Los pueblos también se equivocan. La enfebrecida primavera árabe que no cesa ha llevado a los egipcios al crudo invierno castrense. En verdad el golpe militar de Egipto me recuerda vivamente aquel otro de Argelia en 1992, donde el ejército argelino interrumpió bruscamente un proceso electoral limpio y transparente, pero que a juzgar por el resultado de la primera vuelta iba a dar una aplastante victoria al Frente Islámico de Salvación (FIS), comenzando así una sangrienta guerra civil que se cobró la vida de más de 200.000 personas.
La represión del ejército fue terrible e implacable contra aquellos miembros del FIS que tomaron las armas para recuperar lo que habían ganado limpiamente en las urnas. Entonces, como ha sucedido ahora, Occidente dio el visto bueno al golpe, abandonando posteriormente al pueblo argelino a una atroz sangría producida por un terrorismo de Estado sistemático que silenció a la población a base de brutalidad y muerte.
Todos sabemos, y nosotros más por experiencia, que generalmente los ejércitos no son amantes de la democracia ni de las libertades, y mucho me temo que en esta ocasión el pueblo egipcio ha dado un resbalón de aquí te espero. Facilitar la intervención militar de un ejército subvencionado por el Pentágono para quitar de en medio a los Hermanos Musulmanes de un gobierno legítimo no ha sido una buena idea y puede resultar muy peligroso. A igual que sucedió con el FIS argelino que ganó la elecciones limpiamente, los Hermanos Musulmanos son en estos momentos perseguidos, capturados e incluso asesinados como las últimas noticias nos informan.
Lo ocurrido supone una vergüenza para un país que estrenó la democracia como quien dice hace dos días con unas elecciones limpias y transparentes que debieron respetarse. Pero lo que más indigna en todo este acontecimiento es la actitud cínica de los países occidentales ante determinados resultados electorales que no son de su agrado. Porque pretender democracias a la carta como exigen y propician los EEUU y sus amigotes es un atentado a la propia esencia de la democracia, que no puede estar sujeta a los caprichos interesados de los poderosos del mundo. No me cabe duda que Israel debe estar celebrando el acontecimiento.
El reconocimiento por parte de los países occidentales de este Golpe de Estado contra la democracia en Egipto es un aviso a navegantes y debe alertar las orejas de otros gobiernos democráticos que tienen la desgracia de no ser del gusto de los países imperialistas comandados por EEUU.
j.m.boix
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