Friday 5 March 2021

EL ÚLTIMO QUE APAGUE LA LUZ. (Relato completo) José M. Boix Fernández

                                                                        


                                                                                             


                                      

 

Verdeguer era un municipio espléndido y no por su especial belleza, ni por sus fiestas patronales, ni por su riqueza. No, nada de eso. Verdeguer era el pueblo con los paisajes  más anodinos y rústicos que uno pueda imaginar. Pero, encerraba un extraordinario secreto que sus vecinos ––la mayoría jubilados y gente mayor –– guardaban celosamente. Porque en Verdeguer todos sus habitantes parecían burlar a la muerte, haciéndola esperar lo indecible. El que más joven moría lo hacía a los cien años, y había vecinos que cumplían los ciento veinte con una salud y energía que para sí quisieran muchos jóvenes de veinte. Nadie sabía explicar el fenómeno de aquella longevidad. Algunos aseguraban que el secreto estaba en el agua de los pozos, otros en las verduras que crecían en sus huertos, y los más bromistas aludían a que a la muerte le costaba encontrar aquel recóndito lugar perdido entre oteros y esteparios campos yermos abandonados.
Un día, bien entrado el otoño, los vecinos comprobaron que la vieja casa de la calle Del Ábrego ––calle llamada así por ser vía de entrada de los fríos y secanos vientos del sur procedente de la meseta ––, que había permanecido vacía durante mucho tiempo, ahora parecía tener ocupante. Alguien se había instalado en ella, pero desconocían al nuevo inquilino del que solo alertaba de su presencia un débil claror de luz que por las noches escapaba a través de las rendijas de las contraventanas...
                                                                                                                                                              

Pasaron los días y el pueblo andaba inquieto. Sus vecinos no sabían hablar de otra cosa que de la identidad del nuevo propietario al que continuaban sin conocer. Algunos consideraron, incluso, organizar un comité de bienvenida, pero la mayoría no lo tenía claro. Entonces comenzaron a correr fantasiosas historias sobre el nuevo vecino, y unos aseguraban que venía del sur y otros que huía de la justicia, buscando refugio en Verdeguer. Los más se debatieron en una soterrada inquietud por las ignoradas intenciones del forastero, aunque al final todos optaron por la cómoda resolución de dar tiempo al tiempo y dejar fluir los acontecimientos.
Pasaba más de un mes de este suceso cuando el vecino que vivía frente a la casa en cuestión y que se mantenía muy alerta a los posibles movimientos en ésta, vio salir de ella a un hombre desgarbado de gran estatura y viejo en años. Su oscura figura era repulsiva. De espalda extremadamente corva, su cabeza estaba devorada por unos hombros estrechos y enjutos de manera que daba la impresión de no tener cuello. Así, a primera impronta, su imagen quebrada parecía la de un sujeto que se ha pasado toda la vida acarreando sobre su espalda sabe Dios qué cosas. Aunque, sin duda, lo más llamativo era el enorme y singular sombrero de fieltro negro que portaba. De copa alta y redondeada, su ala era tan ancha  que apenas dejaba ver su rostro.
Después de repasar con la mirada la desconchada fachada de la casa, el forastero sacó de su interior una añosa silla de anea y la puso sobre la acera para luego sentarse, pacientemente, con las manos sobre sus rodillas. El vecino fisgón pensó entonces comentarle la noticia a su mujer, pero antes de llegar a hacerlo advirtió como el forastero miraba hacia la ventana donde él se agazapaba y elevaba ligeramente su enorme sombrero a modo de saludo. El vecino quedó tan sorprendido como perplejo al no comprender como pudo saber de su presencia, oculto como estaba tras gruesas y opacas cortinas. Una sensación desagradable hizo que se apartara bruscamente de la ventana.
Al anochecer, y después de cerciorarse de que el misterioso forastero se había retirado al interior de la casa, el vecino salió casi de forma furtiva para dirigirse a la Asociación de Vecinos con la intención de informar de lo sucedido a los que allí se encontraran en aquellos momentos.
––Hombre, Rafael –– le saludó el presidente, que junto al maestro del pueblo, organizaban en esos momentos las cuentas de las cuotas ––¿Vienes a echarnos una mano?
El tal Rafael dudó unos segundos y después, sin disimular los nervios, comunicó lo que iba a ser la noticia del día.
––Le he visto ––dijo al fin.
––¿A quién? ––preguntó el presidente sin levantar la mirada de unos recibos.
––Al forastero.
Los dos que estaban en el pequeño despacho levantaron la cabeza con repentino interés.
––Vaya. Ya era hora ––respondió el maestro, mostrando curiosidad ––. ¿Y que ha pasado? ¿Os habéis presentado? ¿Cómo se llama?
Rafael se pasó la mano por la cara con zozobra y luego relató de forma apresurada su experiencia. Se hizo un pequeño silencio donde todos se miraron con reserva.
––Pues vaya un tipo raro ––respiró al fin el presidente ––. Lo mismo te vio a través de las cortinas. Eres tan manirroto, Rafael.
––No, no ––se reafirmó Rafael ––. No pudo verme, de eso estoy seguro.
––Pues no hay otra explicación ––intervino el maestro ––. O te vio, o te estás montando una paranoia de las tuyas. Venga, os invito a una cerveza.
En esos instantes entró el alcalde y los cuatro se sentaron en una de las mesas del local sin dejar de abundar sobre la noticia.
––Lo digo como lo siento ––tornó a incidir Rafael ––. Ese tipo me da mal yuyo. No sé, tiene un aire a sepulturero o algo peor.
––Bueno, al menos ha salido de la casa y se ha sentado a la puerta ––incidió el maestro ––. De momento eso nos informa que el individuo en cuestión no es de ciudad. Los de ciudad no tienen por costumbre sentarse a las puertas de sus casas, eso sólo pasa en los pueblos.
––Sí, eso es cierto –– confirmó el alcalde ––. Ahora queda por saber de qué pueblo viene.
––Por la manera de vestir parece un hombre de la meseta, pero sus ropas me parecen muy anticuadas y el sombrero que lleva… ––repuso Rafael con muy mala cara.
––Está bien, compañeros. ¿Os parece bien que juguemos una partidita? ––cogió el presidente la caja con las fichas de dominó.
La noche había cerrado definitivamente sobre Verdeguer y un viento ralo, a veces ululante, serpeaba por sus solitarias calles, arrastrando remolinos de polvo y algunos rastrojos del campo próximo. Cuando los cuatro hombres abandonaron el local, Rafael se arropó el cuello con el cuerpo descompuesto. De pronto le ardía el estomago como si hubiera tragado lejía.
––¿Quieres que te acompañemos a casa? ––le preguntaron sus compañeros.
––No, no hace falta ––repuso éste ––. Algo he comido que me ha sentado mal. Me acostaré en cuanto llegue.
––Eso tienes que hacer. Ya verás como mañana estás nuevo –– le animó el alcalde palmeándole la espalda.
Rafael echó a andar mientras su cuerpo tiritaba y se empapaba en sudor. Pensó que quizás había cogido la gripe o alguno de esos raros virus modernos. En pocos minutos enfiló la calle Del Ábrego con el viento en cara y apresuró el paso. Una vez en el portal de su casa miró con temor la fachada de su misterioso vecino, advirtiendo la mortecina luz que se filtraba por sus contraventanas cerradas. Se preguntó qué estaría haciendo.
Al día siguiente era viernes y el pueblo despertó con los tañidos de la pequeña campana de la iglesia. Tocaba a muerto.
Rafael había fallecido esa noche y a todos sorprendió la noticia pues era un hombre relativamente joven y sin vicios conocidos que, además, se cuidaba hasta la exageración. Su óbito se convirtió en un verdadero acontecimiento pues las gentes de Verdeguer casi habían olvidado al último vecino que enterraron dos años atrás, una mujer que había sobrepasado ampliamente los ciento siete años. Y es que en este pueblo difícilmente uno se moría con menos de cien años por lo que la temprana muerte de Rafael a los cincuenta y siete suponía, en cierta manera, una inquietante ruptura con una larga tradición de vidas longevas.
Esa tarde, la calle Del Ábrego fue testigo del lúgubre séquito que, partiendo de la plaza de la iglesia,  acompañó a Rafael a su último destino. Decenas de personas pasaron por delante de la puerta del forastero camino del cementerio, mientras éste permanecía sentado e impávido en su silla, con el sombrero encajado en sus sienes y sus canijas manos agarrotadas sobre sus rodillas. Parecía divertirse. De pronto, el sujeto hizo un ademán como de levantarse y saludó con el sombrero a un joven matrimonio que pasaba por delante de él al que obsequió una sonrisa como si les conociera. La pareja advirtió el gesto y respondió por cortesía con un leve movimiento de cabeza. Muchos de la comitiva advirtieron el suceso y clavaron temerosas miradas sobre la lúgubre semblanza del nuevo vecino.
En el cementerio no se habló de otra cosa mientras duraron las exequias. La impronta del forastero había impresionado a todos de forma muy desagradable, sobre todo, el rostro que algunos pudieron contemplar durante los escasos segundos que estuvo al descubierto del sombrero. Unos comentaron su inquietante y horrorosa sonrisa y otros su reseca y anormal palidez. La mayoría coincidió en opinar que no era, precisamente, un personaje recomendable.
De regreso al pueblo la comitiva prefirió evitar la calle Del Ábrego, y casi todos coincidieron en reunirse en la Asociación para hablar sobre este  asunto. En verdad les embargaba un irracional temor alentado, sin duda, por el funeral y la intempestiva muerte de Rafael. El alcalde, que estaba presente, intentó sosegar a los vecinos que ya comentaban, incluso, la necesidad de echar del pueblo al forastero.
––No podemos hacer eso ––exhortó el regidor ––. Nosotros hemos sido siempre un pueblo hospitalario y me tengo en la obligación de recordaros que también muchos de nosotros fuimos un día forasteros en este municipio.
––¡Ese hombre no es como nosotros, alcalde! ¿Habéis visto cómo nos ha saludado a mi marido y a mi? Su sonrisa no me va a dejar dormir en mucho tiempo. Era como si no tuviese labios…¡Qué horror!
––Está bien, cálmate Cecilia ––prosiguió el alcalde ––. Mañana por la tarde iré a verle para que me cuente de donde viene y si piensa quedarse en el pueblo. Creo que saber algo sobre ese hombre nos tranquilizará a todos.
Cuando los vecinos abandonaron el local tuvieron que arroparse pues un viento repentino y frío racheaba a golpes, zarandeando las copas de los jóvenes árboles de la plazoleta donde se ubicaba la asociación. Algunos rezagados formaron corrillos para continuar hablando de lo sucedido, aunque la mayoría regresó a sus casas, incluida la joven pareja, Cecilia y su marido, que pensaban salir de viaje horas después, entrada la madrugada.
Esa noche, las luces de las rústicas viviendas de Verdeguer se apagaron pronto y sólo una casa de la calle Del Ábrego permaneció tristemente encendida. El viento arreciaba de una manera poco natural, como si quisiera advertir de algo espantoso a unos vecinos que, con desasosiego, intentaban capturar un sueño que esa noche pareció huir de Verdeguer. Una noche oscura donde las haya, plagada de lejanos y lastimeros ladridos y siniestros graznidos de aves desconocidas que sobrevolaban las techumbres de las casas.
A esas horas de la madrugada el coche de Cecilia, conducido por su marido, abandonaba su domicilio camino de la ciudad, y para ello debían pasar por la calle Del Ábrego. Pero al enfilarla la mujer advirtió a los lejos, bajo las mortecinas luces de las farolas, la sombra inmóvil del forastero sentado a la puerta de su casa. Ella dio entonces un grito que hizo frenar en seco a su marido.
––¡Echa para atrás, echa para atrás! ––gritó, muy nerviosa.
––Pero, por aquí se sale a la ciudad ––se quejó el marido –– No vamos a ir por ese otro camino de cabras que hay junto al arroyo. Es peligroso.
––No pases por delante de él, por Dios, Fernando. Da marcha atrás y vayamos por otro sitio.
Fernando quedó unos momentos dudando qué hacer mientras sus ojos se clavaban en la tenebrosa figura apostada al final de la calle. Pensó entonces que no era nada natural que el individuo aquel estuviese allí sentado a esas horas, y en una noche tan desapacible como aquella.
––Está bien, iremos por el otro sitio –– decidió al fin dando marcha atrás.
Pocos minutos después una repentina tormenta asoló el pueblo de manera que muchos vecinos tuvieron que levantarse, sobresaltados, viendo las calles y sus casas anegadas de agua y barro. Los naturales del lugar apenas recordaban haber visto llover de aquella manera, y sintieron un miedo que fue más allá de lo racional. Sin embargo, la tragedia de esa noche no se quedó ahí porque al amanecer alguien avisó de que el arroyo estaba totalmente desbordado y que un coche se hallaba hundido en su cauce con los ocupantes muertos. Enseguida se corrió la voz de que los fallecidos eran la joven Cecilia y su marido Fernando. El pánico se desató en Verdeguer de tal manera que el alcalde tuvo que reunir a los vecinos en la casa Consistorial para intentar calmarles. La conclusión de que aquellas muertes estaban relacionadas con el misterioso forastero y sus extraños saludos de sombrero se adueñó de todos, de tal manera que los ánimos se alborotaron y muchos pidieron que se le expulsase del pueblo de inmediato. Pero entre los asistentes pronto surgió la fatal pregunta:
––¿Y quién va a ser el valiente que le va a comunicar que se vaya?
Todos se acobardaron y bajaron la cabeza con frustración. Ciertamente el que fuera se arriesgaba a que el forastero le saludara como había hecho con el pobre Rafael y después con la joven pareja. Entonces le exigieron al alcalde que fuera él, que para eso era la máxima autoridad del pueblo. Benito, que así se llamaba el regidor, tragó saliva y aceptó con valentía el peligroso mandato popular. Aunque era hombre ilustrado y poco dado a las supersticiones, no las tenía del todo consigo y el propio miedo le hizo actuar sin dilación, decidiendo dar la noticia al forastero en ese mismo momento. Con paso firme abandonó el Consistorio y se dirigió a la calle Del Ábrego seguido a prudencial distancia por los temerosos vecinos. La calle estaba totalmente embarrada y todas las casas aparentaban estar vacías, muchas de ellas con las puertas abiertas y con el interior hecho un barrizal. Cuando llevaba recorrido más de media calzada, el alcalde vio como el forastero le salía al paso y se sentaba lentamente a la puerta de su casa para recibirle. El corazón comenzó, entonces, a latirle con fuerza, bombeando de manera dramática su sangre, aunque continuó adelante sabiéndose observado por los vecinos que se mantenían apostados en la otra punta de la calle. Cuando estuvo a la altura del forastero se detuvo. Éste pareció ignorar su presencia. El alcalde tuvo entonces la oportunidad de fijarse en el negruzco y roído ropaje de aquel hombre, que vestía como un buhonero del siglo diecinueve y que despedía un revulsivo hedor semejante al de un pútrido marjal. Haciendo un esfuerzo sobrehumano el edil carraspeó para hacer notar su presencia y fue entonces cuando el desconocido giró lentamente su cabeza, al tiempo que la elevó para obsequiarle una abominable y descarnada sonrisa que heló el corazón del alcalde. Antes que éste pudiera reaccionar, el forastero se descubrió y saludó con voz fangosa:
––Descanse en paz, señor alcalde ––sentenció.
Totalmente espantado, el regidor dio media vuelta y quiso huir, pero tras balbucear unos pasos, desorbitó sus ojos y cayó sin vida sobre el fangal de la calle. Los vecinos, que lo vieron todo, huyeron a sus casas despavoridos.
Esa misma tarde los habitantes de Verdeguer acudieron en tropel a la asociación para tomar algún tipo de solución frente a lo que estaba ocurriendo. En verdad estaban todos aterrorizados y se hablaba, incluso, de linchar al forastero.
––Es mejor quemarle la casa con él dentro ––gritó uno fuera de sí.
––¡Lo quemaremos sin que le demos oportunidad a saludarnos con el sombrero!
––¡¡Eso, eso!! ––gritaron, exaltados, la mayoría.
En esta ocasión no estaba el alcalde para calmar los ánimos y detener el desquiciado crimen que estaba a punto de cometerse en el apacible pueblo de Verdeguer.
Algunos ya se levantaron dispuestos a hacerse con algunas latas de gasolina cuando las ventanas del local se abrieron con gran estrépito y un intenso frío congeló, repentinamente, el ambiente. Todos miraron, sobrecogidos, hacía la puerta, que también se había abierto. Bajo su dintel advirtieron, horrorizados, la enjuta y oscura figura del forastero. Con la cabeza hundida sobre sus hombros, desplegó su boca con repulsiva mueca.
––Buenas tardes tengan los señores –– saludó de manera ostensible a los presentes, elevando su sombrero.
Todos se sintieron muertos.
Transcurrió más de un mes de aquel horrible acontecimiento cuando los fríos días del invierno se arrastraron, perezosos, por las desoladas calles de Verdeguer ahora solitarias y sin vida. Era como un pueblo fantasma arrasado por alguna clase de horrenda y mortífera maldición. Los cuerpos de los vecinos se descomponían en masa, desparramados por los suelos de la asociación, mientras la calle Del Ábrego yacía salpicada de innumerables cadáveres de animales. Perros, gatos y aves caídas del cielo dormitaban la vida eterna sobre el barro aún húmedo y junto al cuerpo descompuesto del alcalde. En medio de esta inmensa soledad de muerte, persistía la presencia fúnebre de aquel oscuro y temible centinela sentado a la puerta de su casa, inmóvil y con las manos aferradas sobre sus rodillas. Todo cuanto le rodeaba estaba muerto, incluso los campos que circundaban el pueblo se mostraban totalmente yermos y sus árboles secos y sin señal de vida.
Fue en uno de estos atardeceres de finales de noviembre, y en los momentos en que el día daba sus últimos suspiros entre fúnebres jirones de nubes cuando el forastero se incorporó de manera solemne y contempló las postreras luces de un tristísimo crepúsculo. Antes que el último rayo de sol desapareciera entre los oteros el forastero saludó con su sombrero al astro rey para luego alejarse lentamente hacia el sur, arrastrando los pies y la silla que portaba en su mano.
Nunca más se supo de un nuevo amanecer en Verdeguer. 

 

Relato sacado del libro NI VIVO, NI MUERTO, NI ZOMBI Y OTROS RELATOS.

 

Tuesday 23 February 2021

EN ESPAÑA SE TORTURA IMPUNEMENTE Y SE PROTEJE A LOS TORTURADORES


 

© Proporcionado por eldiario.es APDHA denuncia ante el Defensor del Pueblo que España incumple los dictámenes del Comité contra la Tortura de la ONU

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha registrado una queja al Defensor del Pueblo Español (DPE) ante el incumplimiento por parte del Estado español de la decisión del Comité contra la Tortura (CAT) de Naciones Unidas, por la que obliga a reparar los “tratos crueles y la falta de atención médica” ejercidos contra una mujer detenida por cuatro oficiales de policía, en la estación de Córdoba en 2013.

Tal como se desprende de la condena, según informa APDHA en un comunicado, la mujer fue interceptada por los policías, que solicitaron revisar su bolso. Al encontrar en él una cartera que no le pertenecía, comenzaron a golpearla, la esposaron, sin informarle sobre la razón de su arresto, le tiraron del pelo, la golpearon contra la puerta del vehículo policial y le procuraron numerosos golpes contra la mampara del vehículo, por el uso continuo y súbito del freno durante el camino a la comisaría, mientras se reían de ella. Asimismo, la mujer solicitó sin éxito asistencia médica. El hospital determinó que su nariz estaba rota y que necesitaba cirugía, además de constatar hematomas en una de sus muñecas.

La condena a España en 2019 contra la agresión sufrida por esta mujer fue contestada por el Estado español el pasado año bajo el pretexto de que dichos dictámenes “no tienen fuerza jurídica vinculante”, argumento que utiliza el Estado para rechazar esta y otras decisiones de los Comités de Naciones Unidas en materia de derechos humanos.

 

CREO QUE EL GOBIERNO DEBE DE DEJAR DE PRESUMIR QUE ESPAÑA ES UNA DEMOCRACIA PLENA Y REMENDAR ESTOS GRAVES ENTUERTOS COMO LA TORTURA, Y DEJAR DE COMPORTARSE COMO UN PAÍS BANANERO. PORQUE NADIE DEBE SER INMUNE Y ESTAR POR ENCIMA DE LA LEY EN UNA DEMOCRACIA. Y MENOS EL REY.








 

Monday 26 October 2020

LA SOMBRA DE LA LOCURA.

 Una mañana te levantas y conoces a alguien que convierte tu vida en una pesadilla.

 

Autor: José M. Boix Fernández

Editorial Amazón.
 

Wednesday 19 August 2020

NI VIVO, NI MUERTO, NI ZOMBI (Libro de Relatos)



            "El día de autos, desde muy temprano las luces de la mísera vivienda de la vieja Eulalia estaban encendidas. Su hijo, Pastor, había fallecido esa madrugada de un tiro de escopeta en el pecho. Su cuerpo yacía sobre una desvencijada cama de cabecero metálico en una umbrosa habitación al fondo de la casa, junto a un cobertizo donde guardaban un pequeño rebaño de cabras. La tristona luz de un quinqué de petróleo apenas llegaba a iluminar el rostro extrañamente plácido de un hombre de mediana edad, que aguardaba cristiana sepultura. El cadáver vestía una ensangrentada camisa blanca abrochada al cuello y unos pantalones remendados de indefinible color. Sus pies desnudos los cubría un trozo de manta cuartelera de cuando el fallecido cumplió con el ejército allá en su juventud. 
 Algunos vecinos entraban a rendir un último adiós a Pastor, que así se llamaba el difunto, y dar el pésame a su madre, la vieja Eulalia, que no parecía muy afectada por la trágica muerte del hijo. Algunos llegaron a decir que la pobre mujer había perdido la cabeza porque aseguraba que su hijo no estaba muerto. Sin embargo, pronto algún vecino pudo comprobar con sobresalto que la madre podía tener razón porque le había visto al muerto mover las piernas y algo más en el interior de… su bragueta.
La noticia corrió como la pólvora y pronto llegó a oídas del viejo médico del pueblo.
––Eso es imposible ––le dijo al vecino que había corrido a darle tal extraña información –– Esta madrugada lo examiné y su corazón está destrozado por el plomo. Ese hombre está muerto.
––Lo mismo está resucitando ––repuso el vecino con cara de susto.
Movido por una curiosidad mezclada de inquietud, el doctor cogió el abrigo y echó calle arriba camino del domicilio del fallecido. En la puerta había bastante gente y la vieja Eulalia clamaba a quien quería escucharla:
  ––¡No está muerto! ¡Se hace el muerto para no sacar hoy las cabras!
El médico se abrió paso entre el corrillo y entró en la vivienda. Al poco salió con la cara descompuesta y exclamó:
––¿Quién ha flexionado las piernas del cadáver?..."

Continuará en




Próxima publicación.

bucaneroerrante/blogspot.



Monday 17 August 2020

LA IZQUIERDA EN ESPAÑA TIENE PRESOS POLÍTICOS.

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Decenas de presos antifascistas se pudren desde hace décadas en las prisiones españolas ante una izquierda avergonzada de su valentía y coraje. 
  
Es una noticia triste ver cómo hace pocas semanas fallecían dos ex presos políticos(1), a los que en todos los locales y puntos de reunión de la izquierda estatal se les tendría que haber homenajeado como verdaderos mártires de las causas más justas y reivindicaciones pendientes en la España posfranquista, y que, sin embargo, han pasado sin pena ni gloria por algunas páginas web y sin que apenas haya un recuerdo físico, combativo y general por estos compañeros.
  Prácticamente todas las prisiones españolas albergan a más de un preso político antifascista al que el Estado español ha condenado de por vida sin relacionar el juicio que se haya hecho sobre sus comportamientos, puesto que se les ha juzgado por sus ideas. Con pruebas poco convincentes, comprando a falsos "arrepentidos", generando un efectivo muro de silencio entre muchos compañeros y familiares, que acuden todos los fines de semana a visitarlos en un clima de clandestinidad, humillaciones y soledad, se ha conseguido lo más grave de esta política de exterminio: que el gran número de siglas que pueblan el mapa de los movimientos sociales en el Estado Español olvide que decenas de compañeros están siendo martirizados a muy pocos kilómetros de sus lugares de residencia o actividad política.
  Varias organizaciones, a las que considero compañeras, se alarman de determinados gestos represivos de los cuerpos policiales españoles, autonómicos o locales de los últimos meses o años, olvidando que esa ha sido la tónica habitual del Estado cuando su estructura económica y militar ha sido puesta en duda de manera organizada. Causa sorpresa que el Ministerio del Interior tuviera que recurrir al fraude electoral para vetar a Iniciativa Internacionalista, pero nos hemos acostumbrado a ver cómo decenas de presos enfermos están siendo asesinados lentamente por el sistema penitenciario que todo el arco parlamentario español acepta y apoya.
  Nos hemos asustado. El enemigo nos ha inculcado el miedo. Nos horrorizamos por los falsos positivos en Colombia, pero convivimos con el horror de que cada pocos meses sale de las prisiones un nuevo compañero metido en un cajón de pino. Nos asustamos cuando la Audiencia Nacional emite un auto de procesamiento contra estructuras sociales y políticas en el País Vasco, pero olvidamos que España es el único Estado europeo que tiene a la dirección de un Partido Comunista (2) en la cárcel por ese hecho, por ser comunista.
  Nadie duda de las diferencias estratégicas o ideológicas que pueda haber con determinadas concepciones, pero convertir ese hecho en la excusa para no dar soporte a aquellos compañeros que lo necesitan es una vergüenza y una infamia contra lo que muchos dicen combatir. Esas discrepancias las mantenemos todos los días incluso entre nosotros mismos, sin que eso sea un problema para nosotros.
  ¿Hay miedo a que nos acusen de cómplices de los que entendieron que uno de los caminos para luchar contra la continuidad del franquismo era también la vía armada? No creo que sea el momento de la polémica del acierto o no de esa opción, pero esos combatientes son nuestros compañeros, y los hemos abandonado. Ya va siendo hora de quitarnos el pañuelo que desde hace años nos hemos colocado y optemos por un verdadero y genuino combate por la libertad de nuestros presos políticos.
  Carta dedicada a los presos del Movimiento de Resistencia Antifascista.
Iñaki Kuadra Etxeandia y Enrique Álvarez Abalde.
La Dirección del Partido Comunista de España(reconstituido) se encuentra en la cárcel.
Solidarios de los Comités por un SRI (en espera de juicio, acusados de formar parte de un imposible entramado).
Andrés Yotuel

Sunday 16 August 2020

A VER SI SE NOS METE EN EL COCO QUE ESTO ES INSOSTENIBLE.

 

 EN EL GRÁFICO FALTA LA MONARQUÍA.

Publicado en Laberinto Laboral

LA SOMBRA DE LA LOCURA (LIBRO)

 

"EL JOVEN JON DESPERTÓ UNA MAÑANA Y CONOCIÓ A ALGUIEN QUE LE DESTROZÓ LA VIDA."

En editorial Amazón

Autor: José M. Boix Fernández

Friday 6 March 2020

30 000 soldados llegan a Europa… ‎‎¡sin máscara!‎


Con los ejercicios Defender Europe 20, Estados Unidos está en plena manifestación ‎de fuerza con el mayor envío de tropas a Europa que se registra en 25 años. Estamos ‎hablando de un país que, hace unos años, exponía deliberadamente sus soldados a la ‎realización de ensayos nucleares y que ahora no adopta precauciones ante la ‎epidemia de coronavirus. ‎
| Roma (Italia)
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Estados Unidos elevó el grado de alerta por coronavirus para Italia al nivel 3 («evitar viajes ‎no esenciales») y al nivel 4 específicamente para las regiones italianas de Lombardía y Véneto ‎‎(«no viajar»). Las companías aéreas estadounidenses American Airlines y Delta Air Lines ‎suspendieron todos sus vuelos entre Nueva York y Milán. Los estadounidenses que ‎viajan a Alemania, Polonia y a otros países europeos –actualmente en alerta 2– tienen instrucciones ‎de «tomar grandes precauciones». ‎
Pero hay una categoría de estadounidenses exenta de esas normas: los 20 000 soldados que ya ‎están llegando desde Estados Unidos a diferentes puertos y aeropuertos europeos para participar ‎en el ejercicio Defender Europe 20, el mayor despliegue de tropas estadounidenses en Europa ‎en los últimos 25 años. Sumando las que ya estaban desplegados en este continente, se trata de ‎unos 30 000 militares estadounidenses que participarán en Defender Eurooe 20, en abril y ‎mayo, junto a 7 000 militares de 17 países, como Italia, miembros de la OTAN o países asociados a la alianza atlántica.‎
La primera unidad blindada estadounidense llegó al puerto de Bremerhaven, en Alemania, desde ‎el puerto de Savannah, en Estados Unidos. Se trata en total de 20 000 unidades de equipamiento ‎militar que están llegando desde Estados Unidos a 6 puertos europeos –en Bélgica, los ‎Países Bajos, Alemania, Letonia y Estonia. Otras 13 000 saldrán de los depósitos preposicionados ‎en suelo europeo por el US Army Europe (el ejército terrestre de Estados Unidos en Europa), ‎principalmente en Alemania, los Países Bajos y Bélgica. ‎
Según informa el US Army Europe, las operaciones previstas «requieren la participación de ‎decenas de miles de militares y civiles de numerosas naciones». Al mismo tiempo, está llegando ‎desde Estados Unidos a 7 aeropuertos europeos la mayor parte de los 20 000 soldados ‎estadounidenses. Entre ellos hay 6 000 miembros de la Guardia Nacional provenientes de ‎‎15 estados, como Arizona, Florida, Montana, Nueva York y Virginia. ‎
El US Army Europe anuncia que, al principio del ejercicio, en abril, los 30 000 soldados ‎estadounidense «se desplegarán a través de toda la región europea» para «proteger Europa de ‎cualquier amenaza potencial», lo cual es una clara referencia a la «amenaza rusa». El general ‎estadounidense Tod Wolters –quien, como Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN tiene ‎bajo su mando tanto las tropas estadounidenses desplegadas en Europa como las de todos los ‎países miembros de la alianza atlántica– asegura que «la Unión Europea, la OTAN y el Mando de ‎Estados Unidos en Europa han trabajado juntos para mejorar las infraestructuras», lo cual ‎permitirá que los convoyes militares puedan desplazarse rápidamente a través de ‎‎4 000 kilómetros de vías. ‎
Decenas de miles de soldados cruzarán las fronteras para realizar ejercicios en 10 países. ‎En Polonia, habrá 12 zonas de entrenamiento, donde se moverán 16 000 soldados ‎estadounidenses que llegarán en unos 2 500 vehículos. Paracaidistas estadounidenses de la ‎‎173ª brigada, con base en la región italiana de Véneto e italianos de la Brigada Folgore, con base ‎en la región de Toscana irán a Letonia para participar en un ejercicio conjunto de salto en ‎paracaídas. ‎
El ejercicio Defender Europe 20 se realiza para «incrementar la capacidad de desplegar ‎rápidamente en Europa una gran fuerza de combate desde Estados Unidos». Por consiguiente, ‎el ejercicio se desarrolla con tiempos de despliegue y procedimientos que hacen imposible ‎someter decenas de miles de soldados a las normas sanitarias previstas para enfrentar la ‎epidemia de coronavirus y también será imposible impedir que entren en contacto con los ‎habitantes durante su tiempo libre. Además, la banda de rock del US Army Europe dará en ‎Alemania, Polonia y Lituania una serie de conciertos gratis que podrían atraer grandes cantidades ‎de público. ‎
En definitiva, los‎ 30 000 soldados estadounidenses que «se desplegarán a través de toda la región europea» ‎están de hecho exentos de las medidas preventivas contra el coronavirus, que se imponen a ‎los civiles. Tenemos que darnos por satisfechos con lo que nos dice el US Army Europe: ‎‎«tenemos el coronavirus vigilado» y «nuestras fuerzas están saludables». ‎
Pero también se pasa por alto el impacto ecológico que tendrá inevitablemente un ejercicio militar ‎de tan gran envergadura, con la participación de tanques estadounidenses Abrams: con ‎‎70 toneladas de peso y blindaje de uranio empobrecido, esos enormes tanques de guerra ‎consumen 400 litros de combustible por cada 100 kilómetros recorridos. ‎
Y ¿qué hacen las autoridades de la Unión Europea y las autoridades nacionales de sus países ‎miembros? ¿Qué hace la Organización Mundial de la Salud (OMS)? Pues… se ponen la máscara, ‎para taparse no sólo la nariz y la boca sino también los ojos. ‎

Sunday 23 February 2020

¿QUÉ NOS ESTÁN OCULTANDO ESTOS CRIMINALES CON EL CORONAVIRUS?


Hace solo unas horas saltó a las redes una noticia que ha conmocionado al mundo donde denuncia que el Coronavirus es un arma biológica patentada en EEUU e inventada por Erica Bickerton, Sarah Keep y Paul Britton. Enseguida, los importantes medios de comunicación del sistema se han apresurado a desmentir esta noticia diciendo que es falsa. Incluso se han molestado en tacharla con una X, como se muestra más arriba, o dar ridículas explicaciones.

LA EXTRAÑA REUNIÓN DEL FORO DE DAVOS.

"Múltiples publicaciones en redes sociales aseguran que el coronavirus que surgió a fines de 2019 en China fue creado y patentado en Estados Unidos, e incluyen información de patentes a modo de prueba. Sin embargo, esto es falso: aunque dichas patentes existen, no corresponden al nuevo virus."


Las entradas circulan al menos desde el 22 de enero de 2019 en Facebook (1, 2, 3, 4 y 5) y en Twitter (1 y 2). “Coronavirus. Virus creado por inventores estadounidenses, considerada arma biológica de los EE.UU. También existen patentes de Bill Gates en 2015-2018. Y le pertenece al gobierno de los Estados Unidos”, se lee en una de ellas, que incluye enlaces a patentes de coronavirus y de virus SRAS.

El Foro de Davos realizó un ejercicio contra una ‎epidemia de coronavirus, en octubre de 2019 y con la participación del Johns Hopkins Center for Health Security y de la ‎Bill & Melinda Gates Foundation. ‎
El ejercicio en cuestión tuvo lugar en Nueva York, exactamente el 18 de octubre de 2019, ‎dos meses antes del inicio de la pandemia en China. ‎
El objetivo explícito del ejercicio realizado en Nueva York era planificar la respuesta de ciertas transnacionales y gobiernos ante una pandemia de coronavirus, cuando nada permitía predecir el ‎inicio de la epidemia detectada en la ciudad china de ‎Wuhan a inicios de diciembre.‎
Al menos 15 líderes mundiales participaron en el ejercicio, así como los dos responsables ‎oficiales de lucha contra las epidemias en China y Estados Unidos. ‎
A continuación, la lista de los participantes:‎
- Latoya Abbott, responsable de situaciones de riesgo del grupo hotelero estadounidense Marriott ‎International;‎
- Sofia Borges, vicepresidente de la Fundación de las Naciones Unidas;‎
- Brad Connett, presidente del grupo Henry Schein, líder mundial de la producción de material ‎médico;
- Christopher Elias, responsable de Desarrollo Global de la Bill & Melinda Gates Foundation;‎
- Tim Evans, ex director del departamento de Salud del Banco Mundial;‎
- George Gao, director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de la República ‎Popular China;‎
- Avril Haines, ex directora adjunta de la CIA y ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de ‎Estados Unidos, bajo la administración Obama;
- Jane Halton, ex ministro de Salud en Australia, miembro del consejo de administración del Banco ‎de Australia y Nueva Zelanda (ANZ);‎
- Matthew Harrington, director de Edelman, la oficina de relaciones públicas más importante del ‎mundo;
- Martin Knuchel, director para situaciones de crisis de la línea aérea alemana Lufthansa;‎
- Eduardo Martinez, consejero jurídico de UPS, líder mundial de logística postal, y director de ‎UPS Foundation;‎
- Stephen Redd, director adjunto del US Center for Disease Control and Prevention;‎
- Hasti Taghi, vicepresidente del grupo de comunicación NBC Universal;‎
- Adrian Thomas, vicepresidente de la transnacional farmacéutica Johnson & Johnson;‎
- Lavan Thiru, gobernador del Banco Central de Singapur. ‎


Fuente Red Voltaire