Por Fidel Díaz Castro. -
Venezuela demostró ayer –contrario a lo que se ha canonizado- que la
democracia con economía y medios de comunicación en manos privadas no
existe. Es lamentable, pero no puede avanzar una revolución social con
el poder real en las manos de la oligarquía.
Con
los medios y los poderes económicos en contra es imposible sacar
adelante un gobierno que favorezca al pueblo. Ya pasaron los tiempos en
que logramos sorprender a la derecha, y en especial al imperio yanqui,
que tenía a su traspatio latinoamericano medio al garete; obviamente ya
están reforzando su cerco contra el Sur.
Lo
peor del revés de la Revolución bolivariana ayer, no está ni siquiera
en la derrota en las urnas, tan aplastante, lo cual venía casi cantado,
si no en el discurso de la izquierda, que le sigue el juego a los
conceptos que nos imponen los grandes circuitos globales, entre ellos el
cacareo de la democracia tal como la entiende el imperio.
Cacareamos
que ganó la democracia, cuando en realidad lo que quedó demostrado es
que se hace imposible ejercer la democracia; la democracia electoralista
solo sirve a la derecha, la izquierda no puede gobernar con ella en
medio de un mar de poderes fácticos económicos y mediáticos en manos de
una minoría antidemocrática.
En
nuestro noticiario en la mañana, nuestro reportero en Caracas dijo que
el pueblo había hecho voto de castigo contra la gestión económica de
Maduro; incluso el propio Maduro se ve presionado por esas ideas que
imponen reconocer que no se fue efectivo, cuando la realidad es que no
se puede ser efectivo cuando los poderes económicos lanzan una guerra
abierta y la culpa la pagan los atacados. ¿Cómo gobernar en contra de
la oligarquía nacional e internacional (unida, como soñó Marx para los
proletarios del mundo)?
El
voto no fue de castigo contra una deficiente gestión, sino un voto de
supuesta salvación, de alivio, ante una prolongada angustia en la vida
cotidiana del venezolano; Maduro no tuvo una gestión deficiente, sino
imposible.
La
maquinaria mediática internacional echa las culpas sobre Maduro, sobre
este gobierno, incluso lo contrapone al de Chávez; tratando de hacernos
creer que esto es otra cosa, y que Maduro es o villano, o incapaz;
cuando en realidad la pelea ha sido titánica.
No
estoy seguro siguiera que, con Chávez, los resultados hubieran sido
distintos; de no ser mucho más radical en las medidas, lo cual se hace
difícil con las reglas de juego impuestas, ¿cómo impedir unos medios
feroces tergiversando, desinformando, calumniando, sin piedad ni ética?
¿Cómo controlar una economía que está en poder de las oligarquías?
¿Cómo poder hacerle frente a esa situación económica si por otra parte
los organismos económicos internacionales son parte de ese juego?
Queríamos
alegrarnos de que las elecciones transcurrieran en plena calma, sin
violencia, y para mí no era más que –lamentablemente- muy mal síntoma.
Las elecciones se desarrollaban en paz, porque la oposición se sabía con
grandes posibilidades de ganar. La campaña de no reconocer los
resultados, y de salir a armar guarimbas en las calles, imperó para
cumplir su objetivo, el miedo. Salvo los de mayor conciencia, cualquier
ciudadano que lleva meses haciendo colas infinitas, viendo como los
precios se disparan astronómicamente, y como se desaparecen incluso los
alimentos y encima le auguran días de alta violencia si gana el
chavismo, pues vota en su contra, a ver si llega un poco de paz a su
vida.
¿Eso
es la democracia? ¿Tener que votar no por un proyecto si no por miedo a
lo que se viene desatando desde la guerra de la oposición? En Tele sur
en plena incertidumbre de la espera de los resultados, una socióloga
ecuatoriana, comenzó a cuestionar las revoluciones que estamos haciendo
en el continente, como desgastadas, obligadas al replanteo, lo cual me
parece bien como principio; lo que cuando escuchaba sus argumentos no
aparecía por ningún lado la ingobernabilidad a que están sometiendo a
las izquierdas, con una campaña mucho mejor orquestada a nivel
continental; y esa sinfonía ya sabemos quién la dirige, los amos del
Norte.
Todo
pareciera que es que los gobiernos de izquierda están anquilosados, que
supuestamente tienen que plantearse nuevas metas, y una viabilidad
económica; no excluyo los errores, ni los planes aplazados, o la
necesidad de buscar nuevas vías, pero la esencia del problema no está en
los defectos de la izquierda sino en aceptar las reglas del juego de
las derechas –nacionales y globales- que han cerrado cerco, lo cual no
permite avanzar en los proyectos y tener que dedicar la mayor parte del
tiempo a apagar los fuegos que imponen en su alianza con Estados Unidos.
Rusia
today denunciaba el presupuesto de 18 millones de dólares de
financiamiento de los Estados Unidos para la guerra contra Venezuela, 3
de ellos específicamente para las elecciones, junto al sabotaje
económico y la guerra mediática, y nosotros llamamos al efecto de todo
eso democracia…
(Publicado en Cuba Debate. Tomado de La Pupila Insomne)
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