Tuesday 26 June 2012

Los Niños de la Pobreza.



En España existen leyes de protección al menor y se castigan o sancionan a los padres que descuidan o abandonan a sus hijos. ¿Quiere decir esto que el Estado liberal se preocupa o tiene una sensibilidad especial con nuestros niños? Rotundamente no.
La ONU se ha echado las manos a la cabeza por la situación de pobreza de los niños en España. El 26% de la población infantil es pobre. Más de dos millones doscientos mil niños se acumulan en los guetos de la pobreza sin que nada ni nadie hagan algo por evitar tamaña catástrofe. Dos millones doscientos mil niños que agonizan en esas familias que han dejado de existir para nuestros gobiernos, y que no reciben más ayudas que las de las asociaciones humanitarias y poco más. Este sistema hipócrita en que vivimos y al que solemos adornar con las más altas cotas de civilización, abandona a sus hijos a su suerte sin más protección que la buena voluntad de las gentes. Sólo Letonia y Rumanía nos ganan en este desgraciado ranking, aunque tal noticia ni tan siquiera  ruboriza a nuestros desvergonzados e inútiles próceres. En algunos países afectados por la crisis ya se han puesto medidas de protección a la infancia, en España aún no y eso que gobierna un partido que hace política en favor del derecho a la vida. En este caso, al derecho a vivir en la miseria. Hipócritas.
¿Qué comen estos niños de la pobreza? ¿El Estado se preocupa si reciben la alimentación adecuada? ¿Dónde viven estos niños? ¿El medio donde lo hacen responde a unos mínimos aceptados para su normal desarrollo? Los Ayuntamientos están saturados y no hay dinero para atender la avalancha de familias que están siendo excluidas del sistema y que necesitan ayudas para subsistir. Los departamentos para Emergencia Social de los Ayuntamientos ––la mayoría descapitalizados y con graves problemas para obtener recursos –– no pueden ir más allá de un vale básico de comida para esas familias con hijos menores que en muchas ocasiones necesitan una alimentación especial que no reciben. ¿Se preocupa el Estado de esta situación tan vergonzosa como alarmante? Pues no. Que sepamos no hay ninguna medida especial que proteja a estos niños de la crisis. En verdad no hay pensado ningún recurso económico que atienda esta catástrofe social que produce el neoliberalismo imperante y que ya en el 2004 daba porcentajes alarmantes. Cuando el desempleo cumple sus plazos, se abandona al beneficiario y ya te apañarás si te echan de tu casa, si no puedes pagar la luz, si no puedes darle de comer a tu familia, a tus hijos... En definitiva, abandonan en la cuneta del olvido a familias enteras y por ende, también a los niños. Y este holocausto alcanza a cientos de miles de familias ––más del millón y medio, y creciendo–– que han quedado fuera del circuito económico del país, y de las que nadie apenas habla en los periódicos y tertulias televisivas como si hubieran muerto.
Es difícil de entender esta situación en un país que moviliza inmensos recursos de dinero público para salvar banqueros, accionistas y ahorradores. Y quien lo entienda e intente justificarlo es un monstruo que debería ser eliminado de cualquier sociedad decente. Nuestros niños tienen que estar protegidos por encima de cualquier interés económico. Pero el liberalismo que padecemos comporta una sociedad así de canalla. Porque un Banco o Caja es en definitiva un negocio más que puede ir bien o mal como cualquier empresa. Si cierra o quiebra es un riesgo que tienen que asumir sus adinerados accionistas y también los que un día invirtieron en productos financieros con el ansia de especular con dinero fácil. Cuando les iba bien y sacaban suculentos beneficios, nadie se acordaba de repartir con el que no tenía y que ahora obligan a rescatarles.  Creo que salvar a estas entidades, manteniendo en la miseria a dos millones doscientos mil niños debería considerarse un crimen de lesa humanidad.  
Estos gobiernos liberales lejos de solucionar este gravísimo problema, pretenden ahondarlo aún más con sus medidas salvajes contra la clase trabajadora. Porque al grito de hay que salvar al Capital se ha reformado a la baja el mercado laboral con el consiguiente hundimiento de los salarios, acontecimiento éste que generalizará aún más la base social de la pobreza en nuestro país. Ya estamos comprobando en nuestras carnes, que cuando el sistema se hunde los únicos en ser rescatados son los ricos. Los pobres, a igual que en el Titanic, están condenados a ahogarse.
j.m.boix

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