¿Alguien me quiere decir a qué coño ha ido el Borbón a Marruecos? Y
no se ha ido solito a ver a su amigo, el déspota Mohamed, sino que
lo ha hecho con la escandalosa pompa de un país tercermundista. Ex
ministros, farautes, abanderados, intendentes, ujieres, bufones,
limosneros y demás fanfarria real disfrazada de empresarios,
oportunistas, buscones, alcahuetas y a más cohorte de impresentables,
todo ello arropado por una descomunal tropa de guardaspaldas y elementos
de seguridad hasta ahora sin precedentes. ¿Y para qué?
No me cabe duda que los cuantiosos gastos que habrá originado tamaño
despliegue nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que todos han ido a
gañote partido de esta España arruinada, decadente y pútrida donde lejos
de resolverse, se acumulan las desdichas. Súbditos y lacayos
descerebrados han aplaudido con boba alegría que su rey esté listo para
nuevas correrías. Penosa ínfula la de nuestros gobernantes cuando lo más
sensato sería pedirle que se quedara en casa porque el país no está
para bromas. ¿O acaso no es para preguntarse a qué cuento tan aparatosa
visita a un tiranuelo que hasta ayer nos hacía la vida imposible con
Ceuta y Melilla además de tener secuestrado y amordazado al pueblo
saharaui. Aún resuenan las críticas del PP a un Zapatero al que
consideraban un blandengue con el déspota vecino.
Sin embargo, algunos de los voceros de esta cohorte de chupones y corruptos ya nos han ilustrado de los importantes “avances democráticos”
de nuestro país vecino, comparándolos, incluso, con la Transición
Española. El ministro de Exteriores, Margallo, ha llegado a comparar al déspota
Mohamed con el Borbón en eso de ser el “motor del cambio”. Flaco favor a nuestro rey que ya está hasta las cejas de mierda.
Amnistía Internacional, amparada con la firma de muchos españoles,
hizo un exhorto al Borbón para que en los temas a tratar con el
mandatario marroquí incluyera la exigencia de respetar los derechos
humanos en ese país. Concretamente:
“El
respeto a la libertad de expresión, reunión y asociación. Que se deje
de hacer uso excesivo de la fuerza para dispersar manifestaciones. Que
no se celebren juicios injustos. El fin de la tortura y malos tratos.
Que no se reprima a activistas y civiles saharauis en lo que se refiere a
todos los temas anteriores. El fin de la discriminación y la violencia
hacia mujeres y niñas. Que dejen de obstaculizar la existencia de un
mecanismo de observación de los derechos humanos en la Misión de
Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO).”
Pero los voluntariosos de Amnistía no saben bien con quien tratan.
¿Acaso el viejo y corrupto Borbón iba a entubiar su fiestorra con esas
memeces? Además, algunas de esas peticiones como el “fin de la tortura y malos tratos y que se deje de hacer uso excesivo de la fuerza para dispersar las manifestaciones”
cabría hacérselas al propio rey de España, país denunciado por
diferentes organismos internacionales por la brutalidad policial y
también por las torturas.
Una de las perlas del Borbón en este viaje con el que ha pretendido
escenificar su “vuelta al trabajo” ha sido manifestar sin sonrojarse que
“ahora sólo pienso en mi”. ¿Pero alguna vez este hombre ha pensado en otra cosa?
Ante tanto fasto en este viaje cabría preguntarse sobre su
rentabilidad para los intereses, no de España, que esos los conocemos
desgraciadamente de sobra, si no para el conjunto de los ciudadanos de a
pie, para los parados, para los que en estos momentos no tienen nada
que llevarse a la boca en este país. No, esto no es demagogia. Ojala lo
fuera. Porque la realidad es que estamos en la miseria y sin vias de
solución de futuro. La pléyade de empresarios que han acompañado al
monarca comandada por su jefe, Rosell, ha viajado, comido y bebido a
cuerpo de rey a costa de todos nosotros. ¿Y para qué? ¿Cuándo se va a
hacer público el gasto que ha supuesto esta puesta en marcha del
monarca, y cuáles los beneficios obtenidos para los españoles en tal
espectacular viaje? La oposición ya está tardando en exigir en el
Parlamento una valoración, un balance serio más allá de las consabidas
consignas al uso como “todo ha sido muy fructífero ” o "se han reforzado los lazos
económicos y de amistad" y otras paparruchas. Porque como ciudadano exijo
que con mi dinero no se tiren juergas como esta. Ya estamos hasta la
peineta de milongas, mentiras y abusos. No sólo tenemos un presidente,
corrupto y cobarde, que se esconde de los ciudadanos, sino que también
un Jefe del Estado disoluto y despilfarrador que pretende con estrafalarias y millonarias giras exhonerar su decadente imagen.
Por lo
demás, creo que poco o nada vamos a beneficiarnos los ciudadanos de a
pie de este aparatoso viaje a Marruecos. Nuestra clase empresarial, al
menos aquellos distinguidos por el poder para esta clase eventos, la
conforma la élite empresarial, unos personajes mezquinos que ya han
demostrado lo que saben hacer, mandando a media España al paro para
mantener sus enormes beneficios. La mayoría de ellos han ido a Marruecos
para olfatear ventajas para deslocalizar sus empresas o sacar más
beneficios y comisiones que embolsarse individualmente. Rosell, el
actual comandante en jefe de ese nido de delincuentes que es la CEOE, ya ha
demostrado en más de una ocasión, a igual que hiciera su criminal predecesor,
su manifiesta animadversión hacia trabajadores y desempleados. Porque la realidad es que a
esta mafia les trae al pairo la dimensión social que debe tener una
empresa, y ya está bien de que sean los ciudadanos de a pie los que vayamos siempre
de paganos. Los intereses de España deben ser los intereses de todos y
no sólo los de unos pocos sinvergüenzas que solo piensan en llenarse sus
ya repletos bolsillos.
Lo dicho. Para tan fútiles y costosas fanfarrias, lo mejor para los ciudadanos es que el Borbón “no trabaje” tanto.
j.m.boix