Decenas de presos antifascistas se pudren desde hace décadas en las prisiones españolas ante una izquierda avergonzada de su valentía y coraje.
Es una noticia triste ver cómo hace pocas semanas fallecían dos ex presos políticos(1), a los que en todos los locales y puntos de reunión de la izquierda estatal se les tendría que haber homenajeado como verdaderos mártires de las causas más justas y reivindicaciones pendientes en la España posfranquista, y que, sin embargo, han pasado sin pena ni gloria por algunas páginas web y sin que apenas haya un recuerdo físico, combativo y general por estos compañeros.
Prácticamente todas las prisiones españolas albergan a más de un preso político antifascista al que el Estado español ha condenado de por vida sin relacionar el juicio que se haya hecho sobre sus comportamientos, puesto que se les ha juzgado por sus ideas. Con pruebas poco convincentes, comprando a falsos "arrepentidos", generando un efectivo muro de silencio entre muchos compañeros y familiares, que acuden todos los fines de semana a visitarlos en un clima de clandestinidad, humillaciones y soledad, se ha conseguido lo más grave de esta política de exterminio: que el gran número de siglas que pueblan el mapa de los movimientos sociales en el Estado Español olvide que decenas de compañeros están siendo martirizados a muy pocos kilómetros de sus lugares de residencia o actividad política.
Varias organizaciones, a las que considero compañeras, se alarman de determinados gestos represivos de los cuerpos policiales españoles, autonómicos o locales de los últimos meses o años, olvidando que esa ha sido la tónica habitual del Estado cuando su estructura económica y militar ha sido puesta en duda de manera organizada. Causa sorpresa que el Ministerio del Interior tuviera que recurrir al fraude electoral para vetar a Iniciativa Internacionalista, pero nos hemos acostumbrado a ver cómo decenas de presos enfermos están siendo asesinados lentamente por el sistema penitenciario que todo el arco parlamentario español acepta y apoya.
Nos hemos asustado. El enemigo nos ha inculcado el miedo. Nos horrorizamos por los falsos positivos en Colombia, pero convivimos con el horror de que cada pocos meses sale de las prisiones un nuevo compañero metido en un cajón de pino. Nos asustamos cuando la Audiencia Nacional emite un auto de procesamiento contra estructuras sociales y políticas en el País Vasco, pero olvidamos que España es el único Estado europeo que tiene a la dirección de un Partido Comunista (2) en la cárcel por ese hecho, por ser comunista.
Nadie duda de las diferencias estratégicas o ideológicas que pueda haber con determinadas concepciones, pero convertir ese hecho en la excusa para no dar soporte a aquellos compañeros que lo necesitan es una vergüenza y una infamia contra lo que muchos dicen combatir. Esas discrepancias las mantenemos todos los días incluso entre nosotros mismos, sin que eso sea un problema para nosotros.
¿Hay miedo a que nos acusen de cómplices de los que entendieron que uno de los caminos para luchar contra la continuidad del franquismo era también la vía armada? No creo que sea el momento de la polémica del acierto o no de esa opción, pero esos combatientes son nuestros compañeros, y los hemos abandonado. Ya va siendo hora de quitarnos el pañuelo que desde hace años nos hemos colocado y optemos por un verdadero y genuino combate por la libertad de nuestros presos políticos.
Carta dedicada a los presos del Movimiento de Resistencia Antifascista.
Iñaki Kuadra Etxeandia y Enrique Álvarez Abalde.
La Dirección del Partido Comunista de España(reconstituido) se encuentra en la cárcel.
Solidarios de los Comités por un SRI (en espera de juicio, acusados de formar parte de un imposible entramado).
Andrés Yotuel
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