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Estátua al general y criminal de guerra, Varela, en San Fernándo (Cádiz) |
Mientras se persigue cualquier atisbo de acto, homenaje o de enaltecimiento a los presos de ETA, nuestro impresentable ministro de Justicia continúa premiando a los herederos del mayor genocidio que ha sufrido España, renovando los títulos nobiliarios concedidos por el general magnicida Franco. Lo último ha sido renovárselo al nieto del general Varela, colaborador de primera fila en el golpe de Estado y del que la historiografía cuenta que recibía sobornos millonarios bajo mano por parte del gobierno británico para que Franco no entrara en la guerra a favor del Eje.
La precaria Ley de la Memoria Histórica, promovida por el Partido Socialista y hoy tumbada definitivamente por el Partido Popular, no incluyó nunca la erradicación de estos títulos prodigados por el dictador Franco, que han sido renovados periódicamente, tanto por socialistas como peperos, a los descendientes de aquellos criminales como reconocimiento a su proeza de encharcar en sangre España y acabar con su sistema democrático. Pero esto es lo que hay. Y en tal situación como en tantas otras, el PP y el PSOE han ido caminando de la mano.
"El día 18
de julio de 1948, el general Franco firmó en el Boletín Oficial del
Estado el decreto con el que inauguraba su particular corte otorgando tres
ducados a título póstumo y un condado para conmemorar "la Cruzada que
España sostuvo durante tres años en defensa de Dios y de la Patria". Los
elegidos fueron dos políticos y dos generales cuyos nombres "resplandecen
con claridad diamantina": el fundador de la Falange, José Antonio Primo de
Rivera, el político José Calvo Sotelo, y los generales Emilio Mola y José
Moscardó.
Hasta 16
militares
Entre los
agraciados por el dictador con títulos, hubo 16 militares. Los generales Mola,
Yagüe, Queipo de Llano, Moscardó, Saliquet, García Pallasar, Martín Moreno,
García Escámez, Vigón, Varela, Dávila y Kindelán, junto a los almirantes Juan
Cervera y Francisco Moreno, y el teniente coronel García Morato, además de
Carrero Blanco, vieron recompensada con un ducado, un condado o un marquesado
su cercanía al que terminó autodenominándose generalísimo.
El siguiente
grupo de agraciados lo representaron los político afines. A los ya mencionados
José Antonio Primo de Rivera y José Calvo Sotelo este último bautizado como
"protomártir de la Cruzada"en los siguiente años se sumaron, entre
otros, Onésimo Redondo y el que fue durante muchos años presidente de las
Cortes franquistas, Esteban Bilbao Eguía.
En esta
lista, también estaba Pilar Primo de Rivera, a quien en 1960 Franco nombró
condesa del Castillo de la Mota. El decreto justificó su nombramiento en el
papel que había jugado en la Sección Femenina: "Ha sido y es el alma de
esta obra a la que, con renunciamiento y gozo, ha dedicado su vida, sirviendo
de modo constante y ejemplar a la idea, amorosamente recibida, de estimular las
tradicionales virtudes de la mujer española y completar su formación".
Los
empresarios también estuvieron representados en la corte del dictador. Julio
Arteche, Joaquín Benjumea entre otros.
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