Tres parroquianos en un barucho de una barriada marginal de Sevilla:
--Así que hoy vendrá el fin del mundo.
--Digo. Sobre las doce y cuarto de la mañana lo más tardar.
--Pues el calor que hace… Debe ser por eso del fin del mundo que dices.
--Claro. El fin del mundo produce calor.
--¿Y tú como estás tan seguro de que el fin del mundo será esta mañana, Greñas?
--Lo estoy y basta. Además, mira lo pesadas que están las moscas.
--Bueno, aún me queda tiempo de tomarme otra copita, Debo estar animado para cuando venga el fin del mundo ese.
--Ya van tres, Pajillero. ¿Tienes dinero para pagar?
--¿Para qué quieres el dinero, tronco? Ahora cuando llegue el fin del mundo se acabará todo, ¿no es verdad Greñas?
--Claro. Sobre las doce y cuarto, doce y media lo más tardar.
--¡Y todos al carajo! [risotadas carajilleras].
--¿Y el rey sabe que viene el fin del mundo?
--Claro, Tronco.
--¿Y por qué? ¿Tú lo has avisado?
--No, pero lo sabe porque es el rey.
--Ahhh, el joputa lo sabe todo…
--Claro.
Uno de ellos se acerca a la ventana y mira el cielo.
--¿No habéis notado la claridad de la mañana? Está como chamuscada.
--Cenicienta. Está cenicienta, diría.
--¿Cenicienta? ¿Qué tiene que ver la Blancanieves esa...?
--Nooo, de ceniza. Cenicienta de ceniza.
--Ponme a mi otra copita, Tadeo, que esto se acaba ya mismo.
--Me da no se qué que venga el fin del mundo y no haya chingado lo suficiente…
--Bueno, Pajillero. Vete al retrete porque aún te da tiempo de hacerte una de las tuyas. Pal caso…
--El cielo oscurece más. Venid y asomaros a la puerta.
--Sí.
--Es verdad.
--Ya se acerca.
--Tadeo, pon otra copita pa echarle valor al asunto.
--Me cague. Como no venga ya el fin del mundo ese…
--Mira, por ahí va la Culombina…
--¡Joer, qué culo tiene!
--Claro, por eso la llaman la Culombina.
--Paloma culona.
--No. Culo con un voltaje que achicharra.
--Dile algo. A lo peor la pobre no sabe lo del fin del mundo.
--¡Culombina!
--Ya viene, a esa le va la marcha. Mira que andares se trae…
--¿Qué queréis, joputas?
--El mundo que se acaba, Culombina.
--Ya era hora. Ponme una copita de dulce, Tadeo.
--Podíamos montarnos un rebujito para festejarlo. Con una hembra así…
Culombina se sentó en un taburete y abrió sus macizas cachas.
--¡Coño, si no lleva bragas, la tía!
Un fuerte trueno cimbreó la tabernucha.
--¡Ya está aquí! ¡Venga, a follar todos!
--¡Eh, eh…! De uno en uno.
La tormenta arreció y cayó un granizo de esos de medio kilo.
--¡Joer, los cristales de los coches!
--Esto no es el fin del mundo, es una tormenta de verano.
--Culombina tiene razón, Greñas.
--Pues si no hay fin del mundo no hay sexo, y el que quiera, a pagarlo a
veinte euros el polvo.
--Lo mismo digo. El que quiera copitas a pagarlas.
--Tranqui, muchachos --sacó, Greñas, un papel arrugado del bolsillo --.
A ver, a ver… ¡Claro, es mañana! He tenido un error de cálculo de
veinticuatro horas. Será mañana, a la hora de la cervecita que coincide
con el solsticio.
--¿Solqué?... ¿Seguro, Greñas?
--Que sí, Tadeo. Esta vez lo tengo clavao. Mañana a la una.
--Yo no puedo estar aquí a esa hora. Llegaré sobre la una y media.
--No importa, Culombina. El Greñas lo retrasará hasta que llegues.
Aquí donde lo ves, tiene mucho poder el nota este.
--Lígate algunas cajas de botellines, Tadeo.
--¿Pero las vais a pagar?
--¡Hombre, también quieres cobrarnos el día del fin del mundo!
--Pues procura no equivocarte esta vez, Greñas.
--Yo nunca me equivoco.
j.m.boix
Próximamente, la Taberna del Tadeo y sus parroquianos va a convertirse en un centro de debate político económico y social.
ReplyDeleteAllí, entre copita y copita se hablará de todo, de las elecciones generales, de los indignados, del rey, y de la Biblia en bastos. Ya no os hará falta ver el telediario de la 1 para manteneros cómodamente desinformados.