Iniciar una guerra
de agresión es un crimen y ninguna situación política o económica puede
justificarla (Robert H. Jackson, jefe de los fiscales norteamericanos en el
Tribunal de Nuremberg, 1945-1946)
El cinismo del
Premio Nobel de la Paz, Barack Obama y de sus secuaces incondicionales: el
primer ministro británico, David Cameron y su homólogo francés, Francois
Hollande, al acusar al gobierno de Siria de “usar armas químicas contra la
población civil” sin presentar ninguna prueba concreta, ya superó con creces la
desfachatez del ex presidente George W. Bush cuando en 2003 desató una guerra
contra Irak a base de pruebas falsas sobre la existencia de armas de
destrucción masiva.
Al menos en aquel
entonces el ex secretario de Estado Colin Powell presentó fotos, videos,
grabaciones telefónicas, inclusive
un frasco con contenido desconocido, pero todo había sido fraguado por
los servicios especiales como se descubrió después.
Pero para el
desesperado Barack Obama es suficiente un video de fuentes anónimas,
presentado en YouTube el 20 de agosto pasado por el supuesto uso de
armas químicas contra la población civil y utilizado por el régimen de Bashar
al-Assad en el barrio Ghuta localizado en el suburbio de la capital
Damasco, para responsabilizar al
gobierno sirio de este crimen.
Se calcula que en
aquel ataque murieron entre 300 a 1,000 personas y más de 3,000 acudieron a los
centros médicos. Pero lo curioso y para sorpresa del mundo el video de YouTube fue divulgado un
día antes del uso de las armas químicas, incluyendo el gas sarín, que tuvo
lugar el 21 de agosto pasado. ¡Qué falta de coordinación e imaginación en
prefabricar y presentar una prueba teniendo a su disposición 17 servicios de
inteligencia nacional, más el MI6 británico y la DGSE francesa!
Para estos tres
líderes de los iluminados halcones de guerra no vale nada la declaración de la
presidenta de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Armas
Químicas y Biológicas en Siria de las Naciones Unidas, Carla del Ponte hecha el
28 de agosto pasado indicando el uso del gas sarín o GB por los “rebeldes de oposición” el fatídico 21 de
agosto. El senador norteamericano Bob Corker, expresando la opinión de
Washington ya lanzó su grito de guerra anunciando que “La respuesta de Estados
Unidos por el uso de armas químicas en Siria por su gobierno es inminente, será
una operación militar quirúrgica en Siria que no necesita ninguna autorización
de nadie”, dijo. Para acelerar un
posible ataque contra Siria en apoyo de los mujahidines, el secretario de
Estado, John Kerry llamó al secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon para
que pare la investigación en Ghuta del prestigioso especialista sueco, Ake
Sellstom y su equipo de la Organización para la Prevención de Armas
Químicas aduciendo que ya era demasiado tarde para obtener
pruebas.
Sorpresivamente
por primera vez desde su elección como
Secretario General de las Naciones Unidas en 2007, Ban Ki-Moon se opuso
y decidió concluir la
investigación sobre el uso del gas sarín, además su portavoz, Farhan Haq
desmintió los argumentos de John Kerry indicando que “el gas sarín puede ser
detectado meses después de su uso”. Esta desobediencia de Ban Ki Moom a
Washington le podrá costar caro en el próximo futuro. Mientras tanto su equipo
de investigación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prometió presentar pruebas concretas
el 31 de agosto. El apuro de EE.UU. y sus aliados de iniciar acciones bélicas
contra Siria lo más pronto posible y sus presiones sobre la ONU son
comprensibles. Washington tiene miedo de que los investigadores no obtengan
pruebas del ataque usando el gas sarín por las fuerzas armadas de sirias.
Lo mismo pasó en
el 2002 y 2003 cuando Norteamérica
rechazó la conclusión de los inspectores de la ONU sobre la ausencia de
las armas de destrucción masiva en Irak y les ordenó salir del país
abruptamente. En aquel entonces el gobierno de George W. Bush había tomado la
decisión con anterioridad de ir a la guerra y no les importó ni la opinión pública mundial ni las declaraciones de especialistas
contrarias a su plan. Algo parecido está pasando ahora. Recientemente hubo una
reunión de EE.UU. y sus aliados en Jordania, donde están estacionadas las
tropas norteamericanas, para decidir próximos pasos a seguir en relación a
Siria y presentar sus “propias evidencias” para justificar lo injustificable:
una agresión contra Siria.
No es la primera
vez que se habla del uso de armas químicas en Siria. Tales incidentes tuvieron
lugar en marzo y mayo pasados y en ambos casos fueron presentados pruebas de
que las usaron tanto al-Qaeda como su brazo derecho en Siria, al-Nusra (Frente
Nusra) cuyos mujahidines han ido recibiendo entrenamiento en Turquía en los últimos dos años y
se le considera uno de los más vociferantes enemigos del régimen de Assad. Hace poco la policía turca les decomisó
a sus militantes contenedores de gas sarín. A la vez Qatar y Arabia Saudita están
financiando estas organizaciones terroristas. Todo esto significa que Estados
Unidos, Reino Unido, Francia e
Israel están en una estrecha y abierta alianza tanto con al-Qaeda como con
al-Nusra en Siria, a pesar de llamarlos oficialmente terroristas y enemigos del
occidente.
Hace poco en una
entrevista con el periódico ruso Izvestia, el presidente sirio Bashar al-Assad
aclaró que “El principal motivo por el que continúan las acciones militares es
la gran cantidad de terroristas que llegan continuamente a Siria desde el
extranjero. Además, continua la financiación de estos, desde el extranjero, así como el suministro de
armamento…El terrorismo no es como una carta de naipes en el bolsillo que
puedes sacar y utilizar cuando lo deseas y después volverla a guardar. El
terrorismo, como el escorpión, muerde en cualquier momento. En consecuencia, no
se puede estar a favor del terrorismo en Siria y en contra de él en Mali”.
Respecto a la acusación por el uso de armas químicas, contestó con una
pregunta: ¿”Acaso el Estado puede utilizar armas químicas o cualquier otro tipo
de armas de destrucción masiva en un lugar donde están concentradas sus tropas?
Por esto, este tipo de acusaciones son exclusivamente políticas”, dijo.
En realidad la
decisión de sacar del poder al presidente de Siria Assad fue tomada hace siete
años por Washington. De acuerdo a WikiLeaks que divulgó un informe de la
embajada norteamericana en Damasco dando consejos al gobierno sobre los puntos
vulnerables del gobierno sirio y las acciones para tomar para terminar con su
régimen. Sin embargo, un año antes, en 2005, la ex secretaria de Estado
Condoleezza Rice advirtió sobre los “próximos cambios en el Medio Oriente de
acuerdo a los intereses de seguridad nacional de Norteamérica”. Posteriormente
apareció la declaración del ex comandante de la OTAN durante la guerra de 1999
en Yugoslavia, el general retirado Wesley Clark, anunciando que “Vamos a
invadir siete países en cinco años comenzando con Irak, después Libia, Somalia,
Sudán, Líbano, Siria y finalmente Irán.”
En relación a
Siria, el ex líder de los Demócratas Liberales británicos, Lord Ashdown declaró
que la CIA con el dinero de Arabia Saudita y Qatar (unos tres mil millones de
dólares) transfirió a los grupos jihadistas en Siria 3.500 toneladas de
armamento procedente de Bosnia. “Lo que quiere Estados Unidos es fomentar
grupos de jihadistas suníes para que hagan la guerra contra shiitas en Siria e
Irán”. Actualmente existen en el país 1.200 unidades de este tipo. En la guerra de Irak los norteamericanos hicieron al revés, fomentaron la guerra de los shiitas contra los
suníes para debilitar ambos lados y enfrascarlos en la enemistad que perdura
hasta ahora. La organización al-Qaeda, creación de los Estados Unidos y que fue
admitido públicamente por Hilary Clinton,
ha sido el instrumento principal de los norteamericanos para no permitir
la unidad y la integración en el Medio Oriente.
Frente a la
solidez y fortaleza del régimen de Bashar al-Assad que los mercenarios de
al-Qaeda y de al-Nusra no pudieron derrocar o simplemente debilitar, Estados
Unidos utilizará tarde o temprano sus “limitados ataques quirúrgicos” parecidos
a los que realizó contra Yugoslavia en 1999. Para eso, como informa el diario Marine Corps mandó a
la región cuatro destructores armados con misiles de crucero Tomahawk y dos unidades expedicionarias
de marines: número 26 y número 13.
Apenas se anunció
la posibilidad de un ataque contra Siria con misiles Tomahawk las acciones de
la corporación Raytheon que los ensambla subieron drásticamente en el Wall
Street, después que se divulgó la información que para destruir los 50 blancos vitales para la seguridad
nacional de Siria se necesitarían no menos de 500 misiles Tomahawk, costando
cada uno de ellos no menos de un millón de dólares. Si se confirma la tesis de
que la guerra trae sufrimiento a unos y el enriquecimiento a otros.
Sin embargo, la
bravura belicosa de Barack Obama y de sus aliados británicos y franceses después de propagarse el famoso video
en YouTube el 20 de agosto pasado, empezó a sentir mella el jueves 29 de agosto
cuando el parlamento británico votó contra la moción del primer ministro David
Cameron pidiendo autorización de acción militar contra Siria. Por primera vez
este halcón británico tuvo que
reconocer que “No se puede afirmar con seguridad del 100 por ciento quién es el
responsable del ataque químico”. Después de la votación del parlamento, el
ministro de defensa, Philip Hammond anunció que el Reino Unido no va a
participar en las acciones militares contra Siria.
Unas horas antes,
el gobierno de Italia indicó que no apoyará ataque contra Siria si no existe
una resolución de la Organización de las Naciones Unidas y tampoco permitirá el
uso de seis bases militares que Estados Unidos tiene en el país. La canciller
de Alemania, Angela Merkel se puso de acuerdo con el presidente de Rusia
Vladimir Putin de no apresurarse con ninguna decisión antes de tener el informe
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Aprovechando este
momento de debilidad en la alianza FUKUS (Francia, Reino Unido y Estados
Unidos) el gobierno de Siria anunció que estaba listo para la invasión teniendo
a su disposición más de 8.000
militares dispuestos a convertirse en kamikazes en caso de intervención
militar, apoyo de la mayoría del pueblo sirio, del Irán del Hezbolá libanés. El
presidente Bashar al-Assad advirtió que “las amenazas de agresión contra Siria
no harán sino fortalecer nuestra fidelidad a los principios de independencia de
nuestro pueblo. Siria sabrá defenderse frente a cualquier agresor”.
La palabra final
pertenece ahora al Premio Nobel de la Paz, Barack Obama que inesperadamente
perdió un fuerte aliado en su iniciativa bélica, Gran Bretaña quedándose con
Francia, la Liga de los Países Árabes, Israel, Turquía y sus nuevos seguidores
lithuanos, estonianos y letuanos - pobres pero belicosos para el gusto de su
amo. El 60 por ciento del pueblo norteamericano está contra el plan de Obama de
efectuar un “ataque militar limitado” contra Siria. ¿Escuchará esta
vez Barack Obama la voluntad de su
pueblo o se guiará como ha hecho el y todos sus predecesores, siempre por los
intereses de las corporaciones como Raytheon y ofreciendo como de costumbre
burdas mentiras a sus ciudadanos para justificar una nueva aventura bélica injustificable
y rechazada por la mayoría de la población mundial?. Solamente el tiempo dará la respuesta.
Vicky Peláez