“Una obligación
moral y de reconocimiento a su heroicidad y en la defensa de los valores
de Europa”, ha manifestado el presidente del Consejo General de
Procuradores, Juan Carlos Estévez, que alabó la resistencia del pueblo
ucraniano y la firme convicción de la defensa de la civilización
occidental.
El acto celebrado recientemente en el Teatro Real de Madrid, se
inició con el himno nacional de Ucrania y contó con la presencia de un
alto representante de la Embajada de Ucrania en España que aprovechó la
solemnidad del acto para agradecer el reconocimiento, recordando que la
defensa de la soberanía de Ucrania es la defensa también de los
cimientos de Europa.
El acto se cerró con una canción popular ucraniana, ‘símbolo de
libertad y convivencia’ aunque se desconoce si en esta ocasión se
realizaron vítores de corte ultranacionalista como los pronunciados por
un grupo de más de doscientos militares ucranianos en presencia de la
ministra de defensa, Margarita Robles, cuando ésta les dio la bienvenida
en la base aérea de Torrejón el pasado mes de enero.
A nadie debería sorprender que un estado como el español, que ensalza
aún los valores del franquismo, mantiene el nombre de calles y plazas y
monumentos a criminales de guerra que con la asistencia del III Reich,
ganaron una cruenta guerra contra el legítimo gobierno constitucional de
la II República e impusieron una dictadura fascista que sembró las
cunetas de España de fosas comunes, prohibió todos los partidos
políticos, impuso una atroz censura a la prensa y castigó con una
durísima represión a territorios del estado español que anhelaban
mayores cotas de autonomía.
Por supuesto que España premia y se solidariza con Ucrania, con esa
Ucrania, corrupta, autoritaria que persigue a las minorías, a los
homosexuales, gitanos y comunistas, demasiado parentesco y similitud con
España, donde semanalmente ‘refugiados’ se manifiestan por las calles
de los diferentes territorios del estado español, ondeando la bandera
roja y negra del OUN-B y UPA, una organización ultranacionalista
ucraniana, liderada por Stephan Bandera, un antisemita colaboracionista
con la ocupación nazi en Ucrania durante los años cuarenta y responsable
de la muerte de cientos de miles de judíos, polacos y húngaros.
Bandera fue el referente del Holocausto en Ucrania y con el golpe de
estado del Maidan ha vuelto a convertirse oficialmente en Héroe Nacional
en Ucrania, donde miles de monumentos han sido erigidos donde antes
existían monumentos a los héroes soviético/ucranianos de la Gran Guerra
Patria contra el nazismo.
Desafortunadamente, España no ha pasado página a su pasado más
reciente, prueba de ello es la imputación al Youtuber Rubén Gisbert por
enviar crónicas, contarias al relato pro-OTAN, desde el Donbás en los
primeros meses del conflicto, con acusaciones tan absurdas como
“indicios de delito por dar noticias falsas, desinformación y delitos de
odio”, se detiene a brigadistas españoles que combatieron en el Este de
Ucrania, contra los batallones neonazis que bombardeaban
indiscriminadamente a la población de etnia rusa en el Donbás, mientras
que curiosamente el gobierno español gestiona y facilita la liberación
de voluntarios españoles de ideología fascista que combaten en
territorio ucraniano en el marco de la ‘Legión Internacional de Defensa
Territorial de Ucrania’.
En un informe publicado por el Proyecto Contra el Extremismo (CEP,
por sus siglas en inglés), una institución dedicada al estudio de las
amenazas que suponen las ideologías extremistas, se desprende que un
importante número de combatientes que voluntariamente se trasladan a
Ucrania para combatir, lo hacen desde el espectro de ideologías
extremistas de corte radical fascista.
El informe también indica que la Legión Internacional está conformada
por alrededor de 20.000 combatientes extranjeros entre los que
predominan estadounidenses y polacos y entre los que también se
encuentran un importante número de españoles (miembros o exmiembros de
la Legión española y del ejército), el informe no lo menciona, pero en
su gran mayoría de los soldados de la Legión Internacional en Ucrania
son mercenarios y reciben altas sumas de dinero en dólares para
participar en el conflicto.
No es la primera vez para los extremistas españoles, en el año 1941,
un nutrido grupo de españoles de aproximadamente 45.000 voluntarios,
mayoritariamente formada por miembros de FET y de las JONS, requetés y
Falange Española, de ideología nazi-fascista, ‘La División Azul’, se
alistó para combatir a la Unión Soviética dos días después de que la
Alemania nazi invadiera la URSS el 22 de junio de 1941.
El objetivo de este grupo que luchó bajo el mando del ejército nazi,
era simple, matar rusos y participar del Holocausto nazi que tuvo su
epicentro en la extinta Unión Soviética, donde morirían más de
veinticinco millones de ciudadanos soviéticos como consecuencia de la
invasión alemana de la URSS.
España tuvo su cuota de responsabilidad en dicho genocidio, pero
lejos de aprender de su atroz historia reciente, vuelve a repetir los
mismos errores que ya cometió hace ocho décadas.
La sumisión de España a los dictados de los Estados Unidos como ya lo
hizo con su participación en la ilegal invasión de Irak hace dos
décadas y donde morirían más de un millón de iraquíes en su mayoría
civiles, gracias entre otros a la complicidad española dan cuenta de una
sociedad ignorante y fácilmente manipulable.
Desafortunadamente, el espíritu del NO A LA GUERRA, que combatió en
las calles de España la decisión de participar en el genocidio iraquí,
ya no existe y gran parte de los que enarbolaron de la bandera de la paz
contra la guerra, aplauden hoy a un presidente en Ucrania, que de
liderar España, tendría a la mayoría de partidos políticos con
representación en el parlamento español, prohibidos, encarcelados o
exiliados, y a las comunidades autónomas con aspiraciones soberanistas,
bajo fuego de mortero.
Por Alberto García Watson