No es nada de extrañar que el siniestro presidente que puso en marcha en España los G.A.L, el más tenebroso de los terrorismos de Estado, vaya a defender a toda esa chusma de golpistas que hoy se encuentran encarcelados por la justicia venezolana. Su presencia es ese país no va a suponer solo la defensa de sus clientes sino un espaldarazo a la ultraderecha criminal y a sus acciones golpistas. Un idividuo como él, que no tuvo ningún tipo de escrúpulo ni moralidad en asumir y apoyar los asesinatos de los G.A.L, menos la ha de tener a la hora de instigar la violencia contra un régimen político salido de las urnas. Tampoco es un secreto los negocios que algunos mandatarios socialistas mantuvieron con la oligarquía criminal venezolana.
Una oligarquía corrupta de la que González guarda gratos recuerdos desde su primer viaje que hiciera a Venezuela allá por 1977 acompañado de su amigo de negocios el empresario Sarasola, del que muchos denunciaran años después sus escarceos con el narcotráfico y el tráfico de armas. Recordemos las aventuras del traficante Monzer Alcassar, protegido por el gobierno de Felipe González, en el escandaloso asunto de la venta de fusiles AK-47 para los narcos colombianos donde al parecer Sarasola participó en una reunión con los también narcotraficantes Laureano Oubiña y Paz Carballo.
En este viaje, donde Felipe fue recibido con todos los honores por su otro gran amigo, el corrupto presidente Carlos Andrés Pérez (el que llevó a Venezuela a la ruina y fue sustituido y condenado por la justicia venezolana por robar de las arcas del Estado) y por el oligarca Gustavo Cisneros, uno de los venezolanos más ricos del mundo y furibundo enemigo del chavismo, al que Felipe le regalaría poco años después Galerías Preciados (una venta a precio de saldo). Cisneros lo agasajó poniendo a su disposición un avión privado con el que González viajó gratis a Panamá y Costa Rica, además de ofrecerle su casa, una espectacular mansión donde solía alojarse el magnate David Rockefeler cuando viajaba a Caracas.
Felipe González salió tan impresionado de ese viaje que exclamó: "¡Venezuela! ¡Ese si que es un país, eso si que es vida!"
Es natural que este "sinvergüenza obrero español", amante del terrorismo de Estado y de la buena vida vuelva ahora a Caracas a intentar sacar de la cárcel a sus viejos colegas oligarcas y golpistas.
j.m.boix
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