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VICTIMAS DEL NUEVO CÓDIGO PENAL FRANQUISTA. AL ANCIANO PROFESOR VESTRINGE LE PUEDEN CAER TRES AÑOS POR "OCASIONAR LESIONES A UN ANTIDISTURBIO" ¿Y LA SIGUEN LLAMANDO DEMOCRACIA? |
Examen del nuevo Código
Penal. Las modificaciones más peligrosas para la democracia.
Foro de Abogados de Izquierdas . Antonio Segura, Juan Moreno y Miguel Angel Garrido. 18/10/2013
Una reforma al servicio
del capital y las fuerzas de seguridad. En pocas palabras esta sería una buena
forma de definir el significado de la reforma del Código Penal que ha remitido
a las Cortes el gobierno del Partido Popular, una reforma que no pasará
desapercibida y que, desgraciadamente, padecerán las clases populares y
aquellos que osen contestar en las calles las políticas antisociales de la
Troika, la banca y su gobierno faldero.
Ya desde su remisión como
anteproyecto de ley ante el Consejo de Ministros, no se ocultaba uno de los
fines más inmediatos de la contrarreforma, y así lo exponía el Ministro
Gallardón: “reforzar la seguridad ciudadana y la lucha contra la violencia
callejera”. Es evidente la utilización instrumental en defensa de la clase
dirigente que cualquier régimen hace no solo de las instituciones, sino además
de los propios instrumentos jurídicos como los códigos penales. Lo curioso de
este caso es que se viene a legislar previendo lo que, a ojos del propio
gobierno, se nos viene encima: más recortes de derechos, más miseria, más
desahucios, más violaciones a los principios que inspiraron la Constitución y
más respuesta democrática de los ciudadanos en la calle. Es esa presunción la
que obliga a los dirigentes de este régimen en decadencia a fortalecer sus
mecanismos de coerción ante esa nueva realidad social y a reprimir con mayor
dureza las infracciones derivadas de la pobreza y el estado de necesidad
económica. Y todo ello lo hace dentro de esa lógica neoliberal que en nuestro
Estado tiene una deriva franquista, que es la de reprimir sin contemplación al
ciudadano que se resista, aún pacíficamente, a los mandatos de la dictadura
político-financiera que pretende capitanear la sociedad de los próximos años.
Será delito hurtar una
barra de pan.
Por un lado, del nuevo
Código Penal cabe destacar la desaparición de las faltas, una medida que el
gobierno presenta como de racionalización de la administración de justicia,
pero que va a suponer una mayor criminalización de determinadas conductas
relacionadas con la penuria económica y los pequeños problemas comunitarios.
Así, el mero hecho de hurtar un paquete de arroz, trabajar como mantero o
conectarse sin autorización a la red eléctrica de Iberdrola pasará a ser
delito, aunque sea leve, lo que en la práctica significa la facilitación de la
detención en comisaría de la persona denunciada, un aumento de la pena y la
generación de antecedentes penales. Sobre la cuestión del aumento de las
detenciones, hay que recordar que a día de hoy la mera imputación de una falta
nunca puede justificar la detención por parte de la policía si existe capacidad
de identificación de la persona denunciada, situación que se revierte con la
reforma, ya que la conversión de muchas faltas en delitos leves abre la puerta
a que la mera imputación de dicho delito leve conlleve la detención de la
persona y su confinamiento en una celda de la comisaría más cercana.
Además, la supresión de
determinadas faltas y su definitiva remisión a la jurisdicción administrativa,
como la anacrónica de falta de respeto a un agente de policía, va a suponer un
incremento de la sanción que impone la administración y dificultar el acceso a
la revisión judicial, ya que el actual sistema de tasas judiciales va a
imposibilitar o desincentivar a las clases populares el recurso judicial ante las
decisiones arbitrarias de la administración.
Acallar la protesta
social
Por otra parte, además de
esta mayor criminalización de la pobreza, la reforma tiene como objetivo el de
acallar la protesta social. Es un paso más, pero profundo y ajustado a las necesidades
de represión ante una mayor movilización y organización de la ciudadanía y sus
medios de lucha, respuesta represora que encaja en lo que desde hace años se ha
venido llamando derecho penal del enemigo. Otros gobiernos ya han venido
utilizando este instrumento de la misma manera, como la famosa “ley Corcuera”
diseñada para reprimir los derechos y libertades y garantizar la impunidad de
las actuaciones desproporcionadas de las fuerzas y cuerpos de seguridad, aunque
en esta ocasión se va más lejos castigando severamente todo tipo de
discrepancias con los agentes de policía. Es innegable que las mayorías
absolutas favorecen dichos retrocesos, pero no es menos cierto que todos los
gobiernos desde la proclamación de la Constitución vigente han apuntado en esa
dirección de restringir los derechos que en la misma sólo se definen sobre el
papel.
Este proyecto de código
va un paso más allá, ya que pretende criminalizar incluso la opinión y el
pensamiento. Si el Código Penal hoy vigente solamente castiga acciones u
omisiones, con la contrarreforma se pretende castigar el mero uso de consignas
y mensajes, incluidos también los de carácter político. Cómo si no se puede
interpretar que en el nuevo Art. 559 CP se sancione como delito “la
distribución o difusión pública, a través de cualquier medio, de mensajes o
consignas que inciten a la comisión de alguno de los delitos de alteración del
orden público del artículo 557CP Bis, o que sirvan para reforzar la decisión de
llevarlos a cabo”. Indudablemente se quiere punir a los que simpaticen con las
luchas sociales, en especial a los usuarios de las redes sociales que difundan
convocatorias disidentes con el poder establecido.
Con el actual Código
Penal en la mano, en teoría, los jueces de este país no pueden sancionar los
llamamientos a participar en una manifestación no comunicada que pretenda, por
ejemplo, mostrar su rechazo contra la monarquía cortando el tráfico en el Paseo
de la Castellana, siendo excepcionales, y deplorables, los casos de algunos
jueces y fiscales que así lo intentan. Pero con esta nueva redacción se abre la
mano a que la policía y la fiscalía persigan y los jueces condenen este tipo de
conductas que se desarrollan en diferentes redes sociales, lo que a todas luces
puede ser inconstitucional y contrario a los tratados internacionales suscritos
por nuestro país, por lo que, de aprobarse definitivamente este proyecto de
nuevo Código Penal, cientos de ciudadanos podrán pasar por la comisaría por el
sólo hecho de haber repartido o distribuido propaganda para el ejercicio de
derechos fundamentales. Y lo peor, poco podemos esperar del Tribunal
Constitucional, presidido hoy por un (ex)militante del PP, como órgano que vele
por nuestras garantías constitucionales y declare inconstitucional dicho
precepto.
Un paso pues que nos
lleva a un tablero de juego más parecido al de una dictadura que al de una
democracia, y por ello es necesario una oposición clara a esta reforma, una
toma de conciencia de lo que significa y de organizar a la ciudadanía y a los
interlocutores jurídicos, jueces, fiscales, abogados etc. que creen en la
democracia con independencia de su ideología para crear una respuesta
contundente a este atropello, a este golpe contra nuestro sistema de
libertades, ya de por sí frágil, pero que con la aprobación de esta
contrarreforma prácticamente desaparece.
Esta reforma muestra cómo
el poder carece de soluciones para salvar el Estado social, porque no está
entre sus objetivos, por lo que no tiene más remedio que acabar también con el
Estado democrático y de derecho. La sociedad en su conjunto está obligada a
reaccionar, empezando por el poder judicial que se va encontrar en la
encrucijada de demostrar si forma parte de la solución o del problema, si
quiere ser activo en la defensa de los derechos de los ciudadanos o indiferente
ante los abusos de los derechos de las personas. Y, en este momento, la
indiferencia sólo puede ser interpretada como complicidad.
COMPLICIDAD LA DEL PSOE QUE NO HA MOVIDO UN DEDO PARA EXIGIR AL PP LA DEROGACIÓN DE LA LEY MORDAZA. LUEGO TIENEN LA DESFACHATEZ DE IR DE IZQUIERDAS POR LA VIDA.
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