Sunday 1 December 2013

LA AGRESIÓN QUE NO CESA.

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La aplastante victoria de los trabajadores de limpieza viaria de Madrid, manteniendo una de las huelgas más sólidas de los últimos tiempos ha enfurecido al PP que piensa "reformar la ley de huelga", o lo que es lo mismo, acabar con este derecho constitucional a base de "servicios mínimos". También su manifiesta hartura de la contestación social le lleva a la creación de nuevas leyes con las que pretende enmudecer la calle  con alucinantes  multas administrativas para aterrorizar a la gente y acabar con las movilizaciones sociales. La llamada "ley mordaza" supone un gravísimo atentado al sistema de libertades establecido en la Constitución. El PP es una agresión que no cesa. Siete años de cárcel para los autores del tartazo a la ladrona de la Caja de Navarra, seis detenidos en un desahucio de La Coruña. Multas, cárcel, más multas, más cárcel... Estas son las soluciones que nos ofrece este corrupto gobierno para resolver la escandalosa situación política y economica en la que nos vemos abocados.

El Constitucional, comandado por otro amigote franquista, tumba la ley antidesahucios aprobada en Navarra a igual que hizo en Andalucía. Los dirigentes del Partido Popular están demostrando sobradamente sus instintos criminales. Les place ver sufrir a los de abajo, verlos tirados por las calles, comiendo de caridad o de las basuras, ahorcados por la desesperación que crean, mientras ellos viven instalados en el lujo de sus costosas viviendas en exclusivas barriadas, en la buena mesa de los restaurantes Vip, en la soberbia de sus fríos despachos reconvertidos en cuevas de ladrones. Ni un centavo para la España que sufre y que vive de la solidaridad del pueblo o la caridad de la Iglesia. Ninguna ayuda para esos niños que dicen proteger como cínicos antiabortistas que son, y que luego abandonan a la intemperie de la miseria con dietas de hambre. ¡A un plato de macarrones al día durante todo el año le condenaría a comer a este Gobierno de mal nacidos! Porque sin duda, el Partido Popular es la peor peste que ha  asolado este país desde la llamada Gripe Española, salvando el criminal franquismo.

A la sombra de esta gavilla de corruptos que nos gobierna prosperan los herederos de Díaz Ferrán, una patronal gansteril donde las haya, el otro frente de exterminio de esta horda sin alma que nos ha tocado sufrir. No sólo pagan los más míseros salarios de Europa sino que además pretenden que le suban a los trabajadores los impuestos a la Seguridad Social para no pagarlos ellos. Y todo a la sombra de un chulesco Rajoy, envalentonado de impunidad, que amenaza con no levantar el pie del acelerador de sus estragos al grito de viva España.  Vamos, toda una bacanal del escarnio, todo un  mearse a horcajadas sobre unos ciudadanos indefensos incapaces de frenar a estos facinerosos. Estamos a merced de los hijos de esa basura de Transición que no condenó el 18 de julio y que ahora vuelven por sus fueros para ganarnos la guerra por segunda vez, para abatir y pisotear todo lo que hemos conquistado.  Pero bien que nos lo merecemos por ineptos.

Por otro lado, graznan los banqueros-ladrones festejando que les vuelve a llover el dinero. Ya reparten beneficios entre sus facinerosos accionistas, pero ni un solo euro para los que les han sacado de la bancarrota, ni un euro para los ciudadanos de a pie que han sido los que han tenido que apechugar con sus costosas juergas y pútridos negocios. Y lo hacen con la exención de los que saben que nadie les va a exigir que devuelvan lo que nos han robado. Es el mismo recochineo con el que la ministra Báñez declara que la reforma de las pensiones será una “nueva conquista social” a sabiendas que tal “conquista” dejará en la mayor de las indigencias a la mayoría de nuestros mayores. Es en definitiva, la ley de la impunidad del que sabe que en este país nunca será castigado.

 Muchos crédulos aún creen que portándose bien cambiarán las cosas, que la crisis pasará, que todo será más o menos como antes. Pero la crisis no pasará para nosotros. Ha venido para profundizarse y quedarse con los trabajadores, con los desválidos, con los pobres, con los ancianos, con los niños, con los humildes de corazón que aún creen en la humanidad de los que mandan. Porque estamos, ni más ni menos, ante el sursum corda del criminal neoliberalismo Tatcheriano, que condena al exterminio social a un tercio de la población. Un tercio de la población que en España supone abandonar en la cuneta a más de catorce millones de ciudadanos. Si esta criminal política la condimentamos con un puñado de corrupción y otro puñado de fascismo, resulta al final el gobierno que hoy sufrimos en España.

j.m.boix

 


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