Los
autores de los crímenes -por fuera de los 4 de la policía y 8
electrocutados durante un saqueo- pueden ser parte de los grupos de
choque, o personas solitarias que producto de un llamado al odio, la
violencia y la venganza contra el chavismo, pasan a operar por cuenta
propia.
La estrategia de
callejera de la derecha tiene tres niveles. El primero es el de la
movilización, con diputados en primeras líneas, banderas de Venezuela,
inventos como el hombre desnudo sobre la tanqueta, personas en ejercicio
de su “derecho a la protesta”. El objetivo es mostrar masividad,
construir la idea de “un pueblo contra el régimen”. Ocurre generalmente
entre las 11 am y las 3 pm.
¿Cuántos son en
realidad? Apogeos de unos quince mil, descensos a pocos miles, según las
fechas y el desgaste. Para saberlo hay que mirar las imágenes que suben
a las redes: si predominan rostros y planos cerrados, entonces fueron
pocos, si abren el ángulo de las cámaras sobre la movilización, al
tiempo que lo cierran -con una curva que no permite ver más allá, por
ejemplo- entonces rondan sus quince mil. También se puede ir al terreno
para ver, con los riesgos que eso implica: varias personas sospechadas
de ser chavistas fueron golpeadas y linchadas.
El segundo nivel es el de la confrontación, presentada como represión.
Ahí actúan los grupos de choque: encapuchados, con escudos -como escenas
de películas de la edad media- bombas molotov, cables de acero cruzados
de lado a lado de la calle, aceite quemado en el piso, armas caseras y
pistolas. Actúan organizados en células, son generalmente muy jóvenes,
con preparación, financiamiento, y a la vez improvisación.
La activación de
esta fase callejera ocurre cuando la movilización se encuentra con los
cordones de policía que impiden el paso al centro político de Caracas,
por lo general cerca de las 2pm. Se superpone, en el inicio con los
momentos de mayor concurrencia, donde algunos diputados todavía
presentes denuncian asfixia por los gases lacrimógenos. Cuando la
movilización se desarma, estos grupos quedan concentrados en un punto
central -como en la autopista Francisco Fajardo, en Caracas- o dispersos
en varios puntos de la ciudad y el país, según cómo haya sido planteada
la convocatoria del día.
Esos dos primeros
niveles son los que se transforman en noticias, imágenes, relatos para
las redes sociales y los grandes medios de comunicación del mundo que
construyen día tras día la matriz de opinión contra Venezuela. La
movilización es inflada en su cantidad –“multitudes”, “el pueblo”, etc.-
y los
grupos de choques,
aun cuando su violencia es evidente, son presentados como jóvenes que
son “reprimidos brutalmente por la dictadura de Maduro”.
El tercer nivel de
la estrategia callejera es el de las sombras, el que debe ser estudiado
con mayor detenimiento. Opera a veces interior del primero, aunque casi
siempre empieza a partir el segundo, y toma toda su fuerza, por lo
general, al finalizar la tarde o directamente en la noche. Cuando sucede
al interior del primero y/o segundo nivel se traduce centralmente en
destrozos de infraestructura e instituciones públicas, y en heridos y
muertos, que pueden ser policías, integrantes de los grupos de choque, o
personas que pasaban cerca de la zona del conflicto.
La derecha acusa
automáticamente al gobierno de ser responsable de los hechos, tanto de
los destrozos como de las muertes: ahí entra el argumento de los
“colectivos”. Las investigaciones arrojan conclusiones muy distintas a
esas versiones: de los 39 fallecidos desde el 6 de abril, solo 4 fueron a
manos de cuerpos de seguridad -para lo cual hay 18 efectivos detenidos o
solicitados- y los demás fueron producto de saqueos (13), disparos por
civiles (4), barricadas (6), objetos contundentes (1), todavía por
definir (11). Estos 11 casos,
según las investigaciones
en curso, habrían sido, en su mayoría, asesinados desde dentro de las
mismas movilizaciones. Tales fueron, por ejemplo, los casos de Armando
Cañizales “que falleció producto de un disparo por arma de fuego, pero
se le extrajo una esfera metálica cromada de 8mm de diámetro”, y de
Juan Pablo Pernalete,
que habría sido asesinado por una pistola de perno cautivo disparada a
quemarropa por dos encapuchados -como indica la autopsia y el video.
Los autores de los
crímenes -por fuera de los 4 de la policía y 8 electrocutados durante un
saqueo- pueden ser parte de los grupos de choque, o personas solitarias
que producto de un llamado al odio, la violencia y la venganza contra
el chavismo, pasan a operar por cuenta propia. Tal es el caso de quien
lanzó
una botella de agua congelada desde su casa sobre un grupo chavista, y mató a una persona que pasaba por ahí.
Es el tercer nivel
entonces. Su peligro está en el anonimato. Se despliega con fuerza
cuando las movilizaciones están dispersas y las matrices de comunicación
ya construidas. El último caso paradigmático tuvo lugar la semana
pasada en el estado Carabobo. Ahí se registraron destrozos a locales,
instituciones públicas, gandolas, barricadas, el centro y varias zonas
fueron tomadas por grupos de choque que llegaron a correr el rumor de
que iban a asaltar las viviendas de los chavistas. El resultado fue 5
muertos, negocios cerrados, cenizas, calles desoladas, un
odio/miedo/rencor/pánico dentro de la población.
En ese caso se
trató de un despliegue de violencia en más de once puntos en simultáneo,
que no solamente fue en zonas de clases medias-altas, como suele
suceder por ser territorios opositores y gobernados por la derecha, sino
que ingresó a las zonas populares de Valencia donde, justamente, se
encuentra mayoritariamente el chavismo. Lo mismo había ocurrido en El
Valle, zona popular de Caracas, días atrás -con un saldo de 11 muertos,
entre los cuales los electrocutados- y antes en Barquisimeto, en la
Ciudad Socialista Alí Primera, donde fue asesinado un niño de 14 años.
Esa es una de las
modalidades del tercer nivel. Otra es el ataque sobre la población que
sucede, por ejemplo, en zonas de frontera como Táchira. Ahí circulan
mensajes por watsap o volante como este: “Mototaxis, taxistas, autobús,
busetas, que a partir de este comunicado labore, se atendrá a las
consecuencias. Negocio que abra le lanzamos granadas, mototaxi que
trabaje se va a desaparecer, los buses y busetas que veamos trabajando
se van a quemar con todo y pasajeros. Queremos al pueblo en la calle
apoyando a los jóvenes que la están guerreando y luchando por un país
libre. Atte.” Hasta la fecha más de 7 autobuses fueron quemados. Es un
intento de instalar un control de territorio en manos de grupos armados
-que cuando aparecen públicamente son presentados como manifestantes
pacíficos.
Otra forma más del
tercer nivel es el asesinato selectivo a chavistas que no ha cesado. El
último caso tuvo lugar en Anzoátegui la semana pasada, donde
dos dirigentes estudiantiles
fueron asesinados al finalizar una asamblea: se escucharon, dijo el
periódico local, unos 23 disparos. ¿Cuántos cuadros medios del chavismo
han sido ultimados hasta la fecha? Todavía no existe un número certero.
La construcción
mediática sobre Venezuela está conformada por el primero y el segundo
nivel, presentados de manera falsa. El resultado es eficaz: gran parte
del continente piensa que existe un “gobierno autoritario o dictadura
que reprime a un pueblo”. Una idea que permeó en el sentido de común de
muchos, incluso de sectores de la intelectualidad que se reivindican de
izquierda. Es la operación de superficie, de masas. El tercer nivel,
subterráneo, alejado de las cámaras, es el que intenta llevar al país al
punto del enfrentamiento civil. ¿Hasta dónde quieren y pueden llevar
este nivel? En esa respuesta, su concreción o no, se juega, entre
factores, la posibilidad de que el escenario se agudice hasta el punto
de no-retorno, o que se retorne a la vía democrática a través del
llamado a la
Asamblea Nacional Constituyente realizado por Nicolás Maduro.
Publicado en:
https://notasperiodismopopular.com.ar/2017/05/08/radiografia-violencia-venezuela/