Si el auto del juez Castro, al que usted ha vilipendidado en más de una ocasión, hubiera sido redactado para imputarme a mi o a cualquier otro ciudadano de alpargata, usted, señor Horrach, no hubiera pestañeado siquiera al aceptarlo e incluso en aplaudir el concienzudo trabajo de imputación. Pero, ¡ay!, la película es bien diferente cuando intervienen actores intocables como los miembros de la Casa Real o los Blesa de turno. Siento decirle que lo suyo se llama desvergüenza y deshonor, señor Horrach.
De esta manera y con individuos como usted se llega a comprender las enloquecidas prisas por aforar hasta las cucarachas de la Zarzuela, para que ningún juez "conspiranoico" pueda imputar en el futuro a sus presuntos y regios delincuentes.
Con gente como usted no cabe en este país una justicia con venda en los ojos, señor Horrach.
Termine su desgraciado trabajo, desimpute a la princesa que es lo que le han ordenado y váyase luego a donde nunca más podamos escuchar su nombre.
j.m.boix
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