Honduras y un fraude que exige urgente respuesta
por Carlos Aznárez
Era
mundialmente conocido que durante los últimos meses, todas las
encuestas, inclusive las de la oposición mostraban que el triunfo de la
candidata del Partido Libre era irreversible. Xiomara Castro, acompañada
por verdaderas movilizaciones multitudinarias había recorrido el país y
a su paso no sólo recibía el júbilo clamoroso de sus seguidores, sino
todo tipo de improperios por parte de la derecha oficialista. Estos
últimos gestos respondían, sin duda, a la contundencia del apoyo popular
para el Partido Libre, que prácticamente aseguraban su triunfo.
Sin
embargo, las previsiones de fraude no dejaban de ser una amenaza. Lo
recordaban ayer mismo varios de los observadores internacionales que con
el correr de las horas y al ver que el Tribunal Supremo Electoral (TSE)
ocultaba miles de actas y consagraban "manu militari" el triunfo al
candidato oligárquico Juan Orlando Hernández, se desesperaban para
investigar en qué "Tríangulo de las Bermudas" habían desaparecido esas
decenas de miles de votos para Xiomara que cada uno de los fiscales de
Libre habían visto en el conteo urna por urna. Incluso, otro de los
candidatos, Salvador Nasrala, del Partido Anti-Corrupción, ya ha
anunciado su desconocimiento de los resultados emitidos por el TSE,
debido a lo descarado del fraude existente.
El
gran problema ha residido, y ahora lo reconocen algunos dirigentes de
Libre, es haber tenido la ingenuidad de reconocer de antemano a este
TSE, cuyos integrantes son los mismos que avalaron el golpe militar de
2009. Se pecó indudablemente de cierta ingenuidad, al creer que quienes
durante estos años generaron un golpe de Estado, masacraron al
campesinado del Aguán, ampararon el asesinato de periodistas y
encarcelaron a miles de hondureños, podían organizar un acto electoral
para ser finalmente derrotados. La burguesía no se suicida, y sólo puede
ser jaqueada a través de la movilización popular. Alli reside una de
estas contradicciones que casi siempre generan estas democracias no
representativas y mucho menos participativas: imponer instituciones
amañadas y corruptas, integradas por jueces o funcionarios venales que
cumplen a la perfección la consigna de salvar al capitalismo y avalar la
represión que sea necesaria para imponer sus designios.
Fue
precisamente ese TSE el que está dando a conocer resultados en los que
la gran mayoría del pueblo no cree. Y eso ocurre así, porque el sistema
hondureño, ese mismo que en su momento fue "perdonado" injustamente por
la gran mayoría de los países latinoamericanos para que vuelva a los
foros continentales, dándole la espalda a la heroica Resistencia
Popular, no va a ceder ni un ápice frente a quienes desean que se
produzcan cambios profundos.
Xiomara
Castro ha ganado las elecciones, sin duda, (con una ventaja de
alrededor de 5 puntos sobre el oficialismo) pero ocurre que la derecha
oligárquica y golpista maneja todos los resortes del poder (ejecutivo,
legislativo, judicial, mediático) y puede darse el gusto de generar esta
perversa contradicción: la victoria obtenida en las urnas se ha perdido
en el escrutinio. No es muy distinto a lo que le ocurrió en dos
oportunidades a los seguidores de Andrés López Obrador en México, y ese
ejemplo marca también algunas enseñanzas. Lo que se pierde en el fraude
comicial es necesario ganarlo en la calle, y sin pérdida de tiempo. Ya
lo expresó el referente del Frente Nacional de la Resistencia Popular y
del partido Libre, Juan Barahona: "No nos vamos a quedar con los brazos
cruzados y si nos roban el triunfo, volveremos a lo que hemos hecho
siempre, resistir, resistir y resistir en las calles hondureñas".
Xiomara
Castro ha ganado y el actual momento no parece que se pueda resolver
sólo con denuncias ni con conferencias de prensa, bajo el riesgo de
defraudar a quienes tanto han luchado desde aquellas jornadas
inolvidables de 2009. Se hace necesario antes que nada preservar la
unidad alrededor de Libre, y por otro lado, que su dirigencia
reconduzca rápidamente el proceso y dé señales claras a nivel nacional e
internacional de que está dispuesta a no dejar pasar este nuevo robo a
la voluntad mayoritaria de su pueblo. Si se cierran las puertas de la
legalidad pseudo democrática, si se trata de imponer una victoria
continuista con el desparpajo de manejar un Tribunal fraudulento, al
pueblo hondureño no le va a quedar otro camino que la confrontación
directa con sus enemigos de clase. Doloroso pero cierto por todas las
consecuencias que ello acarrea. Pero hay circunstancias de los pueblos
en las que seguir poniendo "la otra mejilla" significa prolongar la
agonía.
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