Tuesday 30 April 2013

LA CONFABULACIÓN DE LOS VAMPIROS.



Dicen, cuentan, aseguran que las empresas despiden a los trabajadores o cierran por la falta de créditos de la Banca. Sin embargo aún está por ver que estos empresarios perjudicados por tal acontecimiento protesten, tomen la calle, se indignen como el resto de los ciudadanos acosados por el desbarajuste económico. Pero no. Todavia estamos por ecuchar a dirigentes de la CEOE o la CEPYME que protesten públicamente en los medios sobre esos créditos que no llegan a pesar de las ingentes cantidades de dinero público que se ha transvasado a los banqueros para sanear sus aventuras financieras y que pagamos todos. Sin embargo las quejas nunca van por ahí. El problema empresarial que está produciendo estas criminales cifras de paro continúa siendo, según ellos, los salarios y los
costes del despido. Insensibles al drama, no piden que se abra el grifo del crédito, sino una reforma laboral aún más dura que asegure mayores beneficios.  Y eso a pesar que España es uno de los países con índices salariales más bajos, junto a Grecia y Portugal, curiosamente países que como sabemos están en la picota de esta provocada crisis. Cuando se dice que el endeudamiento de las familias en España está sobredimensionado ningún economista neoliberal ––que ahora son los que mandan–– explica que el motivo se debe a los bajos salarios. Alguien debía preguntarse en serio por qué, Francia, Belgica, Holanda, entre otros, tienen un desempleo mucho menor que nosotros además de soportar menor deuda familiar. ¿No será que el suficiente salario de esos países no
ha hecho prosperar, precisamente, el endeudamiento familiar?  Pero para lo que se pretende, es más conveniente mentir y meternos en la cabeza un complejo de culpabilidad con el que callarnos la boca. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y por tanto somos culpables, vociferan. Para ellos "vivir por encima de nuestras posibilidades" ha sido en la mayoría de los casos echar mano del crédito para llegar a final de mes, o procurarse lo indispensable para vivir decentemente. Ocultan que tal situación viene de la mano de unos salarios históricamente de miseria si los comparamos con las otras potencias del contorno. De esta manera se criminaliza a las familias españolas endeudadas a pesar que con su esfuerzo sobrehumano han procurado cierta prosperidad en este país. Porque de no ser así ¿a qué coño íbamos a llegar a ser la octava potencia mundial de la que tanto se han pavoneado nuestros gobiernos? A los españoles esta prosperidad mal entendida les ha costado siempre el doble que a los demás a causa de los bajos salarios y eso es algo irrefutable.

Aún así, nuestra inhumana casta empresarial, máxima beneficiaria de toda esa prosperidad a costa del lomo de la clase trabajadora y ahora de la crisis, continúa comportándose como un insaciable vampiro, y quiere chuparle al trabajador más beneficio a pesar de disfrutar de uno de los más altos de Europa. De esta manera, lejos de mostrarse sensible a la tragedia del paro, pide mayor dureza en la reforma laboral para despedir más gente y más barato. Esta crisis le está sirviendo para renovar plantillas, deshacerse de las pesadas nóminas del personal fijo y cambiarlas por contratos basura o los llamados minijobs. Pero para esto necesita despedir aún más barato. El brutal stock de mano de obra desempleada (seis millones doscientas mil personas) sin duda va a condicionar fatalmente cualquier razonable y decente equilibrio entre la oferta y demanda en el  mercado laboral a muchos años vista. Estos empresarios–vampiro van a poder contratar por un bocadillo y bajo las condiciones más vejatorias y draconianas. En verdad no les falta razón a aquellos que piensan que la crisis no es más que una diabólica estrategia de los poderes económicos para convertir a los paises que la soportan en pueblos de esclavos. 
De esta manera es fácil comprender que economistas conservadores y neoliberales no quieran oir hablar de una supuesta elevación del salario mínimo, que marque una pauta, proponiendo incluso su eliminación. Argumentan que cualquier elevación del salario mínimo destruiría empleo. Pero esa fábula ya no sirve si echamos manos a los fríos datos de la realidad que nos rodea. Grecia, España y Portugal, cuyos salarios mínimos (en 2008, era en Grecia 4.86 euros estandarizados por hora, Portugal 3.31 y España 4.07 euros por hora),  los más bajos de la UE-15, tienen también el mayor nivel de desempleo. Por otra parte Francia, Bélgica, Holanda y Gran Bretaña, tienen salarios mínimos que suponen más del doble de los de España (Francia 8.70, Bélgica 8.23, Holanda 8.22 y Gran Bretaña 8.06 euros estandarizados por hora) y sin embargo tienen un desempleo infinitamente menor que España.  ¿Por qué?
Queda claro que en en esta crisis nada de lo que nos dicen es cierto, y menos las causas que la produce y con las que pretenden criminalizar a las clases populares acusándolas de derroche y abuso salarial. 
Quiero concluir con un segmento del artículo de V. Navarro sobre esta supuesta crisis y su repercusión en los beneficios y rentas empresariales:


"Es importante para analizar tales rentas mirar la evaluación de los beneficios empresariales incluyendo los años de la crisis. En realidad, durante estos años se han exigido cambios muy sustanciales tanto en el mercado de trabajo como en la financiación del estado del bienestar que han implicado recortes muy considerables tanto de los beneficios laborales como de los sociales. El gobierno y las Cortes españolas han adoptado tales medidas indicando que eran necesarias para salir de la crisis. Pero, tales sacrificios no se han exigido al mundo de las grandes empresas. En realidad, aquellos sacrificios de la población laboral han repercutido favorablemente en los beneficios a los grupos empresariales más importantes de España y que marcan la pauta de desarrollo económico. Mirando las empresas del IBEX-35, vemos que durante el periodo de la crisis (2007-2010), periodo durante el cual el número de desempleados ha pasado de 1.800.000 en 2007 a más de 4.000.000 en 2010), sólo 3 empresas que componen el IBEX-35 han tenido pérdidas, lo cual supone sólo un 8.5% de las grandes empresas. Todas las demás, reportaron beneficios. Es más, de las 3 que indicaron pérdidas, dos tuvieron pérdidas sólo durante el primer año, mostrando al año siguiente beneficios de más de 900 millones de euros, una de las empresas, y más de 2.000 millones de euros en el otro. Sólo la tercera empresa, ACERINOX, obtuvo pérdidas dos años seguidos, consiguiendo obtener 123 millones de euros de beneficio en 2010. El centro del mundo empresarial no ha tenido pérdidas durante estos años de crisis. En realidad, no han estado en crisis. Los trabajadores, sin embargo, sí que lo han estado y continúan estándolo. De ahí que, la mera exigencia de justicia, debería impedir que una empresa que está con beneficios no pudiera disminuir la plantilla, añadiendo además que cualquier ventaja fiscal que recibieran (y todas ellas obtener desgravaciones y subsidios fiscales) debieran estar condicionadas a la creación de empleo y al mejoramiento salarial de sus empleados o al establecimiento de un fondo en la empresa conjuntamente gestionado por los empleados de la empresa y la dirección, con el fin crear empleo. Esta legislación existe en muchos países europeos y debiera aplicarse también en España, donde el mundo de las grandes empresas tiene un excesivo poder a costa del mundo del trabajo. Estos datos muestran claramente que la crisis no ha afectado por igual a las rentas del trabajo y a las rentas del capital. Las segundas han mejorado a costa
de las primeras."
Cuando el poder político se presta a una confabulación de los poderes económicos contra el pueblo, a eso se llama fascismo. 

j.m.boix 
 

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