Otro enemigo de Asad
es la Liga Árabe que cargó a Damasco con la responsabilidad por el
ataque químico, exhortando a los miembros del Consejo de Seguridad a
superar sus discrepancias y adoptar medidas para poner coto a los
asesinatos en Siria.
Cabe
señalar que, hablando con rigor, los intereses de la coalición
anti-Asad son bastante dispares (aunque la misma parece sólida). Basta
mencionar las dudas que desgarran al presidente Obama. El inquilino de la Casa Blanca a todas luces está confuso y no sabe cómo actuar.
Después
de los ataques aéreos contra Libia, EEUU se dio cuenta de que no podrá
prescindir de una operación terrestre para realizar el asalto final.
Pero, a diferencia del coronel Gadafi,
Bashar Asad es un hueso duro de roer. Consciente de ello, Obama
procurará dar largas al asunto, mientras su inacción no saque de quicio a
Francia e Inglaterra que muestran una mayor intransigencia en
comparación con la Casa Blanca. Precisamente estos dos países incitan a
EEUU a la intervención militar, creyendo que Occidente debe actuar
árbitro supremo en Oriente Próximo, comenta el colaborador del Instituto
de Relaciones Internacionales de Moscú, Veniamín Popov:
–La
esencia del problema radica en que Occidente experimenta inquietud ante
el resurgir del mundo islámico. Los países de Oriente Próximo y Medio
son demasiado ricos en recursos naturales. Aparte de petróleo y gas,
cuentan también con sus reservas financieras. EEUU desde hace mucho
llegó a la conclusión de que no le conviene que esta parte del globo
esté tranquila. Washington no quiere un rival que en un futuro le pueda
generar grandes problemas.
Según
ha dicho con acierto el vicepresidente del Gobierno ruso, Dmitri
Rogozin, “la actitud de Occidente hacia el mundo islámico está preñada
de graves peligros”. No cabe olvidar que la solución de los problemas
orientales requiere mucha cautela e ingeniosidad. Por ejemplo, los
motivos de Arabia Saudí, enemigo acérrimo de Asad, son ante todo de
carácter religioso y los estadounidenses deben tenerlo en cuenta, opina
el subdirector del Instituto de Orientalismo, Vladímir Isaev:
–Arabia
Sadí siempre se consideraba líder del mundo árabe, ante todo, líder
religioso. Su rey ostenta el título de “guardián de dos santuarios”: las
mezquitas de La Meca y Medina. El factor religioso mueve a Arabia Saudí
a cometer acciones que no siempre son justificadas.
La postura anti-Asad adoptada por Turquía, también tiene su explicación, continúa Vladímir Isaev:
–Por
lo que a Turquía se refiere, este país tiene varias razones para
intervenir en este conflicto. Antes que nada, no creo que Turquía
realmente esté interesada en el avance de Siria por la senda
democrática. Es que la propia Turquía difícilmente pueda catalogarse
entre las naciones democráticas. Pero a Turquía le mantiene en vilo el
ejemplo de Iraq (mejor dicho, de Kurdistán). Las autoridades de Ankara
están preocupadas por el hecho de que Damasco haya concedido una amplia
autonomía a los kurdos.
Israel
en este sentido asume una postura especial: no tiene intención de
entrar en el conflicto sirio, pero no dejará sin respuesta cualquier
muestra de agresión por parte de Damasco, explica Vladímir Isaev.
–La
situación de Israel es bastante ambigua, dado que, en realidad, durante
los regímenes de Asad padre e hijo casi no han tenido enfrentamientos
directos con Siria. Pese a que no existe ningún acuerdo de paz entre Tel
Aviv y Damasco, tampoco ha habido guerra.
La
postura de Irán es implacable. Toda agresión contra Bashar Asad será
considerada como un reto personal con las consecuencias que ello puede
suponer. Vladímir Isaev comenta:
–Irán
es uno de los pocos Estados donde predominan los chiíes y buscará
apoyarlos allí donde le sea posible. Además, respalda al partido Hizbulá
que opera en el Líbano a través del territorio sirio.
En
contra del uso de la fuerza en el cambio de régimen en Siria y por un
arreglo exclusivamente a través de negociaciones, además de Irán, se
pronuncian todos los países del BRICS, es decir, Rusia, China, la India,
Brasil y Sudáfrica, así como una serie de Estados latinoamericanos.
Según manifestó el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov,
“si alguien cree que destruyendo con ataques aéreos la infraestructura
militar siria y dejando el campo de batalla despejado para los
opositores al régimen todo acabará, no es más que una ilusión. Incluso
si este tipo de victoria se consigue, la guerra civil continuará, solo
que aquellos que están hoy de lado del Gobierno se pasarán a la
oposición”.
En
opinión de un gran número de expertos, los países de Occidente tienden a
simplificar la situación en Oriente Próximo. No ven o no quieren ver
que esta región y el mundo en general están viviendo unos intensos
cambios. De ahí la existencia de graves errores en la evaluación y en la
planificación estratégica, opina Vladímir Isaev:
–Ha
surgido tal fuerza como los fundamentalistas islámicos. Pero Occidente
parece estar creyendo que existen fundamentalistas moderados. ¿Se puede
imaginar acaso a un católico moderado o a un ortodoxo moderado? Apenas,
pues tampoco existen fundamentalistas moderados. Son, por decirlo de
esta forma, partidarios de una interpretación radical del Islam.
En
resumidas cuentas, una intervención extranjera en el conflicto sirio
como una forma de librarse de la competencia ideológica no solo traerá
consecuencias nefastas para el mundo árabe y afectará a la reputación de
los países que promuevan la operación militar, sino que minará también
todos los esfuerzos de la comunidad europea en su intento de crear un
sistema de seguridad global.
fuente: La Voz de Rusia
Otro enemigo de Asad
es la Liga Árabe que cargó a Damasco con la responsabilidad por el
ataque químico, exhortando a los miembros del Consejo de Seguridad a
superar sus discrepancias y adoptar medidas para poner coto a los
asesinatos en Siria.
Cabe
señalar que, hablando con rigor, los intereses de la coalición
anti-Asad son bastante dispares (aunque la misma parece sólida). Basta
mencionar las dudas que desgarran al presidente Obama. El inquilino de la Casa Blanca a todas luces está confuso y no sabe cómo actuar.
Después
de los ataques aéreos contra Libia, EEUU se dio cuenta de que no podrá
prescindir de una operación terrestre para realizar el asalto final.
Pero, a diferencia del coronel Gadafi,
Bashar Asad es un hueso duro de roer. Consciente de ello, Obama
procurará dar largas al asunto, mientras su inacción no saque de quicio a
Francia e Inglaterra que muestran una mayor intransigencia en
comparación con la Casa Blanca. Precisamente estos dos países incitan a
EEUU a la intervención militar, creyendo que Occidente debe actuar
árbitro supremo en Oriente Próximo, comenta el colaborador del Instituto
de Relaciones Internacionales de Moscú, Veniamín Popov:
–La
esencia del problema radica en que Occidente experimenta inquietud ante
el resurgir del mundo islámico. Los países de Oriente Próximo y Medio
son demasiado ricos en recursos naturales. Aparte de petróleo y gas,
cuentan también con sus reservas financieras. EEUU desde hace mucho
llegó a la conclusión de que no le conviene que esta parte del globo
esté tranquila. Washington no quiere un rival que en un futuro le pueda
generar grandes problemas.
Según
ha dicho con acierto el vicepresidente del Gobierno ruso, Dmitri
Rogozin, “la actitud de Occidente hacia el mundo islámico está preñada
de graves peligros”. No cabe olvidar que la solución de los problemas
orientales requiere mucha cautela e ingeniosidad. Por ejemplo, los
motivos de Arabia Saudí, enemigo acérrimo de Asad, son ante todo de
carácter religioso y los estadounidenses deben tenerlo en cuenta, opina
el subdirector del Instituto de Orientalismo, Vladímir Isaev:
–Arabia
Sadí siempre se consideraba líder del mundo árabe, ante todo, líder
religioso. Su rey ostenta el título de “guardián de dos santuarios”: las
mezquitas de La Meca y Medina. El factor religioso mueve a Arabia Saudí
a cometer acciones que no siempre son justificadas.
La postura anti-Asad adoptada por Turquía, también tiene su explicación, continúa Vladímir Isaev:
–Por
lo que a Turquía se refiere, este país tiene varias razones para
intervenir en este conflicto. Antes que nada, no creo que Turquía
realmente esté interesada en el avance de Siria por la senda
democrática. Es que la propia Turquía difícilmente pueda catalogarse
entre las naciones democráticas. Pero a Turquía le mantiene en vilo el
ejemplo de Iraq (mejor dicho, de Kurdistán). Las autoridades de Ankara
están preocupadas por el hecho de que Damasco haya concedido una amplia
autonomía a los kurdos.
Israel
en este sentido asume una postura especial: no tiene intención de
entrar en el conflicto sirio, pero no dejará sin respuesta cualquier
muestra de agresión por parte de Damasco, explica Vladímir Isaev.
–La
situación de Israel es bastante ambigua, dado que, en realidad, durante
los regímenes de Asad padre e hijo casi no han tenido enfrentamientos
directos con Siria. Pese a que no existe ningún acuerdo de paz entre Tel
Aviv y Damasco, tampoco ha habido guerra.
La
postura de Irán es implacable. Toda agresión contra Bashar Asad será
considerada como un reto personal con las consecuencias que ello puede
suponer. Vladímir Isaev comenta:
–Irán
es uno de los pocos Estados donde predominan los chiíes y buscará
apoyarlos allí donde le sea posible. Además, respalda al partido Hizbulá
que opera en el Líbano a través del territorio sirio.
En
contra del uso de la fuerza en el cambio de régimen en Siria y por un
arreglo exclusivamente a través de negociaciones, además de Irán, se
pronuncian todos los países del BRICS, es decir, Rusia, China, la India,
Brasil y Sudáfrica, así como una serie de Estados latinoamericanos.
Según manifestó el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov,
“si alguien cree que destruyendo con ataques aéreos la infraestructura
militar siria y dejando el campo de batalla despejado para los
opositores al régimen todo acabará, no es más que una ilusión. Incluso
si este tipo de victoria se consigue, la guerra civil continuará, solo
que aquellos que están hoy de lado del Gobierno se pasarán a la
oposición”.
En
opinión de un gran número de expertos, los países de Occidente tienden a
simplificar la situación en Oriente Próximo. No ven o no quieren ver
que esta región y el mundo en general están viviendo unos intensos
cambios. De ahí la existencia de graves errores en la evaluación y en la
planificación estratégica, opina Vladímir Isaev:
–Ha
surgido tal fuerza como los fundamentalistas islámicos. Pero Occidente
parece estar creyendo que existen fundamentalistas moderados. ¿Se puede
imaginar acaso a un católico moderado o a un ortodoxo moderado? Apenas,
pues tampoco existen fundamentalistas moderados. Son, por decirlo de
esta forma, partidarios de una interpretación radical del Islam.
En
resumidas cuentas, una intervención extranjera en el conflicto sirio
como una forma de librarse de la competencia ideológica no solo traerá
consecuencias nefastas para el mundo árabe y afectará a la reputación de
los países que promuevan la operación militar, sino que minará también
todos los esfuerzos de la comunidad europea en su intento de crear un
sistema de seguridad global.
fuente: La Voz de Rusia