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El otro día el ministro Margallo condenaba en el programa "el Objetivo" la democracia venezolana, porque ésta llevaba el adjetivo de "bolivariana". Según manifestó, una democracia "auténtica" no lleva apellidos. Pasó deliberadamente por alto que en España soportamos una brutal democracia que también tiene un adjetivo. Un bárbaro e inhumano apellido que ha hecho que desde el 2011 hasta el 2014 más de trescientas mil familias, niños incluidos, hayan sido desahuciados de sus hogares, que centenares de miles de personas abandonadas por el Estado pudieran morir de hambre a no ser por la solidaridad popular y la caridad cristiana, que millones de parados sigan abandonados de calquier ayuda de ese mismo Estado y que los que logran trabajar cobren salarios de mendigos. Esta es una democracia que, lejos de lo que asegura el ministro, también tiene un apellido: neoliberal.
Parece ser que el ministro pretende que confundamos neoliberalismo con democracia al hacer de estos dos conceptos de por sí antagónicos, un sincretismo infumable.
Neoliberalismo no es sinónimo de democracia como pretenden hacernos creer. De esta manera, con este mensaje fascista intentan que la democracia deje de actuar como continente de las distintas ideas políticas sociales y económicas (contenido) porque, secillamente ya no existen. De esta manera continente y contenido se funden en un todo indisoluble en un nuevo y esperpéntico ámbito nada democrático.
Los apologetas del neoliberalismo vocean el famoso fin de la historia y exaltan esta corriente diabólica como el estado "natural" darwiniano o lo que es lo mismo, la vuelta a la sociedad selvática donde el grande se come al chico. ¡Vamos, el sursun corda de la modernidad!
Una modernidad que como muchos habrán comprobado en sus carnes nos lleva de facto a la dictadura, que es lo que ya se está rozando en España con la ley mordaza y con sindicalistas en la cárcel.
Claro está que en este nuevo marco de monopolio político y económico capitalista no caben la democracia bolivariana ni ninguna otra que base sus principios en la redistribución social de la riqueza, los derechos humanos o el derecho a la soberanía de los pueblos a protegerse y proteger sus bienes.
Lo hemos visto con nuestra Constitución, que ahora, después del demoledor parche del artículo 135, la libera de su barniz social para ponerse en exclusiva al servicio del nuevo orden financiero.
Los apologetas del neoliberalismo vocean el famoso fin de la historia y exaltan esta corriente diabólica como el estado "natural" darwiniano o lo que es lo mismo, la vuelta a la sociedad selvática donde el grande se come al chico. ¡Vamos, el sursun corda de la modernidad!
Una modernidad que como muchos habrán comprobado en sus carnes nos lleva de facto a la dictadura, que es lo que ya se está rozando en España con la ley mordaza y con sindicalistas en la cárcel.
Claro está que en este nuevo marco de monopolio político y económico capitalista no caben la democracia bolivariana ni ninguna otra que base sus principios en la redistribución social de la riqueza, los derechos humanos o el derecho a la soberanía de los pueblos a protegerse y proteger sus bienes.
Lo hemos visto con nuestra Constitución, que ahora, después del demoledor parche del artículo 135, la libera de su barniz social para ponerse en exclusiva al servicio del nuevo orden financiero.
Pablo Iglesias con su actitud, no sé si premeditada o no, representa muy bien la filosofía neoliberal en lo que implica el "fin de las ideas o de la historia". También él ha renunciado a la historia cambiándola por una profana serie televisiva de ficción:
"El héroe Khaleesi funda Podemos para "salvar a los débiles de abajo y conquistar el corrupto trono de Poniente de las garras de la casta y de su máximo representante, el rey Joffrey personificado en Rajoy".
Pero lo peor y más inquietante es que un cuento de ficción haya calado en la ciudadanía hasta el punto de desmovilizar el cabreo de un país y dinamitar la izquierda real.
Pero lo peor y más inquietante es que un cuento de ficción haya calado en la ciudadanía hasta el punto de desmovilizar el cabreo de un país y dinamitar la izquierda real.
En este relato infantil y pseudo medieval, los trabajadores se quedan sin organizaciones políticas que apoyen su lucha de clases porque ya no hay lucha de clases, ni capital explotador, ni explotadores ni explotados. Ahora solo esisten prosaicos conceptos tales como "arriba y abajo, y buenos y malos" en este malogrado Poniente español, y un gobernante corrupto y malvado al que hay que desalojar del poder. Así de simple y preocupante. De esta manera, Pablo Iglesias, va regalando su programa electoral, Juego de Tronos, a sus poderosos adversarios para que sepan lo que les espera y también para que se descojonen un poco, que todo hay que decirlo.
Sin embargo, aunque todo suene a simpleza mayúscula, el jefe de Podemos no es un moñas enloquecido. Todo lo contrario. Debe conocer a la perfección a este pueblo de idiotas practicantes como para concebir una estrategia política tan pueril como la suya y tener éxito. Por lo pronto ha terminado de hundir a un Partido Comunista ––la organización política más seria, disciplinada y temida por la oligarquía franquista, que ha vivido escondido en IU desde la puñalada trapera de don Santiago––, hasta el punto de hacer converso para la causa al ínclito y legendario califa rojo, que ahora aparca la hoz y el martillo para recorrer los campos de Poniente clamando por la unidad de los desarrapados villanos del reino.
En fin, todo un "aberratio" para colosal goce del capital financero y mayor pesadilla para un Alberto Garzón, que ya no sabe lo que hacer para reconducir lo que queda del naufragio y rescatar una Izquierda Unida en vía muerta, podrida de infiltrados y fuego amigo.
En fin, todo un "aberratio" para colosal goce del capital financero y mayor pesadilla para un Alberto Garzón, que ya no sabe lo que hacer para reconducir lo que queda del naufragio y rescatar una Izquierda Unida en vía muerta, podrida de infiltrados y fuego amigo.
Monedero, la materia gris de Podemos ha dado la espantada en la organización y no creo que lo haya hecho solo por las brutales ofensivas mediáticas de la extrema derecha y afines sino porque ha vislumbrado el futuro desastre de una farsa.
Cuando la polvareda de la explosión mediática de Podemos se disipa, la realidad se muestra tal es. Los villanos de Pablo Iglesias a igual que los neofalangistas de Albert Rivera no son más que meros peones de un mismo amo; "marcas blancas", señuelos creados en prevención de cualquier desastre de los titulares de la cuenta PSOE y el Partido Popular. Los think thanks de la oligarquía y la Cía han trabajado bien la estrategia a seguir después del 15M, creando estos "recambios" a la hora de preservar la actual estructura de poder que la sostiene. El viaje a Washington de Pablo Iglesias y su reunión secreta con Zapatero y Bono nos revela mucho al respecto.
Partidos nacidos con el único fin de controlar y aglutinar el descontento y zozobra creado por la crisis en una gran masa amorfa e inútil que a igual que los "grandes" buscan ahora amparo en el socorrido centro; un centro que no es tal centro; un centro sin ideología que como sabemos no compromete, ni transforma ni cambia nada. Un centro pensado para el servicio exclusivo de su cliente preferencial: la inamovible oligarquía causante del paro los desahucios, la corrupción, el hambre y del 30% de pobres en este país.
Solo hay que observar la confusión y la histéria que en estos momentos se abate sobre las autonómicas y municipales de Madrid, donde Podemos, escondido en sus estrategias, saca la patita y pide el voto para el socialista Gabilondo en un claro guiño a la socialdemocracia.¿Es esa la secreta estrategia de Iglesias para las Generales?
En todo caso, la malévola indefinición de Podemos supone una envenenada manzana para los que con su voto esperan un cambio real, una rodilla a tierra que frene la formidable embestida de este capitalismo liberal fundamentalista e integrista que va a por todas. Pero cada vez estoy más convencido que el mediático Podemos no ha nacido para frenarlo.
Para empezar y por lo que conozco directamente en los campos de Andalucía donde improvisadas mesnadas podemistas ya se frotan las manos, apoyando listas de agrupaciones ciudadanas que apestan a PSOE todo al rebufo de posibles pactos municipales. Tal praxis amparada en el rebujito de la confusión termirá por desintegrar al partido de Iglesias en poco tiempo. En verdad el futuro nos ha nacido muerto.
j.m.boix