La gente de izquierda quedó estupefacta ante el descaro de Cifuentes al utilizar la fachada de un edificio público emblemático para pedir la liberación de un preso ultraderechista condenado en Venezuela por grave alteración del orden público con resultado de muerte de 46 personas.
Ahora tenemos aquí a un preso jornalero andaluz encarcelado por
más de tres años por alterar el orden público y agredir a un concejal socialista al calor de una protesta colectiva, produciéndole algunas contusiones de caracter leve.
A Bodalo le aplican el represor artículo 557 del Código Penal, reformado en los años socialistas y que amplia su carácter represivo en prevención a las conductas esperables de una gran parte de la población inmersa en la desesperación provocada por las inmisericordes políticas de ajuste estructural y el deplorable espectáculo de una desigualdad que avanza inexorable. Los defensores de la reforma penal lo saben y engrasan y endurecen la maquinaria represiva del Estado para aplastar esa justa rabia que explota aquí y allá. El caso es que si la ultraderecha ha tenido la audacia de colgar murales en la fachada de un edificio emblemático de la plaza Sol de Madrid en defensa de un golpista condenado en su país por graves alteraciones de orden público con resultado de muerte, ¿por qué no hacer lo mismo y pedir la libertad desde las fachadas de los Ayuntamientos de izquierda de un jornalero que en un momento de desesperación haya podido agredir levemente a un concejal?
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