P.-
¿Qué análisis hace del proceso soberanista catalán?
R.-
No voy a entrar aquí en los avatares de la lucha política diaria,
entre otros motivos porque mi situación no me lo permite ya que,
como es sabido, me encuentro “fuera de juego”. En esta situación
solo puedo atenerme a los principios que, tanto en ésta como en
todas las demás cuestiones políticas e ideológicas, siempre hemos
defendido. Así que vaya por delante que nosotros, los comunistas, no
somos partidarios de la separación de las naciones para formar
pequeños Estados que debilitarían la lucha del proletariado frente
a la burguesía y el imperialismo y haría mucho más difícil y
costosa la construcción de la nueva sociedad socialista. Claro que
esto no quiere decir en modo alguno que pretendamos crear un Estado
unitario sobre la base de la opresión de las naciones, la
desigualdad y la explotación. Todo lo contrario: lo que proponemos
no es otra cosa que acabar con tal situación. Por eso defendemos el
derecho a la autodeterminación y a la independencia de las naciones
oprimidas por el Estado imperialista y fascista español.
Cuando
ese derecho es negado, como sucede en España, y el pueblo que lo
defiende de forma democrática y pacífica es brutalmente reprimido y
sus representantes encarcelados, la lucha por la independencia no
sólo es totalmente legítima, sino que se convierte automáticamente
en el único recurso que le queda a ese pueblo para liberarse de las
pesadas cadenas que le oprimen. Y nosotros, los comunistas, en nombre
de la clase obrera, tenemos el deber político y moral de apoyarle.
Es más, considero que es nuestro propio interés como clase
explotada y oprimida, el que nos dicta prestar apoyo político y toda
nuestra solidaridad al proceso soberanista catalán (lo mismo que se
lo prestamos al pueblo vasco y gallego), y hacer todo lo que podamos
para que dicho proceso independentista y la proclamada república
catalana prosigan y culminen con la formación de un nuevo Estado
soberano. Ante esta perspectiva ha de quedar claro que, como escribió
el dirigente comunista catalán Joan Comorera, “España es un
concepto de Estado”; es decir, que si prescindimos de ese concepto
abstracto, España no existe como nación. Existe la nación
castellana, la nación vasca, la nación catalana y la nación
gallega; y existe el Estado fascista e imperialista español con sus
policías, sus tribunales, su ejército, sus cárceles y sus
recaudadores de impuestos, un Estado que oprime a todas estas
naciones. Pues bien, el pueblo español, en particular la clase
obrera, no tiene ningún interés en defender la existencia de este
Estado, entre otros motivos porque, como ya está sobradamente
demostrado, como dijo Marx, “un pueblo que oprime a otro pueblo no
puede ser libre”. Por la misma razón, casi no hace falta decir que
la proclamación de la república catalana, su defensa en la calle,
en los centros de trabajo, en las universidades, etc., así como la
continuación del proceso independentista, brinda un magnífico
ejemplo a seguir por los otros pueblos. Esto por no extenderme en más
consideraciones sobre el agravamiento de todas las contradicciones y
los enfrentamientos que han resultado de la aplicación del 155, que
ha actuado como un torpedo en la línea de flotación del Estado
español.
Diario el "Otro País"