...cuando en el gobierno se produce una debilitación o relajación de la autoridad
y de la soberanía, es cuando procede necesaria e inexcusablemente que alguien
recoja esa autoridad de aquí que el glorioso Ejército español, haya asumido aquella, y
por eso es y no puede ser otro el poder legítimamente constituido el que proviene de
ese mismo Ejército...
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Guardia de Asalto. |
Al mismo tiempo que se eliminaba a los mandos de la Guardia de Asalto, comenzó una
despiadada purga de toda la unidad, dirigida por el repuesto comandante Francisco Corrás y con la colaboración entusiasta de los nuevos capitanes, especialmente Manuel Cervera.
Causa sonrojo y vergüenza conocer de su puño y letra las acusaciones que el comandante
Corrás hizo de todos aquellos sospechosos de “rojos” y como sus informes llevaron a la
muerte a muchos de ellos. El revanchismo, el miedo y los ajustes de cuentas de otros
guardias hicieron el resto. Muchos de sus propios compañeros no dudaron en la denuncia y
acusación más baja y ruin para, no solamente quitar de en medio a los “rojos”, sino también
para congraciarse con los vencedores. Pronto, muchos de ellos empezarían a participar en
piquetes de fusilamiento, hermanándose para siempre con las raíces sangrientas del nuevo
Estado. Algunos incluso, como el cabo José María Plaza, colaboraría muy activamente con el capitán Díaz Criado en la checa con mayúscula que fue el edificio de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder. Leer un periódico considerado de izquierda, pertenecer al comité de personal, manifestar su apoyo al nombramiento de Loureiro, etc., fueron motivos sobrados para el comandante Corrás en su purga para depurar y acusar a los guardias. Cualquier veleidad izquierdista fue anotada en los detallados informes que hizo en agosto de 1936 de todos los sospechosos. “Extremista”, “comunista”, “socialista”, etc., fueron adjetivos masivamente utilizados para calificar a los únicos que habían mantenido una actitud republicana, es decir, los únicos que habían desempeñado su labor conforme al juramento que todos, incluido el comandante Corrás, habían hecho de fidelidad al orden constitucional.
Podemos leer algunas:
Gritó Viva Azaña en la toma de posesión de Loureiro.
Visitaba con frecuencia Unión Republicana y amonestaba al que leía La Unión.
Hablaba de las canalladas que hacía Primo de Rivera y el chulo de Sanjurjo.
Leía El Socialista y Mundo Obrero.
Entró en el Hospital levantando los puños a pesar de ser el día 19.
Político y rebelde al mando.
Se dedicó a consolar a la mujer del Gobernador.
Lo caracteriza la palabra: sinvergüenza.
Mala conducta, soez, inmoral. Contrae deudas.
Izquierdista, embozado, díscolo y pegajoso.
La conceptuación de su capitán se encierra en esta palabra: infame.
Izquierdista. Difamador de los oficiales salientes en febrero.
Al ser expulsados unos guardias les dijo que no perdieran la esperanza, pues la
“pelota está aún en el tejado”.
Quería que todos los guardias fueran a la Estación de Plaza de Armas para despedir a
González Peña que pasaba para Huelva.
En estos días no se le ve contestar el Viva España.
Catalán, catalanista y extremista.
Le dijo a otro guardia: Tu eres un carca como Gil Robles.
Considerado espía del coronel Puigdengola, salió a recibirle cuando vino a ésta en
julio.
Extremista, calamidad, rebelde al mando, borracho y tramposo siendo soltero.
Copeaba con el alférez Manuel López.
Peón de confianza del capitán Justo Pérez.
Llamó a los oficiales del ejército fascistas.
Extremista, miembro del ignominioso Comité.
Izquierdista, lector del Heraldo.
Extremista hasta el límite. Leía Ambiente y Libertad.
No presta atención en las charlas del General por la radio y cuando llega la prensa no
la lee.
Estas acusaciones y calumnias sirven por sí solas para demostrar la calaña patriotera
del comandante Corrás. Era el mismo lenguaje que luego continuaron los jueces militares. En marzo de 1937, cuando procesaron al guardia Manuel Rosell, diría el juez instructor en su
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Teniente Ignacio Alonso Alonso. Muerto defendiendo la Telefónica (Sevilla) |
auto de procesamiento: Que en las elecciones del 16 de febrero de 1936 votó en blanco, con lo que contribuyó a dar el triunfo al Frente Popular. Curiosa, cuando menos, acusación de los
que organizaban actos públicos de quema de urnas tan ardorosamente.
Se quiso también involucrar a la Guardia de Asalto, cómo no, en los hechos sucedidos
en Sevilla bajo la llamada “dominación roja”. Incluso en los incendios de las iglesias. El
guardia Rafael Peropadre, salió con un grupo de paisanos por la calle Relator hacia Feria. Allí un grupo quería quemar la iglesia de Omnium Sanctorum y, según la acusación, decían que por órdenes de la Guardia de Asalto. Peropadre se opuso y mandó a otro compañero, Braulio Martínez, a que fuera al cuartel y pidiera al capitán la orden por escrito, sin que volviera a verlo. Ante la exaltación del numeroso grupo, que no cedían en su intento, optó por marcharse a la comandancia. En la acusación que le hicieron después del golpe le preguntaron qué hubiera hecho si el capitán le hubiese dado la orden, respondiendo a sus acusadores que él sabía que el capitán no daría esa orden. De los propios informes hechos por los sublevados se obtienen las pruebas del papel que la Guardia de Asalto desempeñó en Sevilla, no solamente en la oposición al golpe sino en intentar evitar, por todos los medios, numerosos desmanes y violencias. Pese a ser asesinado por los golpistas, el guardia Arturo Ojeda Pinzón, fue él el que saltando por la azotea de la casa contigua a la de Luis Mensaque en Triana, intentó que abandonara el piso antes de que el grupo de exaltados que se encontraba en la puerta del edificio entrara. Y no lo consiguió por la negativa del propio Mensaque. Así y todo intentó que de la comandancia le enviaran refuerzos para evitar el asalto, cosa que no era posible conseguir en aquellas circunstancias. También se detuvo a dos salesianos a los que se protegió en la comandancia para que no les ocurriese nada, como así sucedió. Un capellán igualmente fue llevado al cuartel por el guardia Antonio Sánchez Serrano y no sufrió ningún tipo de daño físico. El teniente Alarcón, de la Pirotecnia Militar, detenido por la Guardia
de Asalto e introducido en el Gobierno Civil, tampoco sufrió ningún tipo de represalia, al igual que dos soldados que fueron detenidos al separarse de su compañía sublevada. Estos hechos, como la actuación que narramos antes del guardia Alejandro Muñoz Borja y su compañero Diego Garrido en la calle Santa Clara, hablan mucho a favor del papel que la
Guardia de Asalto, en circunstancias tan adversas, siguió desempeñando como policía pública de la ciudad. Por cierto, cuando un juez militar quiso interrogar a Alejandro Muñoz Borja, tuvo conocimiento de que se encontraba en la comisaría de Jesús del Gran Poder y allí se dirigió por escrito. La respuesta del capitán Díaz Criado, de 17 de septiembre de 1936, fue decir que a petición propia del detenido se había enrolado en el Tercio, cuando había sido ya asesinado cuatro días antes.
Pero todo servía para acusar cuando lo que se buscaba no eran pruebas para ningún
tribunal y cuando la impunidad era la característica dominante. El día 7 de agosto el
comandante Corrás expulsó, entre otros, al guardia Miguel Colchero Irizo y así lo comunicó a Queipo dos días después, cuando éste le pidió un informe sobre el guardia, que se
encontraba detenido. Corrás añadió: habiendo observado durante su permanencia en el
mismo una conducta pésima. La cosa no quedó ahí. El oficial que llevó el informe, al
entregarlo en la División, vio oportuno decir que es persona de muy malos antecedentes y que puede pensarse de él todo lo malo que haya. Fue suficiente. Miguel Colchero fue hech
desaparecer para siempre (al igual que su hermano Manuel, guardia municipal en el
ayuntamiento sevillano, que fue asesinado en diciembre de 1936).
Es obvio que el tiempo de una charla no permite profundizar en el detalle de tantos y
tantos casos represivos, pero, creemos que es suficiente lo que hemos descrito para reflejar la brutalidad que acompañó la represalia de los golpistas contra la Guardia de Asalto.
Parece oportuno concluir, pero, no sin antes relacionar todos aquellos casos de
víctimas y represaliados de los que hasta la fecha tenemos constancia.
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Emblema bordado de la Guardia de Asalto. |
Jefes y oficiales muertos
Nombre y apellidos Causa de la muerte
Comandante José Loureiro Selles Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Capitán Justo Pérez Fernández Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Capitán José Álvarez Moreno Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Capitán Eloy Bonichi Alcalde Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Capitán Manuel Patiño Porto Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Teniente Pedro Cangas Prieto Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Teniente Ignacio Alonso Alonso Muerto en la defensa de Telefónica
Teniente Gabriel Badillo Gener Ejecutado por sentencia Consejo de Guerra
Alférez Manuel López Fernández Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Jefes y oficiales procesados y condenados
Nombre y apellidos Condena
Teniente Luis Ballinas Pasarón 12 años y 1 día y expulsión del Cuerpo
Teniente Julián Hernández Guzmán 12 años y 1 día y expulsión del Cuerpo
Teniente Lorenzo Maroto Hernández 12 años y 1 día y expulsión del Cuerpo
Teniente Miguel Ponce Romero 12 años y 1 día y expulsión del Cuerpo
Teniente Antonio Soler Vaz 3 años y 1 día y expulsión del Cuerpo
José María García Márquez
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Guardias de Asalto. |
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Cabos y guardias muertos
Nombre y apellidos Causa de la muerte
Cabo Manuel Durán Márquez Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Cabo Diego García Pereda Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Cabo José Rodríguez Gamboa Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Cabo Emilio Tesifón Vaquero Gil Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Miguel Colchero Irizo Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Antonio Díaz Andrade Muerto en la defensa de Telefónica
Guardia Fernando Guridi Gálvez Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Antonio Hernández Muerto en la calle Martínez Montañés *
Guardia Antonio Heredia Fernández Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Francisco Lozano Luna Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Alejandro Muñoz Borja Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Felipe Navarro Acosta Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Arturo Ojeda Pinzón Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia Francisco Recacha Pastor Ejecutado por sentencia Consejo de Guerra
Guardia Manuel Ruiz Caro Asesinado por aplicación Bando de Guerra
Guardia César Talavante Abad Ejecutado por sentencia Consejo de Guerra
Guardia Manuel Torres Pardo Ejecutado por sentencia Consejo de Guerra
Guardia Ramón Venegas Pizarro Asesinado por aplicación Bando de Guerra
* Desconocemos su segundo apellido.
Igualmente, hay que señalar algunos miembros del Cuerpo de los que no conocemos
su paradero posterior y donde, con seguridad, investigaciones posteriores podrán decirnos
cuantos de ellos fueron igualmente asesinados.
Miembros del Cuerpo en paradero desconocido
Suboficial Bonifacio Rodríguez Conde Guardia Juan Navarro *
Cabo Godofredo Elías Magna Guardia Rafael Peropadre Alquezar
Cabo José Aguilar Morilla Guardia Francisco Rodríguez Coto
Guardia Tomás Barragán Jiménez Guardia José Ruiz Coto
Guardia Francisco Carrasco Sánchez Guardia Rafael Ruiz Sánchez
Guardia José Fernández Guillén Guardia Manuel Sánchez Méndez
Guardia Diego Garrido * Guardia Rafael de la Rosa Rosa
Guardia Isabelo Mármol López Guardia Zambrano **
* Desconocemos el segundo apellido.
** Desconocemos el nombre y segundo apellido.
Esta sangría humana no fue suficiente para los golpistas. Un importante número de
represalias cayó también sobre numerosos guardias con detenciones y depuraciones. No
conocemos tampoco en su totalidad los guardias de Asalto que fueron depurados y
expulsados del cuerpo, salvo los 52 que documentalmente hemos podido determinar hasta la fecha. Son éstos:
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Guardias de Asalto en un pueblo de Sevilla |
La depuración de la Guardia de Asalto: Sevilla, 1936
www.todoslosnombres.org 1 2
Juan Abad Carretero Antonio Gómez Claros Marcelo Parrilla Jiménez
Belarmino Álvarez * Adolfo Gómez Horcajuelo Victoriano Prada Domínguez
Pedro Aquino Espinosa Cristóbal Gómez Rincón Pedro Quintero Jurado
Aquilino Arias Rodríguez Juan González Burgos José Rivero Recio
Alfonso Cano Alonso Francisco González Oliva Manuel Rosell Jiménez
Tomás Ciorraga Laguna Francisco Guillén Vázquez Julián Sada Mazariego
Antonio Dueñas Pérez Francisco Gutiérrez Díaz Antonio Sánchez Serrano
Rafael Escacena Carreño Francisco Horantos Casillas Guillermo Sánchez Zabala
Pedro Fernández Caballero Francisco Jiménez López León Sanguino Alba
Rafael Fernández Castillo Teófilo Jiménez Valverde Balbino Sanguino Dorado
Gonzalo Fernández de Córdoba Manuel Lara Arcos Francisco de los Santos Romero
Pedro Fernández Salva Joaquín Llorente Conde José Segura Aguilar
Francisco Fortea Beneyto Manuel Marín Piña León Soriano Cordero
Juan Galindo García Joaquín Merlín Gordillo Matías Tenza Tenza
José Galván Martínez Gerardo Mer Gutiérrez Antonio Velázquez Béjar
Manuel García Gómez Salvador Morales Roldán José Venegas Pizarro
Eduardo García Terán Ángel Núñez Moreno
Manuel Garrido Molina Ramón Olivo Aparicio
* Desconocemos su segundo apellido.
De los guardias detenidos el mismo 18 de julio se hizo una rápida selección de ellos y
un numeroso grupo fue encarcelado. La mayoría de ellos salieron entre los días 23 y 26 julio con diferente destino. Sabemos que algunos se reincorporaron al Cuerpo, otros fueron
enviados con las columnas que salían para las ocupaciones de los pueblos y otros pasaron
por Comisaría, con lo que es muy difícil establecer la suerte que corrieron y si, como es
probable, algunos fueran asesinados. En cualquier caso, reflejamos a continuación el grupo
de 41 detenidos del que tenemos constancia.
Guardias de Asalto detenidos el 18 de julio de 1936
Julián Alonso Velázquez Ángel Guerrero López Hermenegildo Pompas Gómez
Antonio Arévalo Fernández Manuel Hernández Ruiz Juan Rodríguez López
Bartolomé Borrero Catalán Luis Hurtado Roselló Antonio Rodríguez Luga
Julián Braojos Criado Antonio Iglesia Oliva Melchor Romera Aguit
Francisco Corral Barba Emilio Lamorena Pulido Antonio Romero Gallardo
Pedro Fernández Calero Antonio León Santos Marcos Sánchez Tadeo
Jesús Fernández Palazón José Lobo Martínez Luis Tolosa Llorente
José Flores Jiménez Juan Madrid Sánchez Alfonso Valle Delgado
Rafael Gallardo Villalobos Santiago Márquez Palacios Manuel Vargas Guerra
Francisco García Calderón Antonio Martín Algarín Manuel Vera Rodríguez
Antonio García Jiménez Teógenes Martín Aparicio Florentino Virosta Clemente
Javier Gilabert Parra Francisco Martínez González Antonio Yanes García
Pedro Gómez Delgado Rafael Morales Roldán Eliseo Yoldi Ostalé
Juan González Sibeño Manuel Novilla Hidalgo
José María García Márquez
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Quisiera terminar con un poema. Un poema del poeta Carlos Álvarez Cruz, hijo del
capitán José Álvarez Moreno, asesinado en aquel julio de 1936. Lo recogió en su libro el
profesor Ortiz Villalba. Este poema, escrito en el penal de Cáceres el 24 de julio de 1965,
aniversario de la muerte de su padre, sigue en plena actualidad cuarenta y cuatro años
después de haberse escrito. Era el deseo de un hombre que quería poder olvidar la tortura de un recuerdo. Dice así:
Tu noche de pasión pesa en mis noches
y tu gris madrugada en mi alborada,
desde que el mundo es tacto de mis manos
y empecé a dialogar con el silencio
de las cosas que, mudas, me rodean
y, a veces me sugieren. Muchas veces
quise decirte que intenté olvidarte,
borrar la mancha roja que arrojaron
sobre mi libro familiar... ¡ y cuantas
creí que lo lograra, y que mis dedos
-despellejados ya en su tentativacobrarían
de nuevo su tersura!
Pero es el caso, padre, que no quieren
que las aguas retornen a su cauce
los que ensuciaron mi cuaderno limpio...
Y en torno a mí pregunto, y muchos otros
igual que yo lo intentan, y les tachan
los que ensuciaron mi cuaderno limpio...
Y en torno a mí pregunto, y muchos otros
igual que yo lo intentan, y les tachan
sus páginas mejores. Yo quisiera...
Yo quisiera olvidar, porque los muertos
no deben decirle a los que viven...
no deben proyectarse en los que viven.
Todavía, el nombre del capitán Álvarez está junto a miles de desaparecidos en los
legajos de documentos que se amontonan en la Audiencia Nacional. Todavía, y estamos en el año 2009, setenta y tres años después, el ejército de este país, con su jefe el Rey a la cabeza, no han reconocido a los compañeros de armas que, desde su puesto en la Guardia de Asalto, dieron su vida en defensa de la legalidad y la Constitución. Y hora es de que se acuerden.
Por eso, y en ausencia de ese reconocimiento, que no llega, mi agradecimiento a este Aula del Alcázar de Sevilla al permitir rescatar la memoria de estos hombres.
Conferencia pronunciada el 29 de enero 2009 en el Alcázar de Sevilla,
en el ciclo El orden Público durante la II República)
HASTA HOY LOS GOBIERNOS SOCIALISTAS DE LA JUNTA HAN "OLVIDADO" CUALQUIER TIPO DE RECONOCIMIENTO OFICIAL DEL PUEBLO DE SEVILLA A ESTE CUERPO DE POLICÍA DE LA REPÚBLICA QUE VALIENTEMENTE DIO LA VIDA POR LOS VALORES DEMOCRÁTICOS Y REPUBLICANOS EN LA CAPITAL HISPALENSE.