia diáspora y de ocupar un territorio que también es suyo. Estos intereses disímiles es lo que tiene a los bandos en pugna en un diálogo de sordos
A las ideas anteriores se une el agua como arma de presión, que explica el expansionismo israelí y su persistente negativa a devolver los territorios ocupados. Israel controla las fuentes de agua de la región, que se encuentran ubicadas, fundamentalmente, en el río Jordán y en los pozos acuíferos subterráneos de Gaza y Cisjordania. Es este factor hídrico el que evidencia, igualmente, el cambio de actitud de los países antaño enemigos y hoy negociadores como Jordania, amenazado por Israel de disminuirle un 60% de la entrega de agua. Israel monopoliza, a través de la única compañía de explotación y distribución de agua (Mekorot), los escasos recursos hídricos de esta región.
Israel consume unos 600 m3 de agua por habitante al año frente a los 300 m3 de Jordania y los cien que se les permite a los palestinos. Al tema cantidad, se une la calidad y el precio del agua, en que a los palestinos se les cobra hasta tres veces el valor que pagan los israelíes. Esto es todavía más alarmante en Gaza, donde los palestinos han pagado hasta 20 veces más que los subsidiados colonos judíos.
La única solución viable y posible para este conflicto, es el inmediato cese de las hostilidades y ofrecer lo que innumerables planes de paz no ha podido llevar a cabo: el reconocimiento de todos los Estados árabes a Israel a cambio del repliegue de las tropas de este país a las fronteras existentes el año 1967 donde se incluye Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania. También establecer un Estado palestino con capital en Jerusalén Este con control israelí del barrio judío en la ciudad antigua. Esto, que parece “pragmático” es, letra a letra, tan viejo como las guerras. Un “remake” de las añejas y nunca respetadas resoluciones condenatorias de Naciones Unidas a Israel, los acuerdos de la Conferencia de Madrid del año 1991, los acuerdos de Oslo del año 1993 o las tratativas de la Cumbre de Camp David de julio del año 2000.
Como cruel paráfrasis del cuento ruso de Pedrito y el Lobo, el conflicto palestino-israelí sigue con su apología respecto a que la paz viene, pero se vuelve a ir en un mar de sangre. Con la invasión militar de la Franja de Gaza, la paz de la región se ve cada día más lejana, con escasa posibilidad de sobrevivencia para miles de palestinos y algunas decenas de israelitas; con una ofensiva bélica que va concretando el plan final que se está tejiendo para esa región: la creación de un mini-Estado al estilo de los bantustanes, un nuevo apartheid bajo la bandera de la estrella de David.
La lógica del análisis político, no siempre la más adecuada para entender la intríngulis medioriental, indica que tarde o temprano Israel deberá resignarse a aceptar el nacimiento del Estado palestino y retirarse de los territorios ocupados y a los Palestinos renunciar a la reivindicación del retorno inmediato de los millones de refugiados y condescender a mantener una presencia simbólica en Al Qods. Opiniones van y vienen y lo único concreto son más y más ceremonias fúnebres en un territorio codiciado por árabes y judíos, escenario de cuatro guerras declaradas y tantas otras anónimas. Causa de miles de muertes, principal y mayoritariamente en terreno palestino y la desestabilización en una región explosiva, donde se ve pasar la muerte en espera de una paz que no arriba.
Pablo Jofre en territorio saharaui