A veces abandono la razón para dejarme llevar por las emociones, y esta tarde me apetece olvidarme de ser esclavo de una razón que a veces no llega, y abandonarme a los sombríos y mágicos truenos que en estos momentos que escribo ruedan sobre los cielos de mi pueblo.
Hoy me atormenta, una vez más, el progresivo abandono de nuestra Memoria Histórica. Una Memoria Histórica, que no olvidemos, tiene nombres y apellidos No encontrar atisbo de razón alguna en ese universo de excusas que siguen manteniendo la situación de nuestras víctimas olvidadas de la Guerra Civil, clama al cielo, a la razón y a la democracia. ¿Qué clase de excusa "razonable" sino es la cobardía misma unida a la pérdida miserable de humanidad podría explicar que una sociedad democrática continúe tapando la boca a unos muertos asesinados que claman justicia y dignidad desde hace más de setenta y cinco años? Y no me vengan con el impresentable cuento de que tal situación es aconsejable para "no reabrir las heridas" porque esa es otra sinrazón más de las muchas de la Transición.
De esta manera y puesto a cejar en buscar razonables respuestas donde no parece haberlas, comienzo a delirar en esta tarde de cielos jupiterinos, dándome licencia a mi mismo para deambular sobre el mito que explicaría nuestro indigno proceder como sociedad democrática con los desaparecidos de nuestra guerra civil. Y entonces me pregunto sin sonrojarme: ¿Quizás Franco encontró y manipuló el famoso "gen rojo" de los españoles, convirtiéndonos en generaciones basura?
Hoy me atormenta, una vez más, el progresivo abandono de nuestra Memoria Histórica. Una Memoria Histórica, que no olvidemos, tiene nombres y apellidos No encontrar atisbo de razón alguna en ese universo de excusas que siguen manteniendo la situación de nuestras víctimas olvidadas de la Guerra Civil, clama al cielo, a la razón y a la democracia. ¿Qué clase de excusa "razonable" sino es la cobardía misma unida a la pérdida miserable de humanidad podría explicar que una sociedad democrática continúe tapando la boca a unos muertos asesinados que claman justicia y dignidad desde hace más de setenta y cinco años? Y no me vengan con el impresentable cuento de que tal situación es aconsejable para "no reabrir las heridas" porque esa es otra sinrazón más de las muchas de la Transición.
De esta manera y puesto a cejar en buscar razonables respuestas donde no parece haberlas, comienzo a delirar en esta tarde de cielos jupiterinos, dándome licencia a mi mismo para deambular sobre el mito que explicaría nuestro indigno proceder como sociedad democrática con los desaparecidos de nuestra guerra civil. Y entonces me pregunto sin sonrojarme: ¿Quizás Franco encontró y manipuló el famoso "gen rojo" de los españoles, convirtiéndonos en generaciones basura?
Está suficientemente documentado que cuando acabó la guerra civil, Franco depuró de manera sistemática la Guardia Civil, un cuerpo creado por el Duque de Ahumada que tradicionalmente estuvo al servicio de la añeja derecha represora, pero que en la guerra civil luchó en los dos bandos, siendo muchos mandos y números de este cuerpo fieles a la República e, incluso algunos, resultando verdaderos héroes en la defensa de la legalidad republicana que juraron y de la que no apostataron.
Esto lo tuvo muy en cuenta el vengativo general golpista, que al finalizar la guerra depuró el cuerpo de manera sitemática hasta dejarlo sin mácula de sospechas perversas. Todo aquel guardia o mando que luchó en el bando "rojo" fue asesinado y el resto fue escrutado hasta sus dos generaciones precedentes, echando a los que padres, abuelos u otros familiares tuvieran algo que ver con la defensa de las libertades. La sangrienta represión de Franco no fue solo ciega para promocionar el terror sino que tuvo también un pérfido propósito de depuración ideológica. Familias enteras fueron diezmadas por el simple hecho de tener algún miembro simpatizante en el otro bando. Y por qué no decirlo, aquel genocidio ideologico pudo tener más éxito de lo que pensamos en las generaciones que vinieron después.
Por lo demás, es sabido que los enloquecidos franquistas llegaron a pensar en la posibilidad de la existencia de un "gen rojo". De esta manera, a igual que los nazis con lo de la raza, el régimen fascista español intentó depurar lo que entendió un "desequilibrio psicológico" en los "seres inferiores" propiciado por este supuesto gen que se sacaron de la manga. El profesor Vallejo Nájera, militar adicto al régimen y psiquiatra honorífico del terror fue el encargado de estudiar sobre estos estrambóticos asuntos en un gabinete creado ad hoc, el llamado Gabinete de Investigaciones Psicológicas del Ejército, similar al del Ahnenerbe de Himler en Alemania. Desde 1937 hasta pocos años antes de la muerte del monstruo, Vallejo
Nájera investigó sobre esta paranóica y criminal chorrada por la que se cometieron crímenes y execrables experimentos en los campos de prisioneros y cárceles, con robo de bebés, manipulación de embarazos etc. Incluso muchos llegaron a asegurar que las piezas de pan que el régimen repartía a través del Auxilio Social estaban contaminadas de extraños productos nacidos en secretos laboratorios de experimentación.
No seré yo quien quite o ponga validez a esta serie de tan abominables como ridículos experimentos del fascismo español a la hora de intentar castrar ideológicamente a la horda roja, pero sí es
significativa la atronadora cobardía de los descendientes biológicos de aquellos héroes que hoy siguen permitiendo que parte de su árbol genealógico permanezca abandonado en fosas comunes, en los ribazos de las carreteras y en definitiva en los solitarios páramos del olvido. ¿Qué podemos esperar de estas nuevas generaciones, de sus políticos, de esta sociedad degenerada que permite que siga imperando tamaña barbarie y vergüenza? En todas las guerras los pueblos han recogido y honrado a sus muertos. ¿Qué pasa con España? ¿Qué horrendo mal le han hecho a este pueblo que otrora fuera de valientes luchadores por la dignidad?
LA DEMOCRACIA ABANDONA A SUS MUERTOS. |
Quizás los experimentos de Franco y el siniestro doctor Nájera funcionaron a pesar de todo, y como resultado disfrutamos hoy de esta libertina y sana sociedad de cobardes y renegados. De una chusma filtrada por el alambique del franquismo que no la mueve ni sus muertos.
j.m.boix