El antropólogo, historiador y ensayista francés Emmanuel Todd en su
apartamento, en Paris, 2022. (Alamy Stock)
El historiador, antropólogo y
sociólogo Emmanuel Todd (1951) fue conocido con La
chute final, publicado en 1976, un ensayo en el que predijo la
caída de la URSS, y desde entonces sus ideas no han dejado de
generar debate público en el país vecino. Así ha ocurrido
con el último de sus libros, un éxito de ventas, La
derrota de Occidente, que
acaba de ser traducido por Akal. Todd señala tres principales
causas del declive: el desplome industrial de EEUU y la creación de
un PIB de naturaleza ficticia; la desaparición del protestantismo,
que daba soporte al sistema económico, y cuya decadencia ha pasado
por la fase del protestantismo zombi hasta llegar al protestantismo
cero, que está cerca del nihilismo; y la preferencia del resto del
mundo por Rusia antes que por Occidente.
PREGUNTA. Usted afirma en el libro, en diferentes
ocasiones, que es un científico social y que no ofrece puntos de
vista morales, sino que trata de describir unos hechos de la manera
más objetiva posible. ¿Por qué era importante subrayar esto?
RESPUESTA. Es importante porque la situación es extraña en
Francia, como en Occidente, porque en cuanto sugieres que Putin
tiene inteligencia y que Rusia existe como un pueblo con
tradiciones políticas específicas, muy ligadas a la idea de
soberanía, la gente te acusa de ser prorruso y putinista, y esto no
es cierto. Soy un occidental, me encantan el pluralismo y la
democracia liberal y no defiendo una moral particular. Soy
antropólogo social, y mi trabajo es analizar. Quiero aportar algo a
la discusión social, ni siquiera me considero un intelectual.
P. Usted afirma que su libro es una secuela de La
ética protestante y el espíritu del capitalismo, de
Max Weber. Y asegura en él que el capitalismo actual se ha liberado
de la ética protestante y que esta es la causa de su deficiencia
moral y de su simpleza intelectual.
R. Sí, es una cuestión de deficiencia moral, pero también lo
es de falta de eficiencia. Hay un vínculo evidente entre el
despegue de la economía en Europa y en EEUU y el auge del
protestantismo. Existen varias razones, pero la más importante es
la relación con la educación. Como un buen protestante debe saber
leer las Sagradas Escrituras, entre los siglos XVI y XVIII, se
produjo una alfabetización
masiva. Y en la medida en que la gente sabe leer y escribir, también
comienza a ser mucho más eficiente a la hora de formarse
laboralmente.
Pero también están el
componente social y moral y la actitud hacia el dinero. Los
protestantes tenían que trabajar para demostrar algo. Si querías
ser un buen católico, intentabas hacer el bien y así obtenías una
recompensa. El protestantismo era otra cosa a causa de la
predestinación. Habías sido elegido para la vida eterna (o para la
muerte eterna) y lo que hacías en la Tierra era la prueba. Por eso
el trabajo y el éxito eran buenos, porque demostraban que eras uno
de los elegidos. Esto produce una psicología loca, en la que tienes
a Dios metido en tu inconsciente diciéndote que trabajes duro. En
los países católicos teníamos dificultades para entender esto.
"La desaparición de los valores protestantes en el mundo
angloamericano permite entender su fracaso educativo y su desorden
moral"
Esta influencia es evidente si nos fijamos en Prusia, Suecia,
Países Bajos o Gran Bretaña. El mapa de mayor alfabetización en
Europa y el de las principales nacionales industriales hacia 1900
coinciden con los países protestantes. Gran Bretaña y Alemania
eran los Estados más avanzados, y fuera de Europa estaba EEUU.
Francia se mantenía en la carrera porque era
un país católico que estaba suficientemente cerca del mundo
protestante como para mantenerse al día. Esa fue también la época
de relativo declive de Italia o España.
La desaparición de los valores protestantes en el mundo
angloamericano en las últimas décadas hace comprensible el declive
de EEUU y el de Gran Bretaña, así como su incapacidad
para producir toda clase de bienes, incluidas las armas que
necesitan para las guerras. Puedes entender su fracaso educativo, el
desorden moral y la huida del trabajo. Y también se puede apreciar
cómo el neoliberalismo no es tanto una innovación como un nuevo
sistema moral.
Estos procesos son bien conocidos y son muy difíciles de
revertir. La ética cristiana tardó siglos en construirse. La
pérdida de la ética
protestante no es algo de lo que se pueda recuperar EEUU en unos
cuantos años.
P. Una de las consecuencias de lo que usted llama
‘protestantismo cero’ es la construcción de una economía
irreal, con un enorme PIB ficticio. Hay una gran separación entre
la economía de los grandes números y la de la vida cotidiana,
entre la economía financiarizada y la productiva.
R. Sí, sin duda. Proviene de la disminución de los estándares
educativos en el mundo angloamericano y de su huida del trabajo
manual, que es un algo típico en la historia, aparece en todos los
procesos de decadencia.
El capítulo más difícil de escribir fue el de Gran Bretaña
porque tengo un vínculo personal con el país, le debo mucho,
específicamente a Cambridge. Por eso, hasta ahora, me resultaba
difícil criticar lo que estaba sucediendo en Gran Bretaña allí,
no era capaz de verlo. Me resultaba complicado aceptar la idea de
que Margaret
Thatcher fuese tan horrible como Ronald Reagan con el nacimiento
del neoliberalismo y la
destrucción de una sociedad civilizada.
"El colapso de las élites británicas ha tenido efectos
secundarios negativos en las élites de EEUU y en lo poco que queda
de su racionalidad"
Lo que está sucediendo en Gran Bretaña es importante porque en
ella aparecen ese
tipo de economía falsa que hay en EEUU y la desintegración de
los valores morales, específicamente entre su clase dominante. Gran
Bretaña no es un país poderoso, pero la clase dominante británica,
antes de su desintegración, había sido un modelo para la clase
dominante estadounidense. La Universidad estadounidense para las
élites, así como su escuela secundaria, se inspiraron en el
sistema británico, en Oxford, Cambridge y en sus escuelas. Y este
colapso de las élites británicas ha tenido y tendrá efectos
secundarios en las élites estadounidenses, y en lo poco que queda
de su racionalidad.
Gran Bretaña, aunque política o geopolíticamente era un
submarino estadounidense en Europa, fue la madre de los Estados
Unidos, y la implosión de Gran Bretaña tiene y tendrá un
importante efecto negativo para los EEUU.
P. Presta en el libro mucha atención a Rusia. Hay un
deseo expresado con insistencia en Gran Bretaña, pero también en
países europeos y en EEUU, de que Rusia sea derrotada en Ucrania.
Usted afirma que no es posible.
R. El libro lo escribí el pasado verano durante la llamada
contraofensiva
ucraniana. Nos decían que los ucranianos reconquistarían
territorio y llegarían hasta Crimea. En fin, se trataba de una
contraofensiva que solo estaba en las mentes del Pentágono y de los
británicos, aunque los muertos fueran ucranianos. No soy un militar
ni un ideólogo, sino un historiador, y desde este punto de vista
era fácil ver, y así lo escribí, haciendo prospectiva, que
no iba a funcionar.
Al final, Ucrania será derrotada porque Rusia es ahora estable y
más poderosa. Es incluso capaz de producir más armas que el oeste.
Vemos que el ejército ruso progresa
poco a poco. Lo hacen lentamente, porque los rusos no quieren
tanto ganar territorio como destruir el ejército ucraniano y tratan
de evitar, en la medida de lo posible, que sus bajas sean muy
numerosas. Por supuesto, esta postura es totalmente contraria a lo
que se lee en nuestra prensa.
Creo que los rusos querrán recuperar Járkov, pero también
llegar hasta Odesa. Los británicos han provocado que este sea el
propósito, porque han sido tan eficientes a la hora de enviar
drones a Sebastopol que los rusos ahora saben que su flota no
estará segura hasta que lleguen a Odesa. Así que es inevitable.
Creo que lo que los rusos querrán es conquistar y conservar parte
del territorio ucraniano y convertir lo que quede de Ucrania en un
Estado neutral con capital en Kiev.
Esto no es agradable, y espero que no se vea como una posición
prorrusa, porque no es el caso. Sin embargo, hay un problema al
que nos tenemos que enfrentar y no lo estamos haciendo.
"Los Gobiernos occidentales, que pensaron que eran tan
poderosos, no han aceptado que Rusia existe tal y como es ahora"
La derrota ucraniana es segura y será una derrota occidental.
Tenemos que elegir entre aceptar esa derrota y llegar a una
negociación, que será en términos rusos, o negar esa situación y
seguir adelante. De ahí todas las especulaciones sobre que Putin no
se detendrá en Ucrania y avanzará
hacia Europa occidental amenazando nuestra seguridad. Eso es un
completo disparate, porque la demografía es importante, y los rusos
tienen muy poca población para un territorio tan extenso,
necesitarían muchos más soldados para intentar empresas mayores.
Además, no quieren volver a Europa del Este, que ha sido su
pesadilla, están bien como están, sin tener que lidiar con ese
problema. Tengo algunas dudas, eso sí, sobre los países bálticos.
Pero lo que vemos estos días no es la aceptación de la
negociación, sino una sensación de pánico. Los gobiernos
occidentales, que pensaron que eran tan poderosos, no han aceptado
mentalmente que Rusia existe tal y como es ahora. Por eso tratan de
escalar el conflicto. Están diciendo que permitiremos a los
ucranianos utilizar misiles
de largo alcance franceses, británicos o estadounidenses para
atacar territorio ruso. ¿Con qué propósito? No lo sé. Creo que
no hay ninguna intención estratégica, se trata de continuar con la
guerra.
"Macron es el presidente más tonto del mundo, no tiene ni
idea de lo que está haciendo"
Lo que afirman los rusos es que lanzar misiles de largo alcance
contra su territorio equivale a una declaración de guerra. Vladímir
Putin dio una conferencia de prensa la semana pasada al respecto
y explicó que esos misiles no pueden ser operados por los
ucranianos: no cuentan con el personal militar capacitado ni con los
sistemas de satélites que serían necesarios. Por lo tanto, afirmó
Putin, como los europeos estarían involucrados en su lanzamiento,
utilizarlos sería un
acto de declaración de guerra. Amenazó con represalias
específicas y serias.
Y
entonces aparece Macron, que es el presidente más tonto del
mundo, diciendo que esos misiles se utilizarán ahora o más
adelante. No tiene ni idea de lo que está haciendo. Quizá Francia
quiera declarar la guerra a Rusia, pero no ha explicado a los
franceses que habría ataques de represalia contra nosotros y contra
nuestras bases.
P. La sensación de declive occidental está muy anclada
en el sur global. Usted afirma en el libro, por ejemplo, que la
India ve el declive del imperio estadounidense como la continuación
lógica del imperio británico. Pero no es más que una muestra de
una creencia dominante, en especial sobre Europa, a los que nos ven
como los perdedores de esta época. Nosotros nos percibimos como
países poderosos, pero fuera nos tienen una consideración muy
diferente.
R. En Occidente predomina una actitud de negación que es muy
narcisista. La nueva situación es muy difícil de aceptar para
países occidentales que han dominado el mundo durante tanto tiempo.
Pensaron que con el derrumbe
de la Unión Soviética habría un nuevo sistema que renovaría
su preeminencia. Y
entonces comenzaron a hacer tonterías. Enviaron sus industrias
a países donde la gente no sabía leer ni escribir y cobraban
salarios miserables a los que podían explotar. Pero, al hacerlo,
perdieron sus sistemas industriales y se volvieron dependientes del
resto del mundo. Adoptaron sanciones
contra Rusia que no han funcionado porque no han sido apoyadas
por el resto del mundo y que han tenido que pagar las clases medias
y trabajadoras occidentales. No buscan ganancias evaluando costes.
Los anglosajones ya no tienen un modelo racional, sino nihilista,
propio del protestantismo cero.
"Es muy fácil darse cuenta de que la gente de todos los
países grandes y pequeños del resto del mundo nos odian y nos
temen al mismo tiempo"
Hace
20 años escribí un libro titulado Después del imperio,
que fue un éxito en todo el mundo. En ese momento, cuando la gente
hablaba de la fuerza del hiperpoder estadounidense, dije que no era
posible. El mundo era demasiado diverso para que funcionase un
sistema así. Además, las tasas
de alfabetización estaban aumentando rápidamente en muchos
lugares. Era algo que los EEUU no podrían controlar. Solo había
que tener paciencia para que los efectos negativos para Occidente se
manifestasen.
Al mismo tiempo, en el plano interno, la desaparición de la
ética protestante ha dejado paso a la pasión por el nihilismo, por
la destrucción de las cosas y de la realidad, por la
irracionalidad. Hay una cosa que debería haber añadido en el
libro, un listado de todas las acciones irracionales que EEUU ha
llevado a cabo en los últimos años, como atacar inútilmente
países o seguir en guerras continuas. Es muy fácil darse cuenta de
que la gente de todos los países grandes y pequeños del resto del
mundo nos odia y nos teme al mismo tiempo. Cuando ves a Arabia Saudí
negociando el precio del petróleo con Rusia o llegando
a acuerdos con China y con Irán… Y no es solo China, son
países como Sudáfrica o Brasil o India.
Es increíble el estado de negación en Occidente, que ya no
piensa estratégicamente. No hay más que acordarse de Nixon y
Kissinger, que tenían un gran problema con el mundo comunista.
Vieron que había diferencias entre la URSS y China y lo
aprovecharon, llegando a un acuerdo con Pekín para evitar la
alianza entre los dos países comunistas. Eso es una geopolítica
razonable, ahora
se ha hecho justo lo contrario. O fíjate en Gaza. Los
estadounidenses no son capaces de decir a los israelíes que se
detengan. El efecto de esto en el mundo árabe y musulmán es que
acaben deseando una victoria rusa porque gran parte de su población
ve a los rusos como un escudo frente a la forma de hacer
estadounidense. En definitiva, hay demasiada estupidez y demasiada
irracionalidad en las acciones de Washington.
Esteban Hernández