En medios diplomáticos de Madrid se asegura que el embajador de Estados Unidos en España, James Costos, pidió a Pablo Iglesias en la entrevista que ambos mantuvieron en marzo, la cabeza de Juan Carlos Monedero con el fin de desactivar el ala radical y antinorteamericana de Podemos.
Esta habría sido, según los citados medios, la sugerencia del representante de Washington para que la ascendente fuerza política de Podemos pudiese integrarse en la contienda política. Dos meses después caía el icono más a la izquierda del partido liderado por Pablo Iglesias.
Otras fuentes diplomáticas acreditadas en Madrid no plantean con tanta crudeza que el embajador de Estados Unidos solicitase abiertamente a Iglesias que prescindiera del hasta ese momento su más estrecho colaborador. Señalan, en cambio, que fue el propio Pablo Iglesias quien se convenció durante la entrevista que la presencia de Monedero en la dirección de Podemos era incompatible con sus aspiraciones de convertirse en el partido capaz de competir con los dominantes PP y PSOE.
Fuentes cercanas a la dirección de Podemos aseguran que Monedero vio en la entrevista Iglesias-Costos el fin de su sueño: construir una alternativa radical al sistema surgido de la Transición política. Esa ha sido, precisamente, la divergencia entre Iglesias y Monedero. El primero quiere reformarlo mientras que el ya apartado Monedero quería superarlo con un nuevo modelo.
Monedero es esencialmente anticapitalista, razón por la cual un sector importante de la sociedad, jóvenes y menos jóvenes, se sintieron inicialmente atraídos por Podemos. Mientras que Iglesias aparece como un nuevo Kautsky: un reformador. En la Rusia de la revolución de 1917, serian Bolcheviques y Mencheviques, respectivamente.
En el momento de acudir a las urnas, y según las encuestas internas de socialistas y populares, Juan Carlos Monedero se situaba en una horquilla entre el 12 y el 15% del electorado a pesar de la hecatombe social generada por la crisis. Mientras que Iglesias sobrepasa el 25%, lo que le permite echar un pulso a los dos partidos dominantes. El líder de Podemos perdería votos de izquierda radical a cambio de ganar votos en el centro.
¿Qué relación tiene este escenario con el embajador norteamericano? Parece clara: para Iglesias los Estados Unidos son un socio estratégico, para Monedero un enemigo. Iglesias calificó el encuentro con el embajador Costos de “útil, productivo, cordial e interesante”. Para Monedero era inútil y peligroso; el exdirigente de Podemos nunca se habría entrevistado con el representante del Imperio, al menos mientras estuviera fuera del poder.
Esta habría sido, según los citados medios, la sugerencia del representante de Washington para que la ascendente fuerza política de Podemos pudiese integrarse en la contienda política. Dos meses después caía el icono más a la izquierda del partido liderado por Pablo Iglesias.
Otras fuentes diplomáticas acreditadas en Madrid no plantean con tanta crudeza que el embajador de Estados Unidos solicitase abiertamente a Iglesias que prescindiera del hasta ese momento su más estrecho colaborador. Señalan, en cambio, que fue el propio Pablo Iglesias quien se convenció durante la entrevista que la presencia de Monedero en la dirección de Podemos era incompatible con sus aspiraciones de convertirse en el partido capaz de competir con los dominantes PP y PSOE.
Fuentes cercanas a la dirección de Podemos aseguran que Monedero vio en la entrevista Iglesias-Costos el fin de su sueño: construir una alternativa radical al sistema surgido de la Transición política. Esa ha sido, precisamente, la divergencia entre Iglesias y Monedero. El primero quiere reformarlo mientras que el ya apartado Monedero quería superarlo con un nuevo modelo.
Monedero es esencialmente anticapitalista, razón por la cual un sector importante de la sociedad, jóvenes y menos jóvenes, se sintieron inicialmente atraídos por Podemos. Mientras que Iglesias aparece como un nuevo Kautsky: un reformador. En la Rusia de la revolución de 1917, serian Bolcheviques y Mencheviques, respectivamente.
En el momento de acudir a las urnas, y según las encuestas internas de socialistas y populares, Juan Carlos Monedero se situaba en una horquilla entre el 12 y el 15% del electorado a pesar de la hecatombe social generada por la crisis. Mientras que Iglesias sobrepasa el 25%, lo que le permite echar un pulso a los dos partidos dominantes. El líder de Podemos perdería votos de izquierda radical a cambio de ganar votos en el centro.
¿Qué relación tiene este escenario con el embajador norteamericano? Parece clara: para Iglesias los Estados Unidos son un socio estratégico, para Monedero un enemigo. Iglesias calificó el encuentro con el embajador Costos de “útil, productivo, cordial e interesante”. Para Monedero era inútil y peligroso; el exdirigente de Podemos nunca se habría entrevistado con el representante del Imperio, al menos mientras estuviera fuera del poder.
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