Wednesday, 1 May 2013

HUELGAS DE HAMBRE EN GUANTÁNAMO.


Los presos de Guantánamo se dejan morir.

La situación se hace crítica en la base militar de EE UU

El Pentágono ha enviado personal médico adicional para atender a los reos
Yolanda Monge El País es Washington 27 ABR 2013 - 21:19 CET
 

La huelga de hambre de los presos de Guantánamo va a entrar en su tercer mes con más de la mitad de la población del centro de reclusión sumada a ella y con la casi totalidad de los efectivos militares dedicados a atender y alimentar por la fuerza a los huelguistas.

La situación que se vive en la base naval militar norteamericana instalada en territorio cubano es tan límite que el Pentágono ha enviado personal médico adicional para que pueda ocuparse del creciente número de presos que se niegan a comer.

El pasado viernes, las autoridades de la base reconocían que 94 reos están en huelga de hambre sobre un total de 166, y que 17 estaban siendo alimentados con vías por la nariz hasta el estómago para evitar su deshidratación y pérdida de peso que les podría acarrear la muerte.

En la semana que comienza deberían de llegar a la instalación militar 40 personas enviadas por el Departamento de Defensa —entre médicos, enfermeras y otro personal hospitalario— que ayudará a las cerca de 100 personas actualmente de servicio en las instalaciones médicas de la Armada, según el coronel Samuel House, uno de los portavoces del centro de reclusión de Guantánamo.

No es ésta la primera huelga de hambre que se vive en la prisión. Poco después de su creación, en enero de 2002, para alejar de las leyes de EE UU a los capturados en el extranjero en la guerra contra Al Qaeda —denominados por la Administración de George Bush “combatientes enemigos”—, se desarrollaba la primera.
 
En 2006, las autoridades militares acababan por la fuerza con otra que llegó a sumar a casi 200 personas —por aquel entonces había más de 600 prisioneros—. Pero la que ahora se lleva a cabo obedece a razones distintas a las de hace años. Si, según el teniente coronel de turno a cargo entonces de las relaciones con la prensa, la huelga era "una táctica de Al Qaeda" para captar la atención de los medios de comunicación, ahora responde a razones que difieren según las versiones pero que tiene la frustración y la desesperación como telón de fondo: los presos están dispuestos a dejarse morir antes que pasar otro día más encerrados.
En un principio, los presos se quejaron de registros indiscriminados en los que sus objetos personales –entre ellos el Corán- eran tratados de forma irrespetuosa por los militares. Pero tanto los abogados como las autoridades de la base aseguran que lo que subyace es el sentimiento de que la única manera de abandonar el penal es en un féretro.
Para el general John Kelly, jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos y al frente del penal de Guantánamo, los presos tenían grandes expectativas de que con Barack Obama se cerrase el centro que se han visto frustradas. “Estaban devastados cuando percibieron que el presidente daba marcha atrás”, asegura Kelly, en entrevistas con la prensa norteamericana la semana pasada. A esa decisión se sumó la firma presidencial en enero de 2011 para restringir al máximo los traslados a terceros países.

El pasado viernes, la influyente senadora demócrata Dianne Feinstein –presidenta del Comité de Inteligencia del Senado- pedía a la Casa Blanca que reanudase el proceso de transferencia y liberación de 86 reos que hace más de tres años que cuentan con el visto bueno de la Administración para regresar a sus países. De esos 86 presos, 56 son de Yemen, país hacia el que el presidente Barack Obama frenó futuras transferencias después del intento de atentado el día de navidad de 2009 por parte de un yemení y la base de Al Qaeda en ese país asiático frente al cuerno de África.

“El hecho de que muchos detenidos hayan pasado más de una década en Guantánamo y crean que no hay luz al final del túnel para ellos es una razón más para los crecientes problemas y los cada vez más y más reclusos en huelga de hambre”, ha escrito Feinstein en una carta dirigida a Tom Donilon, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Feinstein recordaba en su carta al consejero de seguridad de Obama que cuando sucedió el intento de atentado el día de Navidad ella misma pidió al presidente que se paralizaran las transferencias “hasta que la situación en Yemen se estabilizase”. Sin embargo, la senadora considera que ha llegado el momento de examinar si el presidente yemení, Abdu Rabbu Mansur Hadi –enemigo declarado de Al Qaeda desde que llegó al poder el año pasado- puede garantizar que “los 56 yemenís que tienen carta blanca para ser transferidos” no serán un peligro para la seguridad y proceder así a su traslado desde Guantánamo.

La senadora recuerda a la Casa Blanca en su misiva que tras su visita al penal militar de Guantánamo a principios de este mes, el Comité Internacional de la Cruz Roja indicó que la desesperación entre los detenidos “no tiene precedentes”.



 Guantanamo: alimentación forzada, dolorosa y brutal equivale a tortura.
 Publicado el 4/29/13 • en Contrainjerencia.


 
El programa de alimentación forzada de Guantánamo es la respuesta dada por las autoridades a las huelgas de hambre, tanto individuales como colectivas, que los detenidos que se encuentran en los campos de concentración de Guantánamo han llevado a cabo.

En 2005, el capitán John Edmonson, que era en aquel entonces el jefe médico de la base, afirmó que la alimentación forzada por vía nasal era el último recurso, utilizado únicamente cuando el asesoramiento a los detenidos fallaba y el índice de masa corporal del detenido bajaba por debajo de niveles saludables. De acuerdo con Edmonson, los detenidos normalmente cooperaban y era innecesario atar a los prisioneros.2 Según estas declaraciones, a los detenidos se les daban únicamente 1500 calorías al día.
 
Según Amnistía Internacional, relatores de derechos humanos de la ONU, antiguos presos y representantes de los detenidos, se amenaza a los presos que hacen huelga de hambre con largos periodos de aislamiento; se emplean procedimientos de alimentación dolorosos en los que los tubos nasales son introducidos y retirados de forma brutal; se efectúa una alimentación excesiva como medida represiva; se dan casos de hemorragias a consecuencia del procedimiento; se realizan retenciones en camas y sillas especiales, fuertemente atados de pies, manos, torso y frente; utilizando el procedimiento como una amenaza, advirtiendo, como medida cohercitiva, de lo doloroso que resulta.
Los abogados de unos de los detenidos que participaba en las huelgas de hambre (Abdul Salam Al-Shehri) manifestaron que su defendido tenía dificultades para hablar debido a las lesiones provocadas por el procedimiento de alimentación forzosa.

El 29 de febrero de 2006, Richard G. Murphy Jr. y otros abogados del detenido Mohammad Bawazir registraron una reclamación en la que calificaban la alimentación forzosa como tortura.9 Los abogados acusaban a los militares de llevar a cabo la alimentación forzada, de forma innecesariamente dolorosa y humillante, para acabar con una huelga de hambre en la que en alquel momento participaban 100 detenidos extrajudiciales.

Existen antecedentes por parte del ejército norteamericano de utilización de la Alimentación forzada como medio de tortura, ya sea por la brutalidad con la que se lleva a cabo, por la ingesta de exceso de alimento, mediante la ingesta de alimentos prohibidos por la religión de la víctima (en Abu Ghraib se obligó a comer cerdo a presos musulmanes)10 o alimentando a presos en periodos prohibidos por su religión (ramadán).

En 2006, fueron enviadas a Guantánamo 25 sillas de alimentación forzada, además de existir camas debidamente modificadas para realizar el procedimiento,a pesar que la ONU declaró que las técnicas de alimentación forzada empleadas eran equivalentes a tortura,y que un informe de agosto de 2007 del “Journal of the American Medical Association” calificó la práctica de la alimentación forzada como una “violación de la Convención de Ginebra, de las leyes internacionales de derechos humanos y de la ética médica”,  algunos detenidos han sido sometidos a alimentación forzada durante años.

Esta política llevada a cabo para tratar con las huelgas de hambre en los campos de detención, en las que llegaron a participar 200 presos, se ha realizado, supuestamente, por prescripción médica, cuando los médicos de Estados Unidos de América están obligados a no hacerlo por el artículo 514 de la declaración de Tokio de 1975, que establece que:

En el caso de un prisionero que rechace alimentos y a quien el médico considera capaz de comprender racional y sanamente las consecuencias de dicho rechazo voluntario de alimentación, no deberá ser alimentado artificialmente. La decisión sobre la capacidad racional del prisionero debe ser confirmada al menos por otro médico ajeno al caso. El médico deberá explicar al prisionero las consecuencias de su rechazo a alimentarse

Declaración de Tokio de la Asociación Médica Mundial. 29ª Asamblea Médica Mundial, Tokio, Japón, octubre 10, 1975.

OBAMA SE HACE EL GRACIOSO CON LOS CORRESPONSALES.


 Guantánamo, vergüenza mundial con presos en huelga de hambre.


La cárcel manejada por EE UU en Cuba aún aloja a casi 200 presos musulmanes. Muchos llevan diez años o más detenidos sin ser juzgados. Mientras, Obama se hace el gracioso con corresponsales de la Casa Blanca.

POR EMILIO MARÍN


El 6 de febrero de este año comenzó una huelga de hambre de prisioneros de Guantánamo, la cárcel que Estados Unidos tiene desde principios del siglo XX en el oriente de Cuba. En enero de 2002 fue reacondicionada por George W. Bush para alojar a los detenidos capturados en Afganistán y otros países.

Esos presos eran sospechados de pertenecer o colaborar con Al Qaeda, que había cometido los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas. Pero sólo una pequeña porción de aquéllos fue capturada por militares norteamericanos o de sus aliados de la ISAF (fuerza internacional con eje en la OTAN en el país de los derrocados talibanes). La mayoría cayó sin pruebas, por delaciones de civiles, a los que se les pagó recompensas.
El resultado fue que de los 700 musulmanes llevados a Guantánamo, apenas media docena tenía alguna implicancia en la red que comandó Osama Bin Laden. La abrumadora mayoría no revistaba allí, pero de todos modos estuvo detenida durante muchos años, sin ser acusada ante un juez ni poder nombrar abogado defensor. Todos los presos fueron torturados, con la técnica del “submarino” que se conoció en Argentina durante la dictadura militar, colocando la cabeza del prisionero en un recipiente con agua hasta casi el punto de ahogarlo (“waterboarding”).
Muchas otras formas de torturas fueron empleadas: ruido, altas y bajas temperaturas, grilletes, celdas de aislamiento, golpes, etc. Por cierto, mantener a una persona encerrada a miles de kilómetros de su país y sus familias, sin contacto con éstas ni derecho a la defensa en juicio, etc, es de por sí una forma muy concreta de violar sus derechos humanos. Eso también se llama tortura.

Esa situación comenzó oficialmente el 11 de enero de 2002 y ya dura más de once años, con lo que se tiene una idea más acabada del drama. Una parte del contingente fue saliendo en libertad o derivada a cárceles en otros países que aceptaron recibirlos. A propósito, entre otras complicaciones para llevar adelante los juicios estuvo que EE UU no quería que esos reos fueran trasladados a su territorio: temía que tal circunstancia pudiera ocasionar nuevos atentados. Con dinero, la Casa Blanca logró que gobiernos aliados recibieran ese “presente griego”: Afganistán, Bahrein, Albania, etc.


130 presos de 166

El 6 de febrero de este año comenzó una protesta de los prisioneros, en forma de una huelga de hambre. Fue la respuesta a un desalojo o cambio de lugar de la prisión, que incluyó malos tratos y golpes, requisas a sus pocas pertenencias y afectación de sus libros sagrados como el Corán.

Al principio, como suele suceder, empezó un grupo pequeño, de menos de treinta presos. Pero con el tiempo y ante la falta de respuesta a los reclamos, caso de la reposición de nuevos ejemplares del Corán, más la conducta brutal del régimen carcelario, que empezó a alimentar por la fuerza a los huelguistas mediante sondas por la nariz muy dolorosas, la protesta se fue extendiendo por Guantánamo.
La última información disponible es que hay 130 presos que adhieren activamente a la huelga, sobre 166. Según el vocero estadounidense de la penitenciaría, Samuel Casa, están “alimentando” de ese modo tan polémico a unos veinte internos, entre los que se encuentran más débiles y han perdido más peso.
Los funcionarios estadounidenses alegan que el establecimiento penitenciario es severo pero mucho mejor que Abu Ghraib, la tristemente célebre cárcel de Irak donde torturaban y mataban a los presos iraquíes, y encima los verdugos tomaban fotografías muy sonrientes. De todos modos la huelga de hambre de estos meses en Guantánamo indica que allí las condiciones no deben ser muy distintas ni mejores. De hecho allí han fallecido nueve presos, de los cuales se confirmaron seis suicidios en estos años, según la cifra oficial que puede ser mucho mayor y disimulada en la práctica. Y muchos otros internos se han vuelto locos, literalmente hablando, por la tortura, el aislamiento y la conducta sádica de sus carceleros.
Si un preso de esos, inocente, no podían darles información ni a golpes: ¿qué aportaría a los interrogadores si además se había enfermado mentalmente?

 Promesa violada

El 22 de enero de 2009, a dos días de haber asumido en la Casa Blanca, Barack Obama prometió solemnemente que antes de cumplirse un año de gestión iba a cerrar la referida cárcel de la vergüenza. Esa también había sido una promesa de la campaña electoral donde enfrentó al texano bruto, alimentando falsas expectativas en que era un político decente y con visos democráticos.
Se han cumplido cuatro años desde la formulación de aquella promesa y tres de su rotundo incumplimiento. Los demócratas podrán argumentar que tuvieron la contra de los republicanos y que su presidente debió negociar con éstos en medio de graves desequilibrios presupuestarios y del endeudamiento federal. Lo cierto es que en medio de esas negociaciones bipartidistas se votaron en el Capitolio soluciones en común para esas temáticas, así como el presupuesto de “Defensa” de más de 600.000 millones de dólares. Y en ese fárrago de crisis capitalista se marchitó y murió la promesa de cerrar Guantánamo.
Y eso que el supuesto cierre no incluía algo básico: la devolución de la base naval y sus alrededores a Cuba, su legítimo dueño. Como se sabe, sobre el final de la guerra por la independencia de Cuba con España, se coló EE UU y tomó posesión de la isla como una semicolonia suya. Esta tenía bandera propia y Constitución, pero desde la Enmienda Platt, 1902, Guantánamo y su base naval se arrendaron a perpetuidad a Washington. El costo del arriendo eran 2.000 dólares anuales que Fidel Castro se negó a recibir desde 1959 hasta nuestros días.

 Limitaciones a abogados

En los últimos años la situación de la cárcel era alevosamente ilegal y violatoria de los derechos humanos, por lo que Cinco Premios Nobel, entre ellos el argentino Adolfo Pérez Esquivel, reclamaron en 2005 su cierre definitivo. En esa misma línea hubo pronunciamientos de Amnistía Internacional y del relator de DD HH de la ONU, entre muchos otros organismos y personalidades.
Hasta los diarios The New York Times y The Washington Post publicaron columnas recomendando salir de Guantánamo y cesar el trato inhumano a sus prisioneros.
El Departamento de Justicia tuvo que flexibilizar algunas disposiciones: los presos pudieron designar abogados, que realizaron visitas y leyeron los expedientes. A los llamados “combatientes enemigos” no se les dio más jurisdicción que los tribunales militares…
Últimamente esos letrados se han quejado de que tales facilidades se vienen cortando. Ya no acceden a todos los papeles de las causas contra sus defendidos. Y algo peor, en febrero pasado desaparecieron documentos legales de las computadoras del Pentágono, relativas a los juicios en preparación en Guantánamo. Prensa Latina informó el 13 de abril pasado: “según fuentes militares citadas en un reporte de NBC News, el incidente provocó el retraso hasta el venidero 11 de junio de las audiencias previas al ya dilatado juicio contra los reos que permanecen en ese enclave en un limbo legal”.
Los abogados de la defensa quedaron espantados y solicitaron - en especial en las causas donde los fiscales pueden pedir pena de muerte-, que se demoren las audiencias hasta que puedan contar con todo el material.

 No es un chiste.

El Departamento de Estado norteamericano publica un reporte anual donde juzga la conducta de los países del mundo en derechos humanos. ¿De todos? No, de todos menos Estados Unidos, que tiene una pésima nota en Guantánamo y en muchos otros rubros humanitarios. Está aplazado en cuanto a las libertades democráticas recortadas, pero también en derechos económicos y sociales, pisoteados por las crisis y ajustes contra los pobres y sectores más vulnerables.
 China es uno de los acusados por Washington. Y Beijing ha tomado la sana costumbre de replicar al imperio, año a año, con datos comprobados. El 21 de abril, la agencia Xinhua publicó el “Registro de los Derechos Humanos en Estados Unidos en 2012”, donde se puede leer: “el 13 de enero de 2012, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, criticó a EE UU por no haber cerrado la cárcel de Guantánamo y no haber garantizado la asunción de responsabilidad por parte de aquellos que habían cometido graves violaciones - incluyendo torturas - entre sus muros (www.un.org, 23 de enero de 2012). Una personalidad estadounidense escribió que las políticas antiterroristas del actual gobierno estadounidense "violan claramente al menos 10 de los 30 artículos de la declaración, entre ellos la prohibición del 'trato cruel, inhumano y degradante o el castigo'" (www.nytimes.com, 24 de junio de 2012)”.

Obama se hizo el gracioso la semana pasada, durante una cena con los corresponsales de la Casa Blanca y la farándula de Hollywood. Mejor que se ocupe del drama de Guantánamo, que no es ningún chiste. La solución es simple, económica y perfectamente factible: el cierre de la cárcel y la devolución a Cuba de la base.

Obama: "Debemos cerrar Guantánamo"

"No es una sorpresa que tengamos problemas allí", reconoció el presidente estadounidense al ser consultado sobre la huelga de hambre que un centenar de detenidos lleva a cabo en la base militar que su país tiene en Cuba. En su criterio, la sociedad norteamericana "debería reflexionar sobre por qué" se mantiene en funcionamiento esa prisión en la que sospechosos de actos de terrorismo están detenidos de manera indefinida y reciben un trato que "es contrario a nuestros intereses".
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"Es importante que comprendamos que Guantánamo no es necesario para la seguridad de Estados Unidos. Cuesta caro, es ineficaz", enfatizó.

"No es una sorpresa para mí que tengamos problemas en Guantánamo", admitió Barack Obama cuando un periodista le preguntó sobre la situación del centenar de detenidos que dejaron de alimentarse hace dos meses en contra las "duras condiciones disciplinarias" a las que son sometidos en esa prisión ubicada en una porción del territorio cubano, que fue arrendado por Estados Unidos a principio del siglo XX.

Durante la rueda de prensa en la Casa Blanca, el presidente no sólo dijo estar enterado de esto sino que también aseguró que seguirán haciéndose esfuerzos para asegurarse de que los presos no mueran y sostuvo que "todos nosotros deberíamos reflexionar sobre por qué exactamente estamos haciendo esto ¿Por qué estamos haciendo esto?".

"Es contrario a nuestros intereses" mantener detenidos de forma indefinida sin un juicio a los detenidos allí, dijo Obama, para quien afirmó que esa práctica "debe parar". En este sentido, prometió que contactará con los legisladores para buscar formas de cerrar la prisión y examinar todas las opciones que la Casa Blanca tiene a su disposición.

"Sigo creyendo que debemos cerrar Guantánamo. Es importante que comprendamos que Guantánamo no es necesario para la seguridad de Estados Unidos. Cuesta caro, es ineficaz", enfatizó el mandatario, quien prometió el cierre de Guantánamo en su campaña presidencial de 2008, pero encontró una gran oposición en el Congreso.











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