Wednesday, 19 August 2020

NI VIVO, NI MUERTO, NI ZOMBI (Libro de Relatos)



            "El día de autos, desde muy temprano las luces de la mísera vivienda de la vieja Eulalia estaban encendidas. Su hijo, Pastor, había fallecido esa madrugada de un tiro de escopeta en el pecho. Su cuerpo yacía sobre una desvencijada cama de cabecero metálico en una umbrosa habitación al fondo de la casa, junto a un cobertizo donde guardaban un pequeño rebaño de cabras. La tristona luz de un quinqué de petróleo apenas llegaba a iluminar el rostro extrañamente plácido de un hombre de mediana edad, que aguardaba cristiana sepultura. El cadáver vestía una ensangrentada camisa blanca abrochada al cuello y unos pantalones remendados de indefinible color. Sus pies desnudos los cubría un trozo de manta cuartelera de cuando el fallecido cumplió con el ejército allá en su juventud. 
 Algunos vecinos entraban a rendir un último adiós a Pastor, que así se llamaba el difunto, y dar el pésame a su madre, la vieja Eulalia, que no parecía muy afectada por la trágica muerte del hijo. Algunos llegaron a decir que la pobre mujer había perdido la cabeza porque aseguraba que su hijo no estaba muerto. Sin embargo, pronto algún vecino pudo comprobar con sobresalto que la madre podía tener razón porque le había visto al muerto mover las piernas y algo más en el interior de… su bragueta.
La noticia corrió como la pólvora y pronto llegó a oídas del viejo médico del pueblo.
––Eso es imposible ––le dijo al vecino que había corrido a darle tal extraña información –– Esta madrugada lo examiné y su corazón está destrozado por el plomo. Ese hombre está muerto.
––Lo mismo está resucitando ––repuso el vecino con cara de susto.
Movido por una curiosidad mezclada de inquietud, el doctor cogió el abrigo y echó calle arriba camino del domicilio del fallecido. En la puerta había bastante gente y la vieja Eulalia clamaba a quien quería escucharla:
  ––¡No está muerto! ¡Se hace el muerto para no sacar hoy las cabras!
El médico se abrió paso entre el corrillo y entró en la vivienda. Al poco salió con la cara descompuesta y exclamó:
––¿Quién ha flexionado las piernas del cadáver?..."

Continuará en




Próxima publicación.

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