Sí, ciertamente estoy desmoralizado, hundido y desolado. Ese es mi actual estado de ánimo. En tal situación es fácil que broten las lágrimas ante tanta grandeza, tanta dignidad, tanto sacrificio derrochado por aquel pueblo de héroes que se enfrentó al fascismo y murió por la Utopia. Una utopia que lograron tocar con las manos. ¡Qué diferencia con este actual que tenemos!
Pero hoy por encima de todo queremos vivir, aunque sea arrastrándonos sin dignidad y comiendo de la caridad o de las basuras. En este contexto de derrota, queda ya muy lejos ese "mejor morir de pie, que vivir de rodillas".
Los que hoy nos mutilan derechos y libertades son los mismos de entonces, que hoy regresan de nuevo a destruirnos, se llamaran entonces fascistas y hoy neoliberales, ¡qué importa con el nombre que se disfracen! Pero son los mismos, no nos debe caber la menor duda. Los mismos que no admitieron ni entonces ni ahora que los pueblos participen de unas riquezas y libertades que consideran solo de su exclusiva propiedad. De ahí el feroz castigo al que nos someten. Nos quieren en la miseria, arrodillados y vencidos una vez más, aunque en esta ocasión nuestra derrota no suponga más que una rendición sin honra. Porque también nos han matado la dignidad, convirtiéndonos en un pueblo basura y sin coraje.
Algunos
creen que cuando pase este cuento de la crisis recuperarmos lo perdido,
pero eso no sucederá jamás. Nos han echado un pulso y lo hemos perdido.
Ahora en vez de luchar, muchos jóvenes abandonan el barco y construyen
su futuro en la emigración; abandonan su tierra y a su familia sin tan
siquiera intentarlo. Bueno, lo mismo no soy todo lo justo que debiera y
algunos sí lo han intentado, regalando flores a los esbirros
represores.
Soy consciente que mis palabras pueden pecar de irreflexivas y un tanto injustas, pero son las que en estos momentos me brotan del alma.
j.m.boix
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